EN LA GRILLA

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*El informe de Felton, luz y sombras del evento

*El que interrumpió al Nobel temía regresar

*Elías Miranda, una nueva pérdida en Mazatlán

 

FRANCISCO CHIQUETE

 

El primer logro de Carlos Felton en su informe no fue llenar el Centro de Usos Múltiples, que era un reto de grandes proporciones: fue obtener una respuesta equilibrada de sus regidores, incluyendo a aquel que por algún interés dejó de ser incondicional para convertirse en crítico de-lo-que-sea.

Su falla más grave no fue el contraste de aquellos a quienes no les gustó la contundente aseveración presidencial de transparencia absoluta en su administración. Fue la salida anticipada del cincuenta o sesenta por ciento de la asistencia al acto vespertino del informe, lo que de inmediato se convirtió en trending topic, no sólo en las redes sociales, sino entre los que suelen curiosear los asuntos de carácter público. No se diga entre quienes permanecieron dentro del auditorio armado para escuchar a Felton.

La sesión de Cabildos mañanera fue verdaderamente tersa. El alcalde entregó el documento, que se manera simultánea se hizo llegar a cada edil. Las respuestas fueron comedidas, tranquilas, de parte de todas las fracciones. Aunque Esperanza Kazuga recordó situaciones críticas, fue ponderada al reconocer virtudes de la actual administración. En realidad nadie se fue sobre el munícipe, ni siquiera aquellos que han encontrado motivos para criticarlo o para rechazarle sus cuentas públicas mensualmente. Todos se sintieron parte de los logros enunciados de manera casi simbólica, sin necesidad de mencionarlas.

En el Centro de Usos Múltiples todo estaba dispuesto: desde los equipos de sonido, las sillas del presídium, las botellitas de agua y las flores. Todo en un tono absolutamente modernista. Los diseños y distribución de los espacios hablaban de eso: de modernidad, de avances tecnológicos.

Afuera estaba el contrasentido: el acarreo mondo y lirondo, que se viene utilizando desde tiempos inmemoriales. Decenas –algunos hablan de cientos- de camiones urbanos, aurigas y camionetas particulares que traían público. A diferencia de los tiempos plenos del acarreo, no hubo sueldos ni tortas, ni siquiera refrescos, aunque los criticones de siempre sostienen que no hubo virtud democrática, sino rezagos de los tiempos de residencia en la capital neoleonesa.

Algunos consideran que Felton tardó demasiado hablando: un discurso de 37 minutos que repetía lo ya dicho en un video casi tan largo como eso, con el agravante de que la construcción no tiene una acústica muy afinada. En realidad se trata de un fenómeno natural cundo se maneja a tanta gente en vehículos con un tiempo perentorio.

La gente empezó a notar que oscurecía, que el tiempo pasaba, aunque fuese lentamente y empezó a buscar la salida para que el camión que los trajo, la auriga o la camioneta, no se fueran a ir sin ellos. Le pasó exactamente igual a Enrique Peña Nieto en su acto proselitista de Guasave, donde el estadio de los algodoneros quedó semivacío, a pesar de que el entonces candidato del PRI había tenido una recepción delirante, incluyendo la propuesta de matrimonio que en una cartulina le hizo “La Werita de Sinaloa”.

Felton aguantó a pie firme la embestida del vacío y siguió hablando al público que le quedaba, que todavía era más que suficiente para llenar la parte de la cancha, de modo que sin ningún titubeo llegó hasta el final y recibió un aplauso que le resultó significativo, pues incluía el del propio gobernador Mario López Valdez.

Malova por cierto no hizo declaraciones a pesar de la insistencia de los reporteros. No las ha hecho en los informes a los que ha acudido para dejar la cancha íntegramente a los alcaldes, aunque de cualquier manera alcanzó a felicitar al alcalde por su desempeño y por el informe que acababa de rendir.

Al final la clase política panista e quedó a repetir un ritual tan antiguo como las instituciones contemporáneas: el besamanos, que hoy se llama ”arropamiento”. El jefe del partido a nivel local, Arturo García Canizales, el dirigente estatal, Edgardo Burgos Marentes, los regidores Roberto Osuna El Zeus y Loar Suzek López Delgado, el diputado Martín Pérez, le hicieron ronda al alcalde, compartiendo las mieles de los abrazos, los saludos, las felicitaciones.

El estilo contradictorio –dialéctico, dirían los del materialismo histórico- de Edgardo Burgos nos permite saber que están con Felton a morir, aunque haya diferencias en algunos temas que maneja o en cómo los maneja.

