DOMINGRILLA POR FRANCISCO CHIQUETE

0
99

El presidente y el coronel Nathan Jessup; Cuén celebra el round del atorón a AMLO; hierve la grilla en municipios y distritos

Bájenle a su prepotencia.

Así dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando una periodista le preguntó qué pasa con la Ley de Datos Personales que violo con la revelación del número de teléfono privado de la corresponsal del periódico New York Times en México.

Por encima de esa ley, está la autoridad moral y la autoridad política, sostuvo el mandatario.

Si usted es cinéfilo, recordará la película Cuestión de Honor, protagonizada por Jack Nicholson y Tom Cruise. Ahí el personaje de Nicholson, coronel Nathan Jessup, asediado por el interrogatorios, confiesa haber ordenado la aplicación de un código rojo, que significaba privar de la vida a su subalterno, el marine Santiago. Después de hacer esa confesión, el militar se desconcierta al saber que se le hacen cargos por violar la ley. Era mi responsabilidad, mi autoridad, sostiene.

Como ese coronel, el presidente se defiende poniendo su autoridad sobre la ley. Por supuesto, estamos comparando con una ficción, pero al menos en ésta el resultado fue la aplicación de la ley, no el triunfo de una autoridad que se erige por encima de cualquier instancia.

Hice mi trabajo y lo haría de nuevo, reiteró el coronel.

¿Fue un error? ¿Volvería a hacerlo? Le preguntaron al presidente. Negó que hubiese sido un error y aseveró luego que sí volvería a hacerlo porque por encima de esa ley está su autoridad moral.

No es el único caso. Apenas dos días atrás López Obrador había dicho con toda frescura que intervino ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuando la presidía Arturo Zaldívar, para pedir el manejo “adecuado” de casos importantes. Utilizando su característico tono irónico, precisó que lo hizo “con todo respeto”, y que el presidente de la Corte habló con los jueces “con todo respeto” (en este caso el respeto no fue mencionado con ironía, sino con burla absoluta).

El aludido Arturo Zaldívar no sólo aceptó la intervención del titular del Poder Ejecutivo en asuntos del Poder Judicial, sino que hasta lo justificó y dijo que se trata de hechos normales en toda democracia. Un hombre pequeño, no sólo sometido, sino entregado.

López Obrador todavía insistió en que no pasaba nada, que si la corresponsal del NYT se sentía en peligro, bastaba con cambiar de teléfono. En cambio a sus hijos, acusados de recibir dinero del narco, nadie les iba a reparar la imagen.

La justificación es que la reportera lo calumnió, pero ¿qué es lo que hizo esta mujer? Le envió una carta explicando que estaba por publicarse un reportaje sobre investigaciones de agencias estadunidenses, acerca del manejo de dinero del narco en sus campañas electorales, a través de colaboradores cercanos y presuntamente hasta de sus hijos. El reportaje explicaba que las agencias decidieron no seguir adelante por no encontrar condiciones para hacerlo, pero siendo la

investigación por si misma una noticia importante, le pedía sus opiniones sobre diversos aspectos del trabajo a publicar o de las acciones de esas partes del referido gobierno.

El presidente considera que la periodista lo estaba calumniando y que él tenía derecho a colocarse por encima de la ley “¿yo no tengo derecho a defenderme?” preguntó. Pero la respuesta es obvia: nadie tiene derecho a tomar justicia por su propia mano, ni mucho menos por encima de la ley.

Lo que el Presidente de la República está planteando es la vigenia de la Ley del Talión.

¿Se imaginan ustedes la desgracia que significaría para el país que 180 mil familias ofendidas por los respectivos asesinatos de parientes suyos se lanzaran a cobrarse así, ojo por ijo, diente por diente?

MELESIO CUÉN TIENE

POR QUÉ FESTEJAR

Ayer por la noche empezó a circular en redes un video que subió el propio interesado. Héctor Melesio Cuén Ojeda aparece bailando jacarandosamente, en una reunión familiar. Sin duda se trataba de una fecha importante para el núcleo, pero era evidente que Cuén quería hacer saber su contento, aunque no puso una sola línea para sobre las causas de la alegría.

