EN LA GRILLA

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*Los Montesco y los Capuleto disputan el PRI

*Hasta Toledo Corro entró en la danza tricolor

*Sólo cuatro municipios chicos ceden el predial

 

FRANCISCO CHIQUETE

 

No son los Montesco contra los Capuleto. Ni siquiera pobres contra ricos, porque las dos familias son encabezadas por gente que las puede. Lo que sí, es que resulta inminente el riesgo de un enfrentamiento sin remedio, porque las dos partes están obsesionadas con salirse con la suya, sin importar la profundidad de los sentimientos.

Por un lado, los de siempre. Los jorgeabelistas que no quieren saber de convivencias con el enemigo. Su pareja ideal está conformada por Eduardo Arce Becerra y la doctora Lety Aguayo. Ambos han sido presidentes del comité municipal del PRI, aunque ambos tienen rato fuera de las lides oficiales y partidistas.

Técnicamente se encuentran en desventaja, pues todos los grupos dicen ir contra Jorge Abel, quien no se resigna a compartir, mucho menos a perder el control de la estructura partidista, quizá convencido de que le pertenecen (tanto tiempo las ha tenido, pese a que al final se le han ido varios por la libre, como ocurrió con Maribel Chollet); o de que retener ese membrete le es crucial para alcanzar la candidatura a diputado federal por el octavo distrito, esa que manifiesta no tener interés en conseguir, pero que aceptaría en razón del sacrificio que todo militante debe ofrecer a su organización, y a su pueblo, por supuesto.

Los Montesco (¿o son los Capuleto?) tienen la idea de que alcanzarán la victoria con una especie de frente amplio, ese invento de los que pregonan sobre la democracia, y que terminan lanzando al basurero a quienes fueron sus compañeros de viaje. Tienen linaje y prosapia, que pretenden compensar con alguien del populacho, pero ese parece ser su punto débil.

Ricardo Ramírez González encabeza la fórmula. No es un priísta de militancias acabadas, aunque su pertenencia a las administraciones del tricolor le da el barniz que se requiere para el asunto.

Por lo menos fue el primero en gobernar a Mazatlán para el PRI entre 1996 y el 2003, cuando el Congreso del Estado lo nombró segundo alcalde sustituto de Mazatlán, durante un trienio iniciado por el innombrable, defenestrado bajo la condena popular y de la clase política, sustituido inicialmente por Gerardo Rosete Ramírez, quien a los meses ya enfrentaba un ingobernable problema presupuestal.

Se esperaba que con un alcalde proclive al tricolor, Mazatlán sería reconquistado por ese partido, pero Alejandro Higuera Osuna, del PAN, encontró el modo de ser alcalde por segunda vez, enfrentando por primera ocasión a Miguel Ángel García Granados. Tres años después vendría el triunfo de Jorge Abel, con su primera oportunidad desde que casi se iba del PRI en 1998.

Ramírez González apareció después de barajarse varias posibilidades, sobre todo la de proponer un nombre con cierto peso para enfrentar a la dispersión del priísmo, que abundó en aspirantes sin currículums espectaculares.

Además recurrió a lo que en otros tiempos habría sido el beso del diablo: obtuvo la recomendación de Antonio Toledo Corro, cuyos mejores tiempos políticos se suponen pasados, pero que todavía es escuchado, por lo visto.

El punto flaco de Ramírez González es su candidata a secretaria general. Si a él lo recomendó Toledo Corro, a su compañera de fórmuila, Bety Bonel Colio, la impulsa nada menos que la senadora Diva Hadamira Gastélum Bajo, lo que por si mismo no es bueno ni es malo, pero sí enreda más la situación del priísmo en un municipio donde nadie viene a ayudar, sólo a meter mano y a negociar con quien haya que negociar, incluso fuera del triclor, en un momento de necesidad, que han sido muchos.

En el merequetengue, habrá que esperar a ver qué hace cada quién y cómo se desenredan las cosas que se han revuelo de manera espectacular.

En el frente único advierten que el escurridizo dirigente cetemista Gonzalo Figueroa ya se fue al jorgeabelismo, a pesar de sus reiterados juramentos de que no volvería después que no consiguió gran cosa, mucho menos una nueva candidatura a diputado local, mientras trabajó bajo la sombra del actual delegado de la Semarnat.

Pero también se asegura que el candidato del jorgeabelismo, Eduardo Arce, ya le había firmado su anuencia a Ricardo Ramírez, durante los tiempos en que Arce establecía que sí aspiraba a ser el nuevo dirigente, pero no pujaría si no conseguía unanimidad entre los catorce grupos identificados en el PRI local.

Hoy se vence el plazo para que se pongan de acuerdo, y es obvio que no lo van a lograr. López Sánchez perdió una gran oportunidad para sumarse a la comunidad en general, interactuando con los grupos que ahora lo ven como el enemigo. Los rivales han perdido la oportunidad de ponerse de acuerdo para ponerle y hasta aquí.

Martha Tamayo tiene aquí su más fuerte reto.

PESE A TODO, NO HAN

LOGRADO GRAN AVANCE

Casi desalentado, el secretario de Administración y Finanzas, Armando Villarreal Ibarra reconoce que no ha podido pegar su chicle en la tarea de convencer a los municipios para que le cedan al estado las tareas de cobro del impuesto predial. Ni los ofrecimientos ni las advertencias han hcho que prospere la idea.

Tan solo cuatro magros municipios, de los más pequeños, han dado su aquiescencia. Insuficientes para generar un movimiento y para convencer a la federación de que aquí las cosas marchan como allá las están queriendo empujar.

Por supuesto, el secretario asevera que no habrá presiones, que los municipios que no firmen no van a enfrentar ningún problema (represalias, pues), y que el castigo que enfrenten será que no les van a llegar mayores participaciones económicas de la federación, que esa ha sido la zanahoria ofrecida para motivar la carrera.

Por supuesto que como dijo Yogi Berra, “esto no se acaba hasta que se acaba”. Por eso en días pasados vino Villarreal, acompañado de su equipo, para pedir a los regidores mazatlecos que le volvieran a echar una pensadita, y algo consiguieron, pues ya los panistas empezaron a decir que no era malo, aunque todavía no los convencían del todo.

Es que les falta información, insiste Villarreal, quien dispone de aquí al ocho de agosto para hacerlos cambiar de idea, aunque como él deja ver, tiene que ser sin hacerles manita de cochi.

CULIACÁN TIENE DOS

NUEVOS DELITOS

Si pasarse un alto a medianoche es motivo de detención, como le pasó a Juan Guerra junior, con todo y su sesión de léxico florido, hoy en Culiacán hay dos nuevos delitos, motivo de detención, sobre todo si es en flagrancia.

Ayer una treintena de chamacos festejaban el triunfo de México, cuando la Policía Preventiva Municipal culiche hizo acto de presencia para aplicar su programa de cero tolerancia, que  a estas alturas ya recuerda más al IV Reich, aquel que pregonaba su lema de “orden, onradez y ornato”.

Y si es delito festejar un triunfo de la selección, a pesar de lo insólitos que resultan, también es delito cubrir esas expresiones, a juzgar por la detención, con las manos amarradas y todo (ahora usaron cinchos, para queno los acusen de esposar al infractor ¡qué sutiles!, de un compañero reportero de TV Azteca. En el reino de don Sergio todo puede pasar.