¿Tienen derechos los animales?

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Melchor Inzunza

Primero se puso de moda la “subcultura de la violencia” y se terminó por hacer cultura de todo: los conflictos y fenómenos son de índole cultural y por lo tanto todos los problemas y soluciones son culturales.

De ahí la cultura de la seguridad, la cultura de la denuncia, la cultura del agua, la cultura del ahorro, la cultura del pago, la cultura del aire, la cultura de la cultura, etcétera.

Luego vino la moda de atribuir la desintegración familiar y la violencia a la tele, a los corridos, a las películas, a los videojuegos y a la “crisis de valores”, faltaba más. Y los gobernantes laicos andan de predicadores morales o de caballeros andantes en pos del rescate de valores perdidos quién sabe dónde ni cuándo. (A’i nos avisan si los encuentran.)

Otras modas

Otras más que modas son creencias: legislar para todo. No dejar nada fuera de la norma ni siquiera la realidad a la que hay que ajustar a la ley. Solo así cada persona estará debidamente reglamentada. Desde la cuna hasta la sepultura.

De ahí la inflación normativa en México, país de leyes y derechos. De sobra, sin duda. Sin hablar de los consagrados en la Constitución: el derecho a un “trabajo digno”, a un salario mínimo “suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia”, y el derecho a una vivienda “digna y decorosa”.

Hay además derechos especiales (de minorías étnicas a tratamiento especial, de minusválidos a los mejores puestos de estacionamiento que no usan…). Sin olvidarnos, como el título de aquella película, del derecho de nacer que según esto tienen, desde el instante de la concepción, los no nacidos.

Derechos no humanos

“Resulta paradójico y perturbador que la misma sociedad que permite que una porción nada desdeñable de sus miembros agonice en la calle se preocupe de aliviar el sufrimiento de los animales desamparados”. Juan Manuel de Prada

Aparte de nuevos derechos humanos de quién sabe qué generación, se promueven derechos no humanos: derechos del mar, de las ballenas, de las focas, de la maleza en las selvas tropicales. Los derechos de las cosas, de la vida animal y vegetal.

Yo que muy creido me equivoqué. Decir derechos humanos era un pleonasmo, pues no hay de otros. Pues resulta que sí los hay. Nomás oiga a los ecolocos: ¡Respetemos los derechos fundamentales de las plantas y de los animales!

Hace cuatro o cinco años el parlamento alemán aprobó por amplia mayoría un proyecto de reforma constitucional que consagra los derechos (¿y deberes?) de los animales.

 El Partido Verde de Alemania presumió que este país sería desde ahora, el primero de Europa en reconocer derechos a los animales.

Cierto, pero no desde ahora. El piadoso Hitler fue el primero en protegerlos. Si bien el derecho a la vida de los seres humanos le importó una pura y dos con sal, sí promovió los derechos de los animales. Decretó leyes discriminatorias contra los judíos y emprendió el exterminio organizado, pero hizo aprobar en 1933 la Ley de Protección de los Animales y en 1935 la Ley de Protección de la Naturaleza. Todo un ecologista él.

Ecologistas y ecólatras

Categorías del ecologismo. Un estudioso destacaba que en una de ellas, la menos dogmática y más humanista, sólo hombre es sujeto de derecho. En esa tradición liberal, los animales están al servicio del ser humano; maltratarlos es un delito porque va contra la dignidad humana.

En otra categoría, los animales son reconocidos como sujetos de derecho, así como la naturaleza. Es el ecologismo «ecocéntrico» o “ecología profunda”, que domina en los movimientos antiglobalizadores de Estados Unidos y Alemania.

Para el ecologismo hitleriano “el animal debe ser protegido en cuanto tal”, dice la ley de 1933; para los ecólatras actuales todo animal tiene derechos que “deben ser defendidos por la ley como lo son los derechos del hombre.” (Pues mejor, si bien se ve, no defiendas a los animales, compadre, diría Isabel Ibarra).

