Tercera llamada… La espada

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Ismael Estrella Guerrero

El rescate de los valores culturales que ayuden a preservar el legado histórico que nos dejaron nuestros ancestros debe ser una de las tareas principales que las autoridades deben considerar para preservarlas.

Hace tres años iniciaron con las prohibición de “narcorridos” en ligares donde se preste algún servicio, del que sea, sin embargo, nunca ofrecieron un efecto que contrarreste el efecto de esa música, ahora más en boga con el caso del Chapo Guzmán.

Dicen que esta clase de manifestaciones sólo provocan cambios en la formación del individuo al querer tomar como ejemplo a los personajes que citan en sus canciones.

Nuestro folklore es vasto, tanto en música como danza, amén de otras derivaciones, pero desgraciadamente quienes se dedican a esto, llámese como se llamen, históricamente se han interesado más en promover la cultura extranjerizante, que no deja de ser placentero, pero si queremos desarraigar costumbres que no nos corresponden y muchos menos son nuestras, entonces porque no darle realce a los valores tangibles que existen a raudales.

Desgraciadamente le dan mayor importancia a influencias que fueron adoptadas por la gente que tenía una posición económica bastante solvente y con el paso de los años la adoptaron como si fuera propia, dejando de lado lo que realmente nos pertenecía y que ahora lo ven como algo de museo; o solamente cuando hay que presumir ante quienes nos visitan.

La ópera o la danza clásica les es más llamativa que nuestra música vernácula o danza folklórica, es decir le dan más espacio a lo primero que a lo segundo y si no, asómese al teatro Angela Peralta, por citar un ejemplo.

Y nos damos cuenta de lo raro que es para que apoyen tales manifestaciones nuestras como es debido, pese a que cuando nuestros artistas son invitados a otros países, lo primero que les piden es que bailen o toquen lo que es meramente mexicano. Pero, bueno, esto es harina de otro costal.

Por ello, la abulia con que actúan los responsables de las áreas correspondientes deja mucho que desear.

Por citar otro ejemplo diverso:

En el sur de Sinaloa se dan casos que provocan en algunos el coraje y en la mayoría el valemadrismo.

En el municipio de Rosario desde hace años, por lo menos 20, en la comunidad de Chametla mostraron interés por mantener viva la tradición que por mucho tiempo se dio en la región del «Chiametlán» y construyeron un pequeño museo por considerar que era mejor forma de lograrlo.

Se creó con la visión de hacerlo crecer, aprovechando que el hallazgo de piezas arqueológicas era muy común.

De hecho, la gente las sacaba «por montones» pero las vendían al mejor postor.

Los principales clientes eran los «gringos».

Se llevaban las piezas que compraban a precios irrisorios.

La gente de Chametla tenía en esto su modus vivendi, y ninguna autoridad hizo nada por evitarlo.

Incluso hay quienes todavía buscan la espada de Hernán Cortez. Por aquello de la leyenda.

¿La conoce?

Bueno, ahí le va.

Dicen que cuando el conquistador ibérico llegó al lugar, (aseguran además que fue el primer puerto cercano al golfo de California al que llegó) subió al cerro que está frente a Chametla, para divisar sus embarcaciones.

Tuvo un desaguisado con un grupo de Acaxees, Xiximes o Totorames (naturales de la región) del que salió airoso y que en el combate perdió la espada.

En la actualidad hay quienes se aventuran a decir que lo de la espada fue un hecho real y que hace muchos años un extranjero la encontró y se la llevó.

Desde luego que las leyendas nutren más la imaginación de los pueblos y que provoca que su historia se acreciente.

Sea verdad o falso, el asunto es que las muestras de lo que existe en estos poblados es muy extenso y es momento que no le toman la atención debida.

Eso sí, si se trata de realizar algún evento promocional turístico o algo similar, pa´pronto toman en cuenta los lugares, pero es todo; llegan se toman fotos, envían los boletines de prensa., hacen un verdadero escándalo y dicen y aseguran y…

Después ya no pasa nada.

Los museos desgraciadamente también son parte de esa abulia gubernamental.

Los tienen de adorno porque no tienen los, presupuestos necesarios para promocionarlos como es debido y enseñar a propios y extraños nuestra riqueza cultural.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia- y los demás institutos que dicen estar inmersos en el apoyo “a todos” los valores- debe dedicar más tiempo al estudio de ese tipo de cosas, y no dedicarse únicamente a prohibir o aprobar la construcción o destrucción de edificios históricos.

¿O será que es lo que deja más lana?

Y no es que sean borregos.

 

ismael.estrella@debate.com.mx