COMO MUREN LAS DEMOCRACIAS

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ELIO EDGARDO MILLAN VALDEZ

Juan Linz intentó comprender Cómo mueren las democracias, mientras estaba en Yale, en su obra La quiebra de las democracias.(1978). Apoyándose en él, los autores señalan cuatro indicios para identificar a una persona autoritaria:

1. Rechaza, ya sea de palabra o mediante acciones las reglas democráticas del juego.
2. Niega la legitimidad de sus oponentes.
3. Alienta la polarización de la sociedad, que puede desatar la violencia
4. Indica su intención de restringir las libertades civiles de sus opositores, incluidos los medios de comunicación.

Una vez identificados los rasgos anteriores, los demócratas independientemente de sus posiciones políticas deben unirse para derrotar a los populistas. Hubiera sido muy importantes que la entrada del populismo en la escena política hubiera sido contextualizada con mayor rigor, porque este fenómeno ha arribado sobre todo en dos momentos emblemáticos: al final de la Guerra Fría y desde que la globalización del neoliberalismo irrumpieron en el mundo. Y por cierto en ambos períodos la clase política “democrática” no respondió, no está respondiendo a las expectativas de la sociedad.

II
Cómo Mueren las Democracias es de imprescindible lectura. No solo para quienes están interesados en entender el riesgo que el autoritarismo implica para los sistemas democráticos en el mundo; también para quienes buscan una mayor comprensión de los tiempos políticos actuales. Las preguntas que tratan de responder Levitsky y Ziblatt son, en esencia, dos: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué podemos hacer para evitarlo? La primera cuestión, al ser un repaso retrospectivo basado en evidencias y datos, es la parte más convincente y sólida. Esta tesis incide en la importancia capital de que élites políticas hagan un esfuerzo para cerrarle el p

Las preguntas que tratan de responder los autores son, en esencia, dos: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué podemos hacer para evitarlo? La primera cuestión, al ser un repaso retrospectivo basado en evidencias y datos, es la parte más convincente y sólida. Esta tesis incide en la importancia capital a que las élites políticas hagan un esfuerzo para cerrar el paso a los outsiders populistas, a los que se puede reconocer por poner en duda las reglas del juego democrático.
III
Es especialmente interesante la refutación que los autores hacen del argumento que dice que los populistas son un producto inevitable del apoyo social. Para Levitsky y Ziblatt, el hecho diferencial que explica que unos populistas tengan éxito y otros fracasen en su llegada al poder reside en cómo reaccionan ante él los partidos del así llamado establishment, no en las masas que aquellos tienen detrás. “La abdicación de la responsabilidad política por parte de líderes establecidos suele señalar el primer paso hacia la autocracia de un país”.

No es sencillo imaginar cómo puede traducirse a la política diaria el consejo de legitimar al adversario, respetar el pluralismo y pensar antes en el país que en el interés político personal. Los incentivos de los partidos del establishment a aliarse con la derecha ultra están ahí, y el ecosistema mediático no ayuda. Aunque sí es digno de encomio la insistencia del libro en que el momento populista ha de ser tratado como un problema de los actores políticos, no de la opinión pública. Al fin y al cabo, siempre ha habido populistas con apoyo social, aunque pensemos que su irrupción es nueva.