De que tiene motivos, los tiene. Cuando él y los suyos estaban arrinconados, con el conflicto UAS-Estado plenamente encerrado en los procesos judiciales, viene el presidente López Obrador y les abre una puerta que parecía impensable: crear una mesa de negociación política conducida por la Secretaría de Gobernación.

Hasta antes de esto, el rector retirado Jesús Madueña Molina, el encargado de la rectoría, Robespierre Lizárraga Otero y varios colaboradores, entre ellos el hijo de Melesio Cuén, de los mismos nombres, estaban camino a una inapelable declaratoria de culpabilidad, en procesos judiciales durante los cuales sólo habían podido hacer travesuras como las de declararse enfermos o con abogados desaparecidos, para posponer las audiencias y hacer enojar al gobernador.

Pero hoy el asunto pasa del carril judicial al político, y nada menos que por instrucciones del Presidente de la República, y justo tres o cuatro horas después que éste se había declarado hermano del gobernador.

No fue una concesión espontánea, sino producto de una movilización. Como ya se sabe, más de mil universitarios del sur de Sinaloa esperaron a López Obrador en su llegada al Hotel El Cid, donde pernoctó, le bloquearon momentáneamente el paso y le expresaron su inconformidad con el gobernador, cuya salida exigían a gritos. Viejo zorro, el presidente se mantuvo sereno y si bien inicialmente dijo que se trataba de un asunto local, que se debe resolver localmente, terminó por ofrecer una mesa de diálogo en la Secretaría de Gobernación. Después llegó a la entrada del hotel, donde fue recibido por la familia Berdegué, que es siempre su anfitriona en Mazatlán. Afuera quedaron los manifestantes gritones.

Ello no garantiza nada. Puede llegar a la conclusión de que no hubo voluntad para dialogar, que se les ofreció el espacio pero fueron irreductibles, pero mientras eso pasa, hay una alternativa,

aunque sea sólo formal, mucho más agradable que la vía única de procesos judiciales que caminan por una vía muy predecible.

Digan ustedes si Cuén tenía o no motivaciones para festejar como lo hizo, con un alegre y enjundioso baile.

Si usted es chismoso o chismosa, le daré el gusto de precisarle qué bailaba don Héctor Melesio Cuén Ojeda. No eran las energéticas Czardas, ni las populares Bodas de Luis Alonso o algún flemático vals de Johann Strauss hijo. El ex rector de la máxima casa de estudios de Sinaloa bailaba al son del Noa Noa, de Juan Gabriel.

NADA PARA NADIE

Pese a que se acerca el fin de los plazos legales, Morena sigue provocando tensiones e hipertensiones en muchos de sus cuadros, desesperados unos por saber si alcanzarán a llegar a la candidatura que ya les ofrecieron, o los otros, si todavía tienen esperanzas de tumbar a los que aparecieron originalmente.

Dos casos son los más asediados: Ahome y Mazatlán. Aunque Ahome está formalmente amarrado para Gerardo Octavio Vargas Landeros, mientras no se anuncie oficialmente quién irá por la diputación federal del segundo distrito, van a continuar las especulaciones en torno a si se da o no la posible reelección municipal. Y es que Vargas se fue de bocas a la hora de agandallar y no se conformó con su propia posición, sino que pretendió proyectar a su mano derecha y compañero de inacabables chocoaventuras, Genaro García Castro, a quien ya le tumbaron.

Para la diputación se han manejado muchos nombres, incluido el de la actual diputada Ana Elizabeth Ayala Leyva, pero en las listas oficiales el lugar sigue apareciendo como pendiente.

En el caso de Mazatlán todos los días se hace y se rehace la famosa lista, y aunque nadie ha dicho que no va la secretaria de turismo, Estrella Palacios, hay varios que le están entrando con fe a la grilla. El más movido es el alcalde Edgar González Zataráin, quien pese a su promesa de no moverse sin autorización, armó alianzas con varios de los fundamentalistas locales de Morena.

