¿MORDAZA DE LA PRENSA AMARILLA DESPUÉS DE LA LEY MORDAZA?

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ELIO EDGARDO MILLÁN VALDEZ

I

Cuando la ley mordaza se puso en escena, la prensa sinaloense de inmediato reaccionó y, a los pocos días la echó abajo, tras un caudal de movilizaciones y una miríada de argumentos de diferente calado. En Gobernador reconoció que todo había sido un descuido, “porque al mejor cocinero siempre se la va un tomate rojo en la sopa de tomates verdes”. Más allá de esa mala faena culinaria, a mí me quedó la impresión de que nadie había leído esa ley que terminó mordiéndose la cola.

Me asalta una primera pregunta: ¿Quién hizo o mandó hacer esta ley y que además tenía el poder suficiente para que fuera aprobada en el Congreso, inclusive sin que la leyeran los diputados y posiblemente tampoco el Gobernador?

II

Viendo retrospectivamente el diferendo entre prensa y gobierno, me quedé con la impresión que ésta se quedó corta en su exigencia. Tengo la percepción, en efecto, de que no era suficiente la sola disputa por acceder o no por la escena del crimen. Creo que debió haberse exigido al poder que hiciera investigación en serio y que sus resultados culminaran con el arresto de los criminales, incluyendo por supuesto los asesinatos de periodistas.

Segunda pregunta: ¿por qué las organizaciones periodísticas que convocaron a revertir la ley mordaza, no exigieron también que culminaran los procesos de investigación de los crímenes para que de una vez por todas terminara para siempre la rampante impunidad que asola a esta tierra de los once ríos?

III

Se ha comprobado que la prensa que hace investigación, y a veces coparticipa con sus investigaciones con las instituciones que imparten “justicia”, les interesa todo el proceso de inquisición, sin desdeñar la escena del crimen que a veces suele ser la materia prima de sus indagaciones posteriores, porque a través de esta práctica pueden denunciar o enmendar las pifias de aquéllas. En cambio el periodismo que produce páginas que derraman sangre, le interesa por encima de todo la escena del crimen para utilizarla como simple espectáculo morboso

Tercera pregunta: ¿Acaso la prensa sinaloense le interesa fundamentalmente la escena del crimen, porque ese tipo de noticias venden muy bien, o porque está exigencia elemental del buen periodismo fue una lamentable omisión que habremos de cargar en nuestras conciencias como un ominoso olvido?

IV

Prefiero pensar que esta fue una omisión lamentable. No obstante advierto que algunos periódicos, aunque son pocos, trabajan bajo la esquizofrenia que genera de la doble moral. Por una parte sus elegantes gerentes dirigen destellantes rotativos que inclusive tienen códigos de ética y férreos defensores de sus lectores y, al mismo tiempo, editan verdaderos bodrios que se nutren de los sucesos más sangrientos de la escena del crimen y además venden una publicidad del más variado exotismo tropical.

Cuarta pregunta: ¿los propietarios de esta prensa, que tiene un gran parecido con la añosa Revista Alarma, podrán autorregularse para dejar producir ese periodismo aberrante, o este requerimiento se convertirá en una asignatura pendiente, sobre todo porque después de haber

hecho girones la innombrable ley mordaza, ningún funcionario de medio pelo para arriba se animará a proponer la regulación de esa prensa amarilla que es un baldón del buen periodismo o simplemente del periodismo a secas?

V

Y aunque las sociedades no son una máquina –aunque esta sea compleja- que funciona como un eslabón que conecta todas las piezas que la conforman, porque en ésta la diversidad de perspectivas es su signo de identidad.

Pero en la sociedad hay de contradicciones ha contradicciones; y algunas de ellas son irreductibles. Este es caso de la televisión telenovelera y prensa amarillista que son un serio obstáculo para que las nuevas generaciones se eduquen en un ambiente menos contaminado por la vaciedad de la pantalla chica y por una subcultura donde el derramamiento de sangre crea empresarios exitosos.

¿Algún reportero podría hacerme el favor de contestar mis preguntas?