La Pesca, Riqueza para Pocos y Pobreza para Muchos

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*Trabajo “muy rudo…para locos”

*Poca ganancia y muchas necesidades

 

En los muelles del parque Bonfil, a 20 metros de los cientos de barcos que más parecen chatarra y que avituallan trabajadores para la próxima temporada camaronera, se escuchan las voces que el trabajo de pescador es “muy rudo”, para “locos”, pero muchos desde hace 40 años ya están acostumbrados aunque la paga sea poca y las necesidades y hasta los vicios muchos. Es tal difícil la vida del pescador que muchos han muerto en altamar; saben “cuando salen, pero no cuando regresan”, dice Genaro Reynaga, con 22 años de pescador y cocinero en los barcos.

Expresiones que reflejan románticas historias de pescadores, pero que la realidad es otra, pues la mayoría tiene que pedir prestado para iniciar la zafra del camarón, pues la mitad del año la pasan en el mar y la otra en tierra, sea de albañil, pintor de brocha gorda o de lo que caiga.

Andrés Barajas Beltrán, cooperativista y más de 40 años de pescador, nos cuenta la historia de esta manera y dice que cuando se embarcan llevan comida varia para un mes, desde 60 kilos de carne, quesos, latas tortillas, entre otros víveres para seis o siete personas, pues incluyen un “pavo”, el ayudante de todo y de nada.

Apunta que en el primer viaje de pesca es una “chinga” porque no hay descanso, de las 24 horas solo descansas dos o tres horas nada más; no hay tiempo por la mucha producción: hay que descabezar el camarón; lavarlo, bajarlo y procesarlo si no se echa a perder. Es un trabajo duro han subido trabajadores pesados en tierra como mecánicos y albañiles y no aguantan las desveladas, a la primera se rajan y abandonan el barco en cuanto pueden.

Hay quienes piensan que la vida del pescador es de mucha ganancia económica, pero lo que ganan son los dueños de los barcos, entre otros.

Barajas Beltrán reconoce que muchos pescadores son viciosos y el que no es borracho, es “coco” o le entra a la mariguana; en altamar prohíben el alcohol, pero “no falta” el que lleva su “vicio” de contrabando. En el mar y el barco es trabajo, no vas en un yate de placer, parece decir Andrés al decir que “uno va a trabajar”.

Barajas Beltrán no le saca a las preguntas y a su modo admite que “hay secretos del mar” y que hay pescadores homosexuales, pero “eso se respeta”.

Vale la pena ser pescador?, se interroga a Barajas y contesta: “Yo porque soy viejo en este trabajo, pero a los jóvenes les aconsejo que no. Desde hace 20 años

ganamos lo mismo. Un motorista puede llevarse unos 60 mil pesos en una zafra y los tripulantes más de 35 mil pesos…” El entretenimiento a veces es la televisión, la baraja, los libros y las revistas.

Mientras, para Genaro Reynaga, pescador y cocinero, confirma en mucho lo que dice Andrés Barajas y que llevan alimentos para 20 y hasta 30 días. Coincide en que el alcohol no se permite, salvo en los atuneros, pero no en los camaroneros. En los camaroneros casi no se duerme y se recurre al café con coca cola para mantenerse despierto. Acepta que algunos le entran a la mariguana.

Reynaga más abierto dice que los pescadores ayudan a que otros se hagan ricos y le hace al poeta y dice que ellos “empeñan hasta la vida porque uno nunca sabe; sabes cuándo es la salida, pero no sabes si regresarás con vida, eso sólo Dios lo sabe; es muy duro mi trabajo de maniobras y desvelos; un trabajo para locos decían mis abuelos; los que no encuentran cabida en la sociedad normal, los tatuados, a la pesca entregan sus vidas al hacerse a la mar; es un trabajo para locos”.