EN LA GRILLA

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*Ricardo Anaya: corruptelas de allá y de acá

*Le llovieron a Martín Pérez, pero ni los peló

*Ya bájenle, pide Malova a Edgardo Burgos

 

FRANCISCO CHIQUETE

 

Ricardo Anaya, secretario general del comité ejecutivo nacional del PAN, es un joven carismático, sencillo, siempre dispuesto a responder y seguramente con mucho futuro, si su corriente gana la lucha por el poder dentro de Acción Nacional.

Ayer estuvo aquí para reforzar las campañas de los candidatos de los distritos seis y ocho, Nadia Vega Oliva y Martín Pérez Torres, aunque a decir verdad, fue una visita desperdiciada, pues con todo y lo que este joven político pueda proyectar, su labor se limitó a hablar con las estructuras panistas, es decir, los dirigentes e integrantes de las brigadas que hacen campaña con los candidatos, lo que al menos en teoría significa que vino de muy lejos, a hablar con quienes ya están convencidos de votar por los colores blanco y azul.

Podría decirse que vino a dar ánimo a los brigadistas y a dar un mensaje de interés de la dirigencia nacional en estos distritos, pero resulta que viene y lo hace cuando sólo faltan cinco días de campaña. El caso es que vino y les habló, les instó a trabajar y a sacar adelante a los candidatos y al propio partido.

Antes, en conferencia de prensa habló de lo que obviamente tiene que hablar: la corrupción como característica del gobierno del PRI, la casa blanca, la falta de resultados en la economía y la decepción del electorado que dio a Peña Nieto la presidencia en el proceso del año 2012.

Cuando uno de los compañeros reporteros le preguntó por las expresiones de corrupción propias en el PAN, como la situación del gobernador sonorense Guillermo Padrés, los moches, el video del panista que se va con las prostitutas a celebrar, Anaya respondió con toda tranquilidad. No se inmutó y respondió claro y directo, admitiendo lo que hay que admitir y ofreciendo cambiar lo que había que cambiar.

En cambio el “sinaloense” Jorge Villalobos torció el gesto, apretó el estómago y se hizo como que el celular le hablaba, apartándose de inmediato para salir de foco. No era para menos. Fue la cita al diputado que hizo uno de los servicios de la prostituta. Además del enojo natural por las referencias a la corrupción interna del blanquiazul, él fue uno de los involucrados en aquella fiesta de Puerto Vallarta, la del famoso grito de “¡Vamos Montana!”

Pero fue sólo eso. Apenas un disgusto personal obviamente perdido entre los muchos gustos y entusiasmos de la gente de abajo, los que por dos meses han andado detrás del candidato o, como la mayor parte de las ocasiones en el octavo distrito, haciendo campaña sin candidato.

Entusiasmo que llevó al exdiputado local Manuel Pineda, a pedirle a Ricardo Anaya que lo dejara tomarse una selfie a su lado. Se la tomó, por supuesto y se llevó el trofeo gráfico, pero dejó una duda flotando el en aire: ¿qué andaba haciendo ahí el doctor Pineda, si todavía era viernes, un viernes demasiado temprano como para que haya salido de labores en el Conalep de El Rosario, cuyas labores encabeza como director.

(Hay que decir que en este renglón van empatados con sus rivales priístas, pues en la reunión que anteayer tuvo Germán Escobar Manjarrez en el sexto distrito se presentó nada menos que el director de Sanidad Vegetal, Héctor Moreno Cota, quien además de estar en horas laborables, tiene el antecedente de militar en el PRD, al que se fue después de muchos años de participación en el PRI, la que ya había dejado para irse al partido del sol azteca desde antes de la alianza malovista, en la que por supuesto participó.)

ACABARON LOS DEBATES

(Y CASI LAS CAMPAÑAS)

Tanto en el sexto como en el octavo distritos, se realizaron tres debates de candidatos. Uno fue organizado por la UAS y la Cámara de la Radio; otro por el periódico Noroeste y el último por el periódico El Debate. Fueron tres buenos ejercicios, en que se confrontaron ideas, propuestas, puntos de vista, y uno que otro ataque.

El formato de La UAS fue el más libre: dejó a los participantes la posibilidad de exponer durante siete minutos lo que haría o pretendería hacer en caso de llegar a la Cámara, y tres minutos más para hacer réplicas a lo que sus contrincantes le pudiesen haber atribuido. Su principal atractivo es que lo transmitieron por radio.

No ocurrió lo mismo con el de la Canaco, que fue entre cuates, sin más trascendencia que las notas, no muy explícitas, que hicieron los medios informativos.

En el del Noroeste hubo un tono más fuerte, de enfrentamientos e intercambio de acusaciones. La transmisión por internet se interrumpió tras la primera hora y no se supo más, excepto las crónicas, que fueron parcas en el portal durante ese día, y más amplias después de divulgarse la edición impresa.

El del Debate tuvo un formato más difícil porque redujo los tiempos de cada participación, de modo que fue una sucesión de síntesis apretadas, lo que no impidió señalamientos frecuentes, especialmente contra el aspirante panista, Martín Pérez, a quien una y otra vez hicieron ver su suerte recordándole que ofreció que ejercería completa la diputación local ganada en la elección de julio del 2013, y que sin embargo dejó a principios de este año para ser de nuevo candidato, esta vez a diputado federal.

Pero Martín ya hizo callo, y a los muchos reclamos y señalamientos, les escurrió el bulto aseverando “yo sé porque me tiran tanto, es que voy adelante”. De ningún modo se sintió obligado a dar una explicación sobre la tentación de ser candidato y volver a serlo.

A lo largo de los debates, dos candidatos destacaron por sus planteamientos: el priísta Quirino Ordaz, que siempre llevó los temas tratados y desarrollados, y que no atacó a ninguno de sus rivales; y el candidato de Morena, Maximiliano Ruiz, quien conoce los temas generales del interés nacional y los desarrolla al dedillo.

También Alejandro Camacho fue solvente en sus intervenciones y hasta en las dagas que lanzó en varIas direcciones. Ángel García se volvió monotemático, lo mismo que Anabel Pérez Luna y Patricia Escobar, quienes sin embargo, siempre tuvieron solvencia en sus discursos. Tony Acuña encarnó siempre a la vehemencia del ciudadano indignado.

El Debate sí logró sostener la transmisión por internet, a pesar de que en algunos momentos tuvo también algunas fallas.

NO PASÓ NADA

Para regocijo de quienes asumieron la línea sospechosista y decretaron una maniobra de autovictimización, la autoridad decretó que no pasó nada y que no se encendieron los focos de alarma con el disparo que recibió la camioneta del candidato priísta Bernardino Antelo Esper en Juan José Ríos, el jueves por la tarde-noche.

Si pare el secretario general de gobierno, Gerardo Vargas Landeros, no pasó nada, e incluso para el propio gobernador Mario López Valdez, “sólo fue un disparo”, los rivales y los incrédulos se sienten avalados cuando dicen que fue una maniobra para llamar la atención.

Ahora bien: aunque el gobernador buscó minimizar el asunto, terminó por confirmar la parte preocupante que todos niegan, con un llamado al dirigente panista Edgardo Burgos marentes para que pacifique las cosas, pues aunque las campañas son pasión, las cosas no deben rebasar los límites. Luego extendería el llamado a todos los partidos.

Lo bueno es que ya sólo quedan cinco días de campaña, pues si en condiciones normales Bernardino Antelo era considerado como un candidato sangrón, con guardias oficiales como los que se le asignarán, va a ser verdaderamente insoportable.