Callejoneada de lujo en Mazatlán

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Participan miles en el ya tradicional evento alusivo al día de muertos

Centenares de mazatlecos, americanos canadienses, nacionales… Y otros, gozaron una callejoneada más por diversas calles del Centro Histórico; algunas estrechas, otras más amplias pero que aún y así, no dieron el ancho para soportar el grueso de las carnes humanas que se pasearon por sus antiguos pavimentos.

Fue la noche del festejo a los muertos.

La plazuela Machado lució abarrotada por propios y extraños, todo querían participar y más aún, gorrear la cerveza que transportada en barriles encima de carretas jaloneadas por burros- que siguen siendo el atractivo, además de las bellas catrinas pintarrojeadas- eran prácticamente asaltadas por la plebe cada vez que los servidores llenaban los picheles. Les valía madres que la espuma estuviera por encima del líquido; el chiste era pistear de Goyo y lo consiguieron, por que al final de trayecto, luego de una hora aproximadamente, varios andaban pintando eses en el camino.

En cuanto terminó el réquiem en el teatro, todo mundo jaló a los alrededores a esperar el cohetazo que imprimiría el inicio del jaloneo, por que eso era, un estira y afloja para, primero, poder caminar dado el tumulto de gentes por todos lados, y por otro, los que se arremolinaban alrededor de las carretas. ¡Ah!, era donde la cuenta se perdía.

Pobres burros, los de 4 patas, porque más de un atrevido osaba subírsele al lomo con tal de que los servidores de los picheles los vieran y les llenaran su vaso de cheve. Hubo otros más abusados y llevaban como recipiente, los que usan para vender yogurt, esos de litro.

Sin embargo, cosa curiosa, ya no se espantan… Los burros.

Nomás pelan chicos ojotes y paran las orejas, nada más, pero no reparan ni se lamentan. A lo mejor ni chanza les dan de que puedan pedorrearse, cuando menos, ¿No?

Son los mismos jumentos de hace siete años, nos comentó doña María, una de las arrieras que cuida a los animalitos.

“Ya no se asustan tan fácilmente por que se acostumbraron. Antes sí, imagínese, hace años uno de ellos pegó chica carrerota con todo y cerveza y cuando vimos que la gente corría atrás de ellos, pensamos que eran buenas personas, que querían parar al burrito pa´que no se lastimara, pues ya ve como se resbalan en el piso. Pero no. ¡Qué va! Oiga, Lo que querían eran los barriles, el burrito, les valía madres”.