Cuando se les advierte que este municipio está reservado para el género femenino, aseveran que habrá cambios, que precisamente por eso está la duda de Ahome. Según sus versiones, supuestamente respaldadas con versiones provenientes “de la dirigencia nacional”, será en Ahome y Guasave donde tenga cabida el famosísimo concepto de la equidad de géneros.

En este ambiente tan revuelto, hay otro que se mueve como en sus buenos tiempos: el ex alcalde Alejandro Higuera Osuna había suspendido su activismo cuando no apareció en la primera lista, pero luego se reinventó con la versión de que sería el coordinador de campaña de Estrella Palacios. Hoy vuelve a las andadas haciendo que sus cercanos lo divulguen como amarrado para la diputación local del distrito XX o XIX, y si por alguna “lejana” razón no ocurre, se vuelve a manejar como el nuevo secretario de Turismo, pues sus amigos sostienen también que Estrella Palacios se iría a uno de esos distritos locales.

PLEITO ANTICLIMÁTICO

La campaña que no promete ser muy divertida es la que protagonizarán dos recientes ocupantes de la Secretaría de Educación Pública y Cultura, Graciela Domínguez Nava y Juan Alfonso Mejía López Lizárraga.

Competirán por el primer distrito. Graciela con el apoyo de Morena, aunque formalmente va “siglada” por el Partido Verde Ecologista de México, mientras Juan Alfonso es posición del PAN, respaldada por el PRI, el PRD y el PAS.

Ni uno ni otra son dueños de una oratoria que entusiasme a los públicos. Aunque Graciela era de lenguaje muy fuerte y muy duro cuando era opositora, como candidata oficialista está obligada a defender hasta las causas y posiciones más controvertidas, lo que le quita libertad de acción. Vamos a ver cómo se la ve para procesar las quejas contra las alcaldesas de Morena en Escuinapa y Rosario, donde las cosas han andado de la patada, y luego las de Mazatlán, donde es normal que caminemos sobre aguas negras sin que la Jumapam tenga la entereza de salir a dar la cara, mucho menos de aparecer para ofrecer soluciones.

Juan Alfonso por su parte tiene capacidad para armar señalamientos muy duros, contundentes, dueño de una educación y cultura de altos niveles, conoce a la administración pública y tiene toda la información necesaria para acreditar que la educación no marcha por buen camino en nuestro país, e incluso para hacer ver las faltas o carencias de su oponente en la Sepyc. El problema es que su discurso sigue más cercano a los tiempos de la Sorbona que a estas épocas en que la raza exige saber de qué le están hablando.

LOS TIEMPOS

CAMBIAN

Todos los concordenses fueron felices el viernes, al ver que se terminaba uno de sus problemas más graves, la falta de agua. El gobierno de Rubén Rocha Moya les construyó, con el apoyo del presidente López Obrador, un acueducto que les surte del vital líquido desde la presa Picachos. Y encima fue el presidente a inaugurarlo.

Los políticos concordenses estaban encantados de la vida, hablando maravillas de la obra y hasta asintiendo cuando se aseveró que ningún otro gobierno se había preocupado por darles una respuesta de esas. En realidad ya la había habido, me parece que con Renato Vega Alvarado, aunque evidentemente se agotó y ya no alcanzó a ser eficiente para estos tiempos.

Pero todos los que festejaban y hablaban maravillas se olvidaron que en décadas pasadas encabezaron una lucha intensa para que les construyeran la Presa de Coyotes, que era, según clamaban, la solución definitiva y mejor, pues no sólo garantizaba el agua, sino que ponía en funcionamiento un pequeño distrito de riego que influiría muy benéficamente en la maltratada economía del municipio.

Es que los tiempos cambian y los políticos también. Ellos cambiaron de partido y por lo visto, también de metas y de causas. Como antes, hay que loar lo que les llevaron, y ya.