ELECCIONES EN URUGUAY EN SEGUNDA VUELTA.

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Dos estandartes distinguieron a la Republica de Oriente de Uruguay: 1.- Una segunda vuelta cuyo resultado fue un empate técnico. En efecto, después de una noche electoral de infarto y un escrutinio inédito porque la emisión de sufragios fue muy apretada, habrá que esperar que la Corte Electoral examine todos los votos para anunciar el nombre del vencedor de las presidenciales uruguayas, celebradas el domingo.Con el 100% escrutado, el resultado ha dado una leve ventaja al líder de la coalición de derecha, Luis Lacalle Pou, que ha sacado 28.666 votos más que su rival, Daniel Martínez, del oficialista Frente Amplio.

2.- A pesar de la elección bastante reñida el gobierno, los partidos y la ciudadanía se comportaron con una muestra de civilidad que extrañamos en una América Latina polarizada hasta decir basta. Los ciudadanos fueron a votar en paz e inclusive los partidarios Bloque Opositor y el Frente de Derecha se encontraban en la calle y en las ánforas receptoras de votos y se saludaban y algunos de abrazaban. Incluso en este marco de espera, en el que Tribunal Electoral cuenta voto por voto para tener la certidumbre de que candidato a presidencia gano la elección, los uruguayos fumando esperan los resultados de aquella institución, que dará seguramente hasta fin de semana.

LOS CHARRÚAS A LA ESPERA DEL PRESIDENTE.

Seguramente los Latinoamericanos miran con envidia las muestras de civilidad de los charrúas, porque sus sociedades están polarizadas hasta la ultraizquierda y la ultraderecha y por tanto sus partidos y autoridades electorales son incapaces, ya no digamos de gobernar, sino de dialogar y contar lucidez aritmética votos de sus elecciones, pues viven inmersos en las viejos y lesivos fraudes no tan patrióticos y demás mañas y no pocas artimañas.

Veamos este acto de honradez, que completa la fiesta uruguaya: el candidato del Frente Amplio que tiene mayores posibilidades de perder, Javier Miranda, expresó en un discurso que lo enaltece: “Lo primero que quiero decir (…), y no es una frase hecha, es la cultura cívica, la institucionalidad democrática, de la sociedad uruguaya, la madurez democrática de nuestra gente. Los números expresaron ciertas paridades que podían augurar mayor confrontación, gesto no ocurrió.” Enseguida enfatizó: “Si la Corte Electoral (…) decide que nuestro lugar sea el de la oposición, tengan la certeza que el Frente Amplio va a ser una oposición constructiva, que defenderá las conquistas logradas en estos 15 años».

De frente a esta limpieza en los comicios, que sólo a Costa Rica le adornan, no sentirán vergüenza Trump, Bolsonaro, Maduro, Ortega, Lenin, Evo Morales, Andrés Manuel, Duque, Piñera, Díaz-Canel, que se han encargado de polarizar a sus sociedades y algunos de ellos gobiernan como dictadorzuelos y hacen miles de trapacerías para mantenerse en el poder. Quizá este ejemplo cívico les haga recapacitar y empiecen a corregir sus acciones de lesa democracia.

LA COLISIÓN CON MÁS POSIBILIDADES DE GANAR LA PRESIDENCIA.

La creación de una coalición en torno al líder del Partido Nacional, Lacalle Pou, parecía el factor determinante para el vuelco político. Con el 28% de los votos en la primera vuelta, el Partido Nacional o Blanco logró sumar al otro partido tradicional de Uruguay, el Colorado, con el 12% de los votos, y a Cabildo Abierto, con el 10%, formación creada este año por el general Ríos, una versión uruguaya de Bolsonaro que ha defendido a los torturadores de la dictadura uruguaya (1973-1984) y es abiertamente homófoba y antifeminista. La coalición también ha tenido el apoyo de varios partidos pequeños del arco conservador.

Luis Lacalle Pou, de 46 años de edad, es un experimentado parlamentario —fue diputado a los 20 años— y ya se presentó en 2014 a las presidenciales por su partido, elección que perdió frente al actual presidente, Tabaré Vázquez. El domingo acudió a votar y afirmó que, en caso de victoria, no dará a conocer el nombre de sus eventuales ministros. Así, se mantendrá una de las principales incógnitas de estos comicios: la articulación y los equilibrios de poder dentro de la coalición de derechas. Aunque existe un programa común de esos partidos, redactado justo después de la primera vuelta, subsisten interrogantes sobre el contenido de las medidas que podrán en marcha.

La ambición de Lacalle Pou y sus socios es revertir numerosas políticas del Frente Amplio en temas clave como la economía, la educación, la seguridad ciudadana o las políticas sociales. Sin embargo, la coalición ha señalado que no anulará la llamada “agenda de derechos” implementada por la izquierda, que incluye leyes como la despenalización del aborto, el matrimonio homosexual, la legalización de la marihuana y la protección de las personas trans.

RETAZOS

La República Oriental del Uruguay es un Estado unitario democrático y descentralizado de carácter presidencialista. Según un informe publicado por la revista británica The Economist (El Economista), Uruguay es considerado el país más plenamente democrático de Sudamérica, ubicado en el puesto 27 sobre un total de 167 naciones, y además es el primero de Latinoamérica en la tabla de los países con menor índice de percepción de corrupción, elaborado por organización Transparencia Internacional.

En materia de derechos humanos, los gobiernos del Frente Amplio han encabezado numerosos avances. El primero, y quizás más destacado, es la búsqueda de desaparecidos y víctimas de la dictadura militar de los años 70. Por ello, el ejecutivo ha autorizado el trabajo conjunto de especialistas forenses y antropólogos, que han logrado importantes y reveladores resultados.

Uruguay es —junto con Costa Rica— el único país de Latinoamérica considerado como una «democracia plena», obteniendo elevadas puntuaciones en algunas de las cinco áreas de valoración, aunque la baja puntuación en el área de «participación política» le impide ascender a las primeras posiciones mundiales de la tabla. Aun así, obtiene mejor promedio en la calificación que la mayoría de los países de la Unión Europea.

Ya veremos qué hace la derecha de Uruguay!