DOS AULLIDOS Y UN SILENCIO HOMOFÓBICOS.

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ELIO EDGARDO MILLÁN VALDEZ

“Desde hace unos días grupos feministas, defensores de derechos humanos y antidiscriminación habían bombardeado en redes sociales, blogs y columnas al senador del PAN, José María Martínez y Martínez, presidente de la nueva Comisión de la Familia y el Desarrollo Humano en el Senado; porque en un discurso insinuaba una línea dura contra parejas del mismo sexo y claramente condenatorio del aborto”

ENTREVISTA AL SENADOR HOMOFÓBICO JOSÉ MARÍA MARTÍNEZ.

En entrevista de Carlos Puig con este macho/mocho que, después de rodeos, titubeos y no pocos vahídos, sacó de sus alforjas dos perlas procedentes de la no tan santa inquisición. Eh aquí una parte de ella.

Carlos Puig. ¿Y hay familias homosexuales? —pregunté.

Jose María. Las familias con respecto a las que tú planteas es su decisión.

CP: ¿Un hombre con otro hombre que se aman y que están legalmente casados en el DF, eso es una familia?

JM: No…

CP ¿Si adoptan a un niño, ya es una familia?

JM: Que se unan las personas del mismo sexo no tendría ningún inconveniente; que adopten, hay que velar por los derechos del niño.

CP: ¿Queda afectado el derecho del niño si tiene dos padres hombres?

JM: Sí, en cuanto a su identidad de género…

Eso piensa el presidente de la Comisión de la Familia y Desarrollo Humano del Distrito Federal. Es senador de la República. Es del PAN (Carlos Puig/Milenio, Diario.18/06/14/)

LUEGO EN BRASIL

Luego en el mundial de Brasil una turba de mexicanos clasemedieros gritaron enfebrecidos ¡putooooo…, a un árbitro! No falto quién defendiera este insulto arguyendo que esa palabra era parte de nuestra ideocincracia y que por supuesto tenía muchas variantes, como la chingada en El Laberinto de la Soledad de Octavio Paz.

 

Ahora resulta que utilizar la palabra puto no tiene nada de malo, que es algo normal, una costumbre, una tradición. ¿Entonces por qué usted no va y le dice putos a sus hijos? ¿Por qué no le llama puto a su padre? ¿Por qué no le grita puto a su marido? ¿Por qué cuando reza no le llama puto a Dios? ¿Por qué no le dice puto al Papa? ¿Por qué no le grita puto a su jefe en la oficina?

 

¡Qué tan bajo tenemos que caer los mexicanos con tal de no reconocer nuestras faltas! Muchas de las personas que hoy defienden con vehemencia nuestro supuesto derecho a molestar a los demás utilizando el adjetivo puto, son las mismas que se sorprenden de lo mal que estamos en educación. Son Las mismas que se enfurecen cuando en algún programa de televisión del extranjero

ofende a los mexicanos, las mismas que se sorprenden de que en México haya tanto bullying (Alvaro Cueva. Milenio, Diario. 22/08/14)

UN SILENCIO COMPLICE

Los susurros y gritos precedentes remiten a una maquinaria silenciosa, ávida de votos y que para su consecución dejan hacer/dejan pasar todo tipo de improperios, inclusive dejan que a ellos mismos los puteen con tal de alcanzar un hueso que llene sus afanes presupuestívoros.

 

Por eso no es casual que prefieran a las “mayorías” que por lo general tienden a joder a las minorías de mil formas, y en el caso de los abusos a los LGBTQ suelen hacerse omisos, como si les hablará la virgen. Y eso a pesar de que han signado la Declaración Internacional de los Derechos Humanos en el 2008. Cito de la Declaración, dos artículos:

 

3. Reafirmamos el principio de no discriminación, que exige que los derechos humanos se apliquen por igual a todos los seres humanos, independientemente de su orientación sexual o identidad de género.

6. Condenamos las violaciones de derechos humanos basadas en la orientación sexual o la identidad de género dondequiera que tengan lugar, en particular el uso de la pena de muerte, las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, la práctica de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes, el arresto o detención arbitrarios y la denegación de derechos económicos, sociales y culturales, incluyendo el derecho a la salud.

GOBIERNO HOMOFÓBICO.

Excepto en el Distrito Federal, en el resto del país los gobiernos de todos los niveles no han hecho nada para legalizar las uniones de los que tienen preferencias sexuales que no son hererosexuales y, por supuesto, han reforzado las penas para las mujeres que deciden interrumpir su embarazo. Esta actitud política sitúa a nuestra clase política entre las más retrógradas del mundo en estas materias, junto a gobiernos homofóbicos como China, Rusia, Afganistán, Siria y una centena más.

Los homosexuales, pues, son excluidos por el pensamiento talibán de todos los partidos políticos, no solamente desde el punto de vista afectivo y de sus múltiples preferencias sexuales, al ser condenados al ostracismo, también les son conculcados sus derechos en los ámbitos económico, social, político, al impedirles tener una pareja/parejas con los mismos derechos que tienen las parejas heterosexuales.

Hoy que los reformadores están de moda y firman Pactos por México o Compromisos por Sinaloa, pero carecen de iniciativas para crear leyes e instituciones que permitan que todos posean los mismos derechos, independientemente de sus preferencia sexuales. Nuestros prohombres hablan, escriben y decretan grandes transformaciones en todos los planos y ámbitos de la sociedad; pero estos “revolucionarios” dejan a la intemperie a millones de personas que no son heterosexuales, y no sólo por la política de Estado que practican al respecto; si no quedan expuestas, además, a las vejaciones de los talibanes de “abajo” que son gobernados por los talibanes de “arriba”. Sólo Marcelo Ebrard supo desafiar a la Iglesia, a los talibanes de su partido. Bien por Marcelo.