TIBURONARIO SIN TIBURONES

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Cuentas con muchos millones y

Polémicas políticas más abundantes

que los peces de sus vitrinas

El tiburonario está convertido en un pozo sin fondo.

A los sesenta millones de pesos de su inversión inicial, habrá que sumar todavía unos diez millones más de una cuarta etapa, en la que se corregirían fallas y se concretarían asuntos pendientes como la ambientación y la población de peces que se requieren.

Pero ya se autorizó una nueva partida, ésta por un millón seiscientos mil pesos, dinero que se destinará a un estudio con cuyos resultados se decidirá qué hacer: dónde corregir, dónde cambiar, qué añadirle, qué sustituir de un equipamiento que ha sido sumamente cuestionado y que a decir de algunos regidores, ya ha registrado fallas y bajas sin que empiece a operar todavía.

El millón seiscientos mil será pagado a partes iguales por los gobiernos del municipio y del estado, pero ya no podrá ser administrado por el director Jorge del Rincón Jarero, quien este viernes por la tarde renunció al cargo, atosigado por las críticas de los consejeros y de la sociedad.

Este Tiburonaro ha venido a alterar la paz en que vivía el Acuario de Mazatlán, que viejito y criticado, ha constituido por muchos años un atractivo básico para los turistas, que cada año rompen récords de asistencia.

En realidad es una dependencia modesta, cuyos ingresos y egresos no van más allá de los veinticinco millones de pesos por año.

De repente, el Acuario se vio envuelto la vorágine de críticas por el Tiburonario, algunas demandas penales derivadas del manejo de especies como los hipocampos o caballitos de mar, protegidos por las autoridades ambientales del país, y otros problemas inenos.

Por si fuera poco, en este trienio fue ofrecido en concesión al Acuario de Carlos Slim y por partida doble. el empresario Ernesto Coppel Kelly busca impulsar una inversión privada de al menos mil doscientos millones de pesos, pero los contactos del gobierno municipal con el Grupo Slim parecían haber reducido la posibilidad de inversión a apenas unos ciento veinte millones.

En todo este intríngulis no falta la política. Desde el trienio anterior trajeron a un director que no era biólogo marino ni oceanólogo, sino miembro de una ilustre familia del Partido Acción Nacional: Los Del Rincón. Alejandro Higuera, deseoso de obtener votos de Culiacán en las internas del PAN,

se trajo a este hombre que sólo vino a sufrir porque los consejeros lo estuvieron criticando fuertemente.

Al presentar su renuncia, Jorge del Rincón Jarero dijo que había sido objeto de señalamientos políticos y que él tenía un apellido que cuidar, de modo que mejor se fue…

Mientras tanto las cosas siguen igual: el Acuario esperando a ver si pasará a otras manos y por cuánto; el Tiburonario sin tiburones y sin funcionar. Por sus vitrinas no pasan peces de ninguna índole, pero por sus libros de cuentas han danzado millones, millones y más millones…