EN LA GRILLA

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Empiezan de nuevo a sacudir el gabinete

*Las orientaciones posibles de Malova

*Navarrete, nuevo elemento del panorama

 

FRANCISCO CHIQUETE

 

Durante los tres fines de año anteriores, desde octubre –y a veces desde antes- inician las especulaciones sobre posibles cambios en el gabinete del gobernador Mario López Valdez. En realidad hasta ahora sólo le han atinado a la salida de los secretarios de turismo y de Seguridad Pública; la primera, como dicen en el Congreso, era de obvia y urgente resolución; el segundo también, pero terminó convertido en una carambola inesperada.

Fuera de ahí, sólo ha habido minucias que no justifican aquellos anuncios de que habría un manotazo en la mesa, con la sola excepción de la Secretaría de Desarrollo Social, donde hubo en efecto, dos manotazos: el que echó a Eduardo Ortiz Andrade para que estuviese en libertad de procurarse la candidatura a presidente municipal de Culiacán (que en mala hora para su causa consiguió con resultados infames); y el que echó de donde mismo a su antiguo coordinador de asesores, elevado a secretario y defenestrado por calentarse detrás de la candidatura a gobernador. Roberto Ramsés Cruz se mueve ahora, vea usted qué tino, en torno a Felipe Calderón y sus cercanos. Como para no creer que de veras tiene aspiraciones.

Ls especulaciones se repetirán de nuevo por dos razones: en enero próximo el gobierno de Mario López Valdez entra a su tercio final, en un proceso inapelable, pues no sólo se trata del final cronológico, sino de un final político anticipado por la elección de diputados federales, que centrará la atención, sobre todo porque se verá en la nómina de aspirantes de los diversos partidos, especialmente en la del PRI, la mano de quienes aspiran a convertirse a su vez en candidatos a gobernador del estado.

Si finalmente el gobernador construye la alianza que se ve lógica con el Partido Revolucionario Institucional, tendrá en esas candidaturas algunas posibilidades para ajustar su gabinete, sin lesionar la imagen pública de sus colaboradores, es decir, sin hacer evidente que necesita sangre fresca en los diferentes despachos del gobierno.

Si la alianza es con el PAN, los movimientos se darían en el Congreso Local. Por lo menos Guadalupe Carrizosa Cháidez y Adolfo Rojo Montoya se irían en busca de una curul federal, mientras Martín Heredia ingresa por fin al gabinete o de plano se va a la dirigencia estatal del PAN, cumpliendo el sueño de los que anhelan ver en la calle a Edgardo Burgos Marentes, aunque éste estaría en la gran posibilidad de ser candidato, sobre todo plurinominal. –Es que por tierra no llena un bocho para su arranque de campaña, dicen quienes lanzan el fuego amigo.

El caso con el PRI serpia hasta decepcionante para los que esperan una sacudida del equipo, pues a estas alturas son pocos los secretarios que realmente se perfilan. Moisés Aarón Rivas sería el único secretario seguro. Con Juan Ernesto Millán Piestch todavía se especula que le pone en riesgo la cláusula de equidad y de Francisco Cuauhtémoc Frías Castro se dice que si la consigue por su cuenta, bien, pero que en el tercer piso hasta se sorprendieron cuando el secretario de Educación Pública y Cultura hizo públicas sus aspiraciones. Se las planteó a Martha (Tamayo) pero no al señor gobernador, señalaron artilleros del fuego amistoso verde.

Karim Pechir Espinoza de los Monteros se asumió definitivamente fuera. Desde hace meses dejó de asistir a los cumpleaños, bautizos, bodas y funerales de gente conocida o desconocida que se registraban entre Cosalá y Escuinapa, donde era asistente consuetudinario a todos los eventos del calendario cívico y eclesiástico. Es más: nadie recuerda haberlo visto por las calles de Rosario el pasado domingo cinco de octubre, cuando se festejó el día de la Virgen del Rosario, fecha en que ningún rosarense quiere quedarse fuera de su terruño.

Hay un caso muy particular. Los especuladores de altos vuelos ven alguna posibilidades de que el distrito II tenga un candidato de primer nivel: el mismísimo secretario general de gobierno, Gerardo Vargas Landeros. De ser así, habrá ocurrido una negociación de mucho fondo, una apuesta del resto para tranquilizar a la banca. De no haber necesidad, simplemente se seguirá dirimiendo el jaloneo entre el propio Vargas Landeros y el secretario de Administración y Finanzas, armando Villarreal, para que esa candidatura quede en manos de Marcial Liparoli o de alguien con un perfil más empanizado.

