EN LA GRILLA

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No, Don José Alfredo, aquí se arremete contra el pobre y contra el millonario

FRANCISCO CHIQUETE

Don José Alfredo Jiménez dejó escriturado que “aquí hasta un pobre se siente millonario” y los mazatlecos lo hemos tomado muy a pecho. Por lo pronto el alcalde Luis Guillermo Benítez Torres ha preconizado la frase y también la ha aplicado en sentido casi inverso: al millonario Ernesto Coppel Kelly y al paupérrimo Luis Alonso Enamorado les ha ido como en feria, sólo por citar los dos ejemplos más notorios.

Recientemente, la cadena hotelera Pueblo Bonito, que encabeza Coppel Kelly, fue considerada como una de las veinte mejores empresas del país -en el sitio 11-, para trabajar en ellas.

Eso significa que sus prestaciones, trato del personal, expectativas de desarrollo laboral y ambiente de trabajo en general son los mejores.

Me enteré del asunto por un amigo que maneja información económica en la Ciudad de México y que quería saber cuáles eran los privilegios oficiales que le permitían al Grupo Pueblo Bonito operar en condiciones tan positivas. Cuando le platiqué la polémica generada por el alcalde contra el presidente del grupo hotelero creyó que le estaba gastando una broma.

Por supuesto, su idea como analista económico, es que las autoridades y las ciudades deben cuidar a sus recursos humanos, apoyarlos y alentarlos para que generen o sigan generando empleos de calidad, desarrollo económico y en el caso de Los destinos turísticos, para que generen nuevos elementos que hagan más atractivo al lugar.

Y precisamente ahí arrancó el pleito, le expliqué: Coppel Kelly ha sido insistente impulsor de una inversión multimillonaria para traer acá un acuario de nivel internacional, mientras Benítez Torres quería que siguiese funcionando el acuario actual, al que utilizó como bandera electoral. Tenía sus razones. Ya hoy con el nuevo proyecto en marcha y el alcalde allanado ante la realidad, un grupo destacado de sus seguidores lo tiene por traidor a la cuarta transformación.

En la parte fuerte del enfrentamiento Benítez amenazó con poner al empresario “un bozalito municipal”.

Mazatlán ha vivido una transformación a velocidad intensiva, que en términos generales no le ha caído bien al munícipe, cuyos primeros meses estuvieron empeñados en hacer consenso para deshacer la remodelación del malecón porque quería regresar el estacionamiento al centro de la rua, aunque volviese a costar dinero.

Las aguas están calmadas por el momento y los proyectos siguen adelante, pero para Benítez Torres no hay punto de descanso. Coppel Kelly sigue siendo un símbolo de lo que él no quiere, aunque el hotelero insista en hacer inversiones en Mazatlán, aún cuando sus negocios florecen en Los Cabos, donde hay un turismo que genera más derrama.

Tampoco hay para Benítez Torres enemigo pequeño: Luis Alonso Enamorado es el editor de un modesto periódico turístico a quien se le ocurrió que la cuarta transformación era campo propicio para revivir uno de los más nobles proyectos ciudadanos, hoy desaparecido por los intereses políticos, fundamentalmente del ex alcalde panista Alejandro Higuera Osuna.

La Feria del Libro y las Artes regaló jornadas inolvidables de divulgación de la lectura y Enamorado fue uno de los elementos ejecutivos en el equipo de Pepe Franco, creador del concepto. Planteó el proyecto a Benítez y éste dijo que sí (en realidad dijo “sí” a todo lo que le pidieron, a sabiendas de que no podría cumplir con todo).

El canal para la realización de la Feliart fue el primer director del Instituto de Cultura en este trienio, Óscar Blancarte, quien terminó reventado ante las imposiciones del alcalde. Al irse Blancarte se fue también la Feliart, porque supuso el señor autoridad que no pasaría nada si se desbarataba un proyecto de su excolaborador.

Pero cuando le dijeron que todo estaba listo, que apoquinara, montó en cólera y se rajó como los buenos, y para no quedar mal, arremetió contra Enamorado insinuando al principio y sosteniendo después que no era una persona confiable y que por eso no le quería soltar los recursos.

Eso sólo lo puede hacer alguien que desconoce el funcionamiento institucional. Nadie agarra dinero oficial y lo entrega a la buena de Dios; hay canales para controlar cada gasto. Pero además, sólo un mal alma puede lanzarse contra el prestigio de una persona sólo por salir de un mal paso.

Conozco a Luis Alonso Enamorado desde 1977, cuando coincidimos en el periódico Sinaloa Opina. Él vendía suscripciones y luego fue agente de publicidad. Después de pasar por varios medios armó su publicación MazTurismo y desde ahí se ha hecho de una presencia cotidiana en la industria sin chimeneas.

A pesar del ambiente resbaladizo, de las penurias y los antecedentes de otros colegas suyos, Enamorado jamás se ha visto envuelto en un escándalo, nadie lo ha acusado de nada ni tiene una imagen que justifique las lamentables descalificaciones de Benítez, quien le mantuvo una la símpatía sólo durante las décadas en que coincidieron como contertulios en las pisteadas de La Fonda que hoy es de Chalío. Ya como autoridad le mostró los colmillos.

A Carlos Salinas de Gortari le decían el Hood Robin porque robaba a los pobres para dar a los ricos. Al alcalde no le podemos llamar Alfredo José porque quite satisfacciones a los pobres para darlas a los ricos. Lo que hace es emparejar a unos y otros, revelándose como un democratizador de la diatriba.