MICHOACÁN ARDE EN SUS LLAMAS.

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Elio E. Millán Valdez

Según el diario Milenio, existe en el Gobierno Federal un diagnóstico que aborda la problemática de Michoacán desde una visión distinta a la citada habitualmente, según la cual la descomposición en el Estado tuvo su origen no en las reyertas criminales, sino en la disputas políticas que datan de por lo menos tres décadas, que han incendiado la casa de tata Lázaro hasta configurar una ambiente irrespirable. Y a esta tragedia no son ajenos los casos de Chihuahua, Nuevo León, Coahuila, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas y lo que se acumule…

Aunque este diagnóstico no tiene nada de excepcional, habrá que decir que aquellas reyertas se intensificaron al caer la Presidencia Imperial y, a partir de ese “vacío”, los gobernadores se convirtieron en una especie de virreyes en sus estados, no sin señores feudales en algunas regiones que jugaban el rol de opositores: unos y otros adquirieron el derecho de pactar con los narcos porque, unos y otros suponían, que además de disponer de sus propios recursos y tener el apoyo económico de algunos de los cárteles le daba muchas ventajas sobre sus adversarios en las contiendas electorales; por ello no fue casual que políticos estatales fingieran apoyar la guerra contra el narco que emprendió sin ton ni son el Presidente Calderón.

LA COMPLICIDAD COMO FRUTA PODRIDA DE LA PLURALIDAD.

En la docena trágica panista los gobernadores y sus opositores, en efecto, se “tomaron el permiso” para jugar con fuego con los narcotraficantes: los usaron como aliados políticos, apoyadores financieros de campañas y como sembradores de miedo de sus adversarios en la lucha por el poder, a cambio por supuesto de dejarlos hacer su “negocio”, siempre y cuando, como en el tiempo de la presidencia omnímoda, fueran discretos y cada mafia se circunscribiera a su territorio. Otrora esta política hasta les permitió a algunos políticos emparentar con los narcos, toda vez que navegaban como empresarios provenientes de la cultura del esfuerzo y hasta honorables filántropos.

Pero el tiempo alcanzó a los animales políticos de los Estados; fundamentalmente porque la política de connivencia del partido casi único con el narco dejó de tener “viabilidad”. Entre otros motivos porque ante el “cierre” de la frontera de la Unión Americana, hace por lo menos dos décadas, las dificultades para pasar las drogas al “otro lado “border” se volvió un calvario para los narcotraficantes. Ante tal circunstancia estos ex prohombres, además de crear/expandir un mercado interno de consumidores en nuestro país en tiempo record, progresivamente fueron transformándose en secuestradores, extorsionadores, recolectores de impuestos y, en el inter, emprendieron una lucha sin cuartel para extender sus territorios, a través de cruentas matanzas que anunciaban que sus “códigos de honor” eran cosa del pasado.

¡AL LADRÓN¡ ¡AGARREN AL LADRÓN¡ ¡AL LADRÓN….!

En plena guerra contra el narco los políticos empezaron a acusarse unos a otros de estar coludidos con ellos. Era una especie de sacar el pico y esconder la cola. Y no pocos gobernadores pidieron ayuda al presidente Calderón para que combatiera a los “narcos malos”, entre tanto

jugaban a las escondidas proteger a los narcos buenos. Pero con el curso del tiempo los narcos no solamente ejercieron funciones propias del Estado, como cobrar impuestos, también empezaron a crear sus propias bases de apoyo en regiones enteras, a través de la consabida fórmula de la zanahoria y el garrote. Por ello regiones que antes pertenecían a los políticos que los apoyaron quedaron en manos de ellos. Y de esta manera empezaron a controlar a sus controladores a través del miedo, el asesinato y la corrupción. Se adueñaron de municipios y de sus presidentes municipales, con la complicidad de los gobernadores, que ante el horror y/o la complicidad simplemente se quedaban convertidos en estatuas de sal, viendo hacia atrás como la mujer de Lot

En Michoacán, por ejemplo, ya no se trata de ir por la cabeza de tres líderes templarios, como asevera el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. En ese Estado, cuando menos en la región de tierra caliente, los cárteles en disputa tienen una amplia base social. Los caballeros templarios desde hace bastantes años “catequizan” a pueblos enteros y el cártel nueva generación, por rebote, agrupa a muchos calentanos que, convertidos en autodefensas comunitarias, están hartos de la ex familia por todos los latrocinios que les han cometido. Pero estas bases sociales de los narcos, por mor o por fuerza, no pueden ser tratadas como simples delincuentes, cuando lo único que han hecho es apoyar a una u otra mafia para poder seguir sobreviviendo, ante la clara ausencia del Estado de derecho, que dilapidaron los políticos corruptos no hace muchos años.

De ahí la complejidad del caso Michoacán. Al llegar a la Presidencia Enrique Peña Nieto, leyó pésimamente mal lo que ahí estaba ocurriendo, al grado de creer que si los estropicios que estaban causando los narcos no salían en los medios de comunicación, los problemas menguarían o simplemente desaparecerían. Para él el mensajero era el culpable, y no la realidad que los medios publicaban desde distintas perspectivas. Parece que el Presidente ha despertado de su sueño guajiro, y se ha echado andar en Michoacán. Mañana se examinará su nueva estrategia, porque también de ti habla la fábula mi querida Sinaloa. Hasta mañana.

 

elioedgardo11@hotmail.com