En el otro extremo están las ausencias. Estuvieron exalcaldes como Mario Huerta Sánchez, José Luis Tostado Sánchez, Humberto Rice García, Alejandro Camacho Mendoza, Isaac López Arregui, Carlos Angulo Márquez, ¡Gerardo Rosete! Jorge Abel López Sánchez, delegado de la Semarnat y hasta Antonio Toledo Corro, quien no fue a la comida de Las Lichis, pero si se presentó en el Centro de Usos Múltiples.

Todos, sin embargo, palidecieron ante una ausencia, la de Alejandro Higuera Osuna, el tres veces exalcalde, exdiputado federal (una pluri y otra uni), dos veces exdiputado federal y principal derrotado en las elecciones del año pasado. No hubo explicación de su ausencia, sobre todo porque se supo que al menos ayer sí se encontraba en Mazatlán.

Tampoco estuvieron los diputados federales ni los senadores. Que no hayan venido Aarón Irízar o Heriberto Galindo o Paquis Corrales se explicaría por sus procedencias partidistas, pero lo de Martín Heredia,. También ausente, suponía confirmación de enfrentamientos. A fin de cuentas se supo que la sesión de ayer en el Congreso fue la del cierre de periodo legislativo, de esas que amarran aunque muchos no estuvieron en las curules.

Al final Felton se hizo la descripción más precisa: “ha sido un año donde hemos tomado decisiones importantes, quizá difíciles, lo hicimos en semana santa, lo hicimos en el tema del malecón”; tras ponderar la aparición de las redes sociales, en que cualquier persona puede opinar en cualquier momento “y su opinión se escucha”, advirtió que “muchas veces el gobierno tiene que tomar decisiones aun en contra de esas voces que te dicen que no lo hagas, pero siempre pensando en hacerlo bien”. El tiempo, estima, le dio la razón con el par vial, con el bandódromo, y “lo mismo está pasando con el malecón, que recibimos muchas críticas, ahora estamos viendo que todo mundo que las observa (a las palmeras sembradas ahí) y que las disfruta reconoce que fue una buena decisión y bueno, decirle a la sociedad que vamos a seguir tomando decisiones, para eso somos gobierno, para tomar riesgos, pero eso sí, siempre pensando en el bien de la comunidad, siempre pensando en Mazatlán”.

DICE QUE VOLVIÓ CON MIEDO

El joven Adán Cortés dejó su huella en la historia del Premio Nobel de la Paz. No fue aspirante ni mucho menos galardonado. Como usted sabe, a la hora en que se entregaba la importante presea, Cortés apareció cerca de la joven Malala Yousafzai, enarbolando una bandea mexicana manchada de rojo, para significar su inconformidad por los hechos de Iguala, para atraer la atención sobre Ayotzinapa, dijo al ser detenido.

Cortés buscó inmediatamente después el asilo político de Noruega, porque tenía miedo de regresar a su país y ser víctima de la represión por parte del gobierno.

Los suecos no creyeron que realmnte estuviese en peligro de esa represión. Tenían razón: aquí no les pasa nada ni a los peores asesinos, menos a un muchacho que llevó su idealismo al extremo de interrumpir una de las ceremonias más importantes del mundo.

ADIÓS A UN VERDADERO

BENEFACTOR DE LA LECTURA

El profesor Elías Miranda Estrada parecía haber vivido cientos de años; provenir del renacimiento, con su aspecto de monje copista de incunables, pero en realidad era “sólo” un viejo maestro de preparatoria que dedicó su vida a impulsar la lectura y la educación en general, entre muchachos que, entre más descarriados, más interés recibían en su formación educativa.

Ya jubilado mantuvo el amor por los libros y por el cultivo de las mentes.

Es gracias a él que la Universidad Autónoma de Sinaloa decidió construir en Mazatlán una biblioteca central, que formalizara la oferta bibliográfica ofrecida en la región a través de pequeños cubículos en cada escuela (excepto por supuesto la monumental de la vieja Escuela Preparatoria Mazatlán).

Elías donó generosamente su magnífica biblioteca personal para dar base al catálogo de la nueva biblioteca. Muchos años soñó con un patrocinio  para construir el centro de lectura en su propia casa, pero a nadie le interesó respaldar una idea de ese tamaño. La nueva biblioteca no fue en la colonia Sánchez Celis, pero sí en el terreno de la Unidad Sur de la UAS, donde su idea ha prendido y crecido bajo el cobijo de la institución.

Ayer se fue de esta vida y sus restos se fueron de Mazatlán rumbo a su natal Michoacán. Lo vamos  extrañar porque era alguien con un extraordinario don de gentes y porque su labor cultivando almas siempre requerirá de nuevos esfuerzos.