EN LA GRILLA

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MALOVA EN EL GOLF.png

*Ya hasta el gobernador terminó enfermo

*Miles de pesos van en juego el domingo

*Los tres distritos que llaman la atención

 

FRANCISCO CHIQUETE

 

Nomás eso le faltaba a Sinaloa.

Una semana terrible, con escándalos diversos relacionados con la seguridad y hasta emparentados con la política y con algunos indicios de enfrentamientos más allá de lo aconsejable en las campañas electorales, el domingo por la mañana se corre la versión de que el gobernador Mario López Valdez fue internado de emergencia en una clínica particular de Los Mochis.

Alguna de las versiones recogía comentarios sobre “un fuerte dolor abdominal”, pero establecía que “todavía no ha sido operado”. Aunque la inminente elección federal no depende del gobernador, un estado casi convulso por los asesinatos y algo tenso por la política no puede darse el lujo de tener una cabeza enferma, mucho menos grave.

Por eso seguramente, el propio López Valdez se apresuró aponerse un sombrero de mucho sombreado y poco glamour para posar en el campo de golf del country Club de Los Mochis, con una explicación que obviamente iba a llegar a los medios a través de su cuenta de Facebook: “Chequeo médico temprano y ahorita un encuentro de Golf. El deporte es salud, disfrutemos este domingo familiar!”

Formalmente el asunto está zanjado y explicado, aunque siempre surge una duda: ¿por qué los políticos, y sobre todo los gobernantes no se pueden enfermar, aunque sea de un humilde torzón? Si finalmente no fue nada,bien podría informarse que le dolió el estómago porque la noche previa cenó chicharrones con chile habanero y asunto arreglado, pero no. Fue un chequeo médico tempranero y absolutamente nada más.

Ya en el último tercio de su gobierno Jesús Aguilar Padilla fue internado en un hospital de Tucson, donde lo atendieron de una enfermedad que no fue públicamente identificada, pero que fue combatida a fuerza de boletines oficiales. Como en el caso de Malova, la explicación formal fue que se trató de un chequeo médico prácticamente de rutina.

A Vicente Fox Quesada lo operaron el 12 de marzo del 2003, de una hernia lumbar. Se informó al público justo el día de la operación, que si bien era programada y con relativamente poco riesgo de vida, no dejaba de ser muy invasiva. Para contrarrestar toda especulación, la primera dama se metió al cuarto de recuperación con todo y cámaras, para mostrarle al país que el presidente estaba bien y vivo (hecho no demostrado fehacientemente), de modo que el país y el mundo asistieron al lamentable espectáculo de un hombre groggy, con cara de estar en marte y vivir ahí, como frecuentemente se nos ocurría pensar.

Juan Sigfrido Millán Lizárraga se puso en manos de especialistas de alto nivel para resolver también problemas vertebrales, sin informar públicamente, y lo que es peor: desobedeciendo las limitaciones médicas para no desatender sus obligaciones.

Los ejemplos abundan, aunque hay que entender que todos en su momento tienen la responsabilidad de ocultar la gravedad de las noticias, para evitar un posible desplome en los índices de las bolsas de valores en el mundo.

TRES DÍAS DE CAMPAÑA Y LUEGO

A ESPERAR LOS RESULTADOS

Formalmente, este miércoles terminan las actividades de proselitismo. Los candidatos deberán mantener tres días de silencio absoluto antes de la jornada electoral, aunque ello no significa por supuesto, que se vayan a quedar cruzados de brazos. Para aquellos que se mantuvieron en la peles a lo largo de la campaña, y que llegan a su término con ventajas o desventajas relativamente pequeñas, la jornada electoral, llamada “el día D”, se convierte en el momento más importante, no sólo porque el ciudadano emite el voto, sino porque se ha generado todo un protocolo de operación “para sacar a la gene a votar”.

Este domingo los mexicanos estaremos votando para elegir a quinientos diputados federales con sus respectivos suplentes; en nueve estados habrá elección de gobernadores, y en dieciséis de las treinta y dos entidades federativas del país, se elegirá también a quinientos noventa y ocho diputados locales y ochocientos ochenta y siete alcaldes. A ese gran total de mil noviecientos noventa y cuatro puestos en disputa, habría que sumar los de regidores, que en promedio de todos esos estados, deben sumar unas nueve mil posiciones.

Todas esas son chambas jugosas apetecibles, que además de buenos salarios, tienen compensaciones, prestaciones que no cualquiera recibe, y sobre todo, una apreciable cuota de poder que en muchos de los casos se traduce en capacidad para hacer negocios al amparo de los presupuestos oficiales.

¿Se imagina usted cuántos de ellos no estarán tronándose los dedos desde ahorita? Ellos y los entornos de los candidatos, sobre todo de aquellos que buscan gubernaturas, alcaldías, en los que se toman decisiones que pueden hacer la gran diferencia entre los que se consideran exitosos, y los que “no la van a hacer” durante el siguiente sexenio o el siguiente trienio, según el nivel que busque el gallo al que le apostaron.

En Sinaloa las campañas han sido relativamente tranquilas, con excepción el segundo distrito, donde los ánimos se calentaron de tal modo, que incluso hubo un disparo contra la camioneta del candidato priísta a la diputación federal ahomense, y luego hubo una viva disputa para colocar en la conciencia de los electores que quien disparó fue alguien identificado con el PAN, o bien, que el disparo fue una acción de autovictimización para elevar las simpatías por el priísta.

La expectación se centra en tres distritos: ese segundo, donde el PAN se juega el todo por el todo tratando de ganarle no sólo al PRI, sino al tercer piso, para mandar un mensaje de que el gobierno local jugaría del lado del PAN en la sucesión del año próximo, y donde los priístas buscan a toda costa demostrar que Ahome ha vuelto a ser territorio Telcel, es decir, tricolor.

Está el cuarto distrito, con sede en Guasave, donde el alcalde Armando Leyson Castro tripula la campaña del doctor Chuy López, del PAN, para demostrar que él solo puede ganarles a todos los grupos del PRI, aunque se hayan unido después de haberle dado el triunfo con la separación vivida durante los comicios del 2013.

Y está el octavo distrito, donde por primera vez en muchos años, el PRI llega al fin de la campaña con una ventaja en las encuestas y en el ánimo de los grupos de ese partido, que había acumulado derrota tras derrota precisamente a causa de las divisiones, que hoy fueron procesadas adecuadamente, hasta incorporar a cada uno de ellos a las actividades de campaña.

Sin embargo, el propio candidato advierte que no debe haber confianza y que no se bajarán las actividades de aquí al miércoles.

En el PAN por supuesto, desmienten la desventaja y sostienen que siguen en posibilidades de alcanzar la victoria.