Otras convicciones compartidas por los ecologistas nazis y los ecólogos: la búsqueda del paraíso perdido por culpa de la industrialización, el odio al liberalismo y a la cultura occidental.

Derechos del animal

“Los ecologistas tienen el corazón bien puesto, pero la cabeza mal hecha”. James Lovelock.

Aunque parezca increíble, al igual que la Declaración Universal de los Derechos Humanos existe una Declaración Universal de los Derechos del Animal, equiparable a los del ser humano. Aprobada por la ONU, otorga a los animales dignidad, derechos sociales y hasta laborales a los animales.

Cito algunos de ellos:

*Todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen los mismos derechos a la existencia.

*Todo animal tiene derecho al respeto.

*Todos los animales tienen derecho a la atención, los cuidados y la protección por parte del ser humano.

*Todo animal perteneciente a una especie salvaje tiene derecho a vivir libremente.

*Toda privación de libertad, incluso aquella que tenga fines educativos, es contraria a este derecho.

*Todo animal de trabajo tiene derecho a una limitación razonable del tiempo e intensidad del trabajo, a una alimentación y al reposo. (Pues de una vez, al seguro veterinario, año sabático, aguinaldo y a la huelga, para prevenir una orweliana rebelión en la granja).

*Se prohíbe la experimentación animal que implique un sufrimiento físico tanto si se trata de experimentos médicos, científicos o comerciales.

*Todo acto que implique la muerte de un animal sin necesidad es un crimen contra la vida.

*Ningún animal debe ser explotado para esparcimiento del ser humano.

*Se prohíben los espectáculos y exhibiciones incompatibles con la dignidad del animal.

*Prohibidas las escenas de violencia contra los animales en el cine y la televisión.

*Los derechos del animal deben ser defendidos por la ley como lo son los derechos del hombre.

Si esto no es una broma, habrá que cerrar las plazas de toros, dejar a los circos sin animales, laboratorios sin ratones, y llamar hermanos al hermano lobo, hermano escorpión, hermano mosquito, hermano gusano, para que la vida de cualquier ser humano no valga más que la de cualquier animal.

Pero ¿tienen derechos los animales?

¿De veras hay que hacer sujetos de derechos a las cosas, la naturaleza, el paisaje, los animales, las plantas, para que se tengan deberes para con esas realidades y no se pueda hacer con ellas lo que nos de la gana?

Pero el que tengamos deberes morales para con los animales ¿se sigue que los animales tengan derechos? También hay deberes con las cosas. No está bien contaminar mares y ríos, quemar bosques, destruir esculturas. Las cosas no tienen derechos, tenemos deberes con ellas.

Para Ángel Pelayo, jurista de la Universidad de Cantabria, no se puede hablar de los derechos de los animales, porque el más grande “es el derecho a la vida”. Si los animales tuvieran ese derecho, no podríamos comérnoslos.

“Hay que proteger a los animales, pero no por sí mismos, sino por el bien de los humanos”, decía Kant. Porque de la crueldad hacia los animales a la crueldad hacia los humanos la diferencia no es muy grande.

 

Algunos “animalistas” sostienen que algunos animales no se diferencian mucho en lo referente a raciocinio o deberes de algunos humanos como los bebés o los afectados por el síndrome de Down. Pelayo rebate: “Jurídicamente la diferencia es que el ser humano está revestido de dignidad”.

 

Vete leyendo:

 

Los ecólatras sostienen que los derechos humanos no son más importantes (¡ni siquiera para los humanos!) que los derechos animales o los derechos vegetales….Actitud disparatada en el mejor de los casos y en el peor sospechosa… conviene no olvidar que las primeras leyes de protección de los animales y de la madre Tierra las promulgo en Alemania un celebre vegetariano enemigo del tabaco llamado… Adolf Hitler. (Fernando Savater, Política para Amador).