Ese distrito será revelador.

UN GOBERNADOR SIN PARTIDO,

PERO CON ORIENTACIÓN

Desde la elección del 2012, el gobernador Mario López Valdez dio color: sus simpatías serían para los candidatos del PRI, quienes en las boletas alcanzaron mayorías importantes no sólo para la Presidencia de la República, en la persona de Enrique Peña Nieto; también para los aspirantes tricolores al Senado, Aarón Irízar López y Daniel Amador Gaxiola y hasta para los de cada uno de los ocho distritos de Sinaloa. El problema fue que en el II y el VIII, María Victoria Vega Gaxiola e Irma Leticia Tirado Sandoval, no alcanzaron la curul porque una parte de sus votos iba cruzada a favor del PRI y del PVEM, sin que en sus demarcaciones hubiese alianza entre ambas organizaciones, que si la tuvieron en otros lugares del país. De no ser por eso, la aplanadora habría funcionado con la modalidad del carro completo.

Todavía en 2013 las elecciones locales dieron un vuelco dramático respecto del 2010: de una división de nueve ayuntamientos para priístas y nueve para panstas-perredistas, se pasó a un arrollador 15-3, que fue pronosticado con meses de anticipación. Más contundente, el Congreso pasó de una primera minoría priísta a una mayoría absoluta, alcanzada con veinte distritos ganados y tres plurinominales asignadas, contra apenas cuatro victorias opositoras.

Todo eso, más el poder que ejerce el PRI en el gobierno federal, y la forma en que ese poder es ejercido, hace pensar que no habría sorpresas, y que se mantendrá esta tendencia. Pese a todo, hay que decir que en cuanto ganó el tricolor la Presidencia de la República, Malova fue invitado a volver al PRI por la puerta grande, pero el mandatario decidió ser congruente con su oferta de que no se afiliaría de nuevo a partido político alguno.

MADERO FUMANDO

ESPERA UN GUIÑO

Todo esto por supuesto, ocurre en las entretelas de la política, no es los foros abiertos. Por esas vías han llegado las peticiones del PAN, presumiblemente del expresidente Gustavo Madero Muñoz, quien espera una muestra de que en 2015 y en 2016, Sinaloa volvería a estar con los azules como ocurrió en aquella histórica alianza del 2010.

La verdad es que no está fácil. La relación con el gobierno federal estaría de por medio y no se trata de simpatías y fobias personales, sino sobre todo de viabilidad para proyectos importantes. Aunque la federación no tendría por qué ejercer represalias a quienes no apoyen, todavía está vigente aquella máxima juarista: “a los enemigos, justicia. A los amigos, justicia y gracia”.

Hay quienes piensan que un desafío político equivale a una derrota segura, pero ahí está Sonora, donde el gobernador Guillermo Padrés Elías se metió en los peores berenjenales y cuando parecía que se iba irremediablemente, el cobijo del PAN le dio tranquilidad para seguir adelante. Ya el resultado de la elección del 2015 es otra cosa, producto de las torpezas del propio Padrés.

UN NUEVO ELEMENTO

Dada la dificultosa situación por la que pasa el PRD, al que Morena amenaza con quitarle al menos la mitad de los votos, pocos consideran al PRD como una alternativa para que el gobernador Mario López Valdez tome una nueva inclinación. Además, los actores políticos que lucharon por concretar la alianza con Malova están idos o desplazados. Sin los casos de Jesús Zambrano, y sobre todo de Marcelo Ebrard Casaubón.

Pero resulta que el recambio en el partido del Sol Azteca no sólo permitió a Los Chuchos mantener la dirigencia nacional, sino que elevó a la presidencia del CEN a Carlos Navarrete, quien fue compañero de Malova en el Senado y construyó con él una sólida amistad personal. Y ahí están los resultados de la intervención perredista en Guerrero, donde pese a todo se sigue sosteniendo Ángel Aguirre Rivero, el gobernador más embroncado en la historia reciente del país. Peor que la matanza campesina de San Ignacio Río Muerto.

Son por supuesto, situaciones –las de Padrés y Aguirre- que nada tienen que ver con Sinaloa, pero si allá funcionario para barbaridades, parecería lógico tratándose de apenas una posición política.