Tercera Llamada

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Ismael Estrella Guerrero
Al turista se le respeta… Y al local también
 
Ya lo dijo el alcalde Carlos Felton y se supone que su palabra es ley –bueno, aunque no siempre cumple con sus designios-, hay que cuidar al turista, que se le cobre lo qué es y que no incrementen tarifas como ocurre cuando tenemos enfrente eventos como las fiestas del Carnaval, que son aprovechadas por los vivales para hacer su “agosto” sin importarles la imagen que pueda crearle a Mazatlán, al no respetar la tarifas que usualmente se cobran ya sea en hoteles, o en otro servicio turístico.
Por lo pronto, la autoridad municipal ya se reunió con hoteleros con la intención de concientizarlos y hacerles ver la necesidad imperante de mantener los precios sin alterarlos ante la demanda que históricamente se presenta en ese tipo de festejos.
“Debemos cuidar al turista que nos visita”, es una de las exclamaciones de Felton,  para que regresen y desde luego se conviertan en portavoz de las bellezas que existen en este lugar y como consecuencia, venga más gente.

Se dice que la Secretaría de Turismo, detectó al menos un par de hoteles que aumentaron sus precios para quienes desean reservar durante las fiestas de Carnaval, y Canaco Servytur Mazatlán en su momento también ya lo había manifestado. 


Felton propone que hay que cobrar lo justo.
¡Ouch! 
¿Dónde lo he escuchado?

Para darnos una idea de lo que comento, hace una década –y pueden ser más años, aseguro- así lo leíamos en la prensa local:
“Turistas provenientes de diferentes partes del país se quejaron amargamente por los aumentos a las tarifas de hotel, transporte público, restaurantero y otros que aprovechan la anarquía que ocurre en periodos de vacaciones para cobrar lo que se le pega su regalada gana”.
 Así lo hemos leído en la actualidad:
“No solamente los hoteles han incrementado sus costos por habitación en el periodo vacacional, también el sector transporte ha hecho de la llegada de los turistas a Mazatlán su agosto al costo, con el aumento en las tarifas hasta en un 50 por ciento”.
Si nos damos cuenta, las coincidencias son las mismas.
O mejor dicho, es cíclico.
La codicia con que actúan quienes se dedican al asunto del turismo es inacabable, así como también las quejas que ellos mismos vierten en las épocas cuando no hay arribazón de visitantes.
No es nada raro.
Cada año, por siempre, ha ocurrido así.
Cuando hay jauja, hay que “clavar el diente”
Pero cuando se trata de “vacas flacas”, hay que llorar y los turisteros así tienen el mejor pretexto para seguir pidiendo apoyos.
Año con año es lo mismo, es como si se reciclaran para regresar a las andadas importándoles un comino lo que pueda suceder después.
Por lo pronto, lo que les interesa es sacarle jugo a los que vienen aunque sigan creando una pésima imagen a los ojos de propios y extraños a sabiendas de que no les va a ocurrir nada y que los turistas regresarán al año que sigue. Cuando menos así se han presentado las cosas.   
En la hotelería siempre se presenta el mismo caso:
Le presentan un precio por cuarto y a la hora buena se lo duplican, o triplican y “si no quiere, búsquele en otro lugar”. Claro que se aprovechan que ya no encontrarán disponibilidad en otro y el turista tendrá que apechugar el coraje y pagar lo que cobran.
Y qué decir del transporte público:
La dejada mínima es de 60 pesos, y ojo, si su acento es de otra ciudad, apriete la billetera por que le aumentarán cuando menos 20 pesos.
Cabe señalar que soluciones para ese problema existen, pero no lo acatan, en este caso quienes prestan el servicio de transporte público, llámese taxis, aurigas, pulmonías o como quiera, tienen la obligación de traer la lista de precios por kilómetros o distancia pegada cuando menos el parabrisas del automóvil, en el que incluyan la foto con el nombre conductor y número asignado por la autoridad.
En los próximos días habrá una nueva reunión con los prestadores de servicios a fin de hacerles llegar de nuevo el exhorto.
¿De qué cuero saldrán más correas?