Tercera Llamada…Las apologías del narcorrido

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Ismael Estrella Guerrero

Durante el periodo gubernamental de Francisco Labastida Ochoa, se dio por primera ocasión la intención de contrarrestar el efecto del narcorrido por considerar que era como un “enervante” provocador de la violencia y otros problemas. En aquel entonces se habló con la Cámara de la Industria de la Radio y Televisión para que en estos medios no se pasara absolutamente nada de esa música.

¿Y que se logró?

Que lo prohibido fuera más apetecible y en consecuencia más exitoso.

En el sexenio de Juan Millán se intentó hacer lo mismo cuando en Sinaloa se dio una censura fuerte por una edición de libros que aparentemente realizó la Secretaría de Educación Pública, en los que hacía cuenta de algunos narcorridos.

La Secretaría aclaró después que no era un libro editado por ellos… pero sí distribuido. Tan culpable el que mata la vaca como el le agarra la pata, dicen por ahí.

No creo le sirva a nadie evitar tal música.

En lo personal no soy asiduo a ellas, pero en términos sociológicos representa un movimiento social que debe analizarse más a fondo.

Recuerden sencillamente las marchas en favor del “Chapo” para que lo liberen, es sólo una de las cosas raras que ocurren en nuestro entorno y que realmente merecen un análisis bien a fondo. Dicen que son problemas culturales, lo que sea, pero hay que saber que ocurre, o cuando menos que el Gobierno del Estado haga algo al respecto para evitar que se distorsione aún más nuestra sociedad

Es cierto también que expresan una realidad que a muchos molesta; o a la gran mayoría que no se beneficia con el lavado del dinero.

Sin embargo, con esto no quiero decir que se trata de alentar en lo mínimo su inclusión en una antología del corrido que tiende a ser, en todo caso, una forma épica, por que los bandoleros sociales, como Heraclio Bernal, así lo son.

Hacer campañas en contra solamente provoca el morbo y logrará lo comprobado muchas veces, en que los niños y jóvenes se muestran interesados en ver algo nefasto, e inexplicablemente interesante para ellos.

Además estar en contra es convertirlos en un modo muy efectivo de aumentar el interés o propiciar algún tipo de hechizo de lo prohibido. O sea, que les llame poderosamente la atención pues, y en vez de rechazarlo, lo acojan como si fuera algo propio de nuestra cultura.

Simplemente son una demostración más que palpable del peso del narcotráfico en el país.

Cabe decir que no son exactamente cánticos de una celebración feliz, porque hay algunos que siempre terminan con la muerte del personaje en alusión, con un recuento de la cuantía de sus asesinatos conservando la máxima de que el que a «hierro mata a hierro muere»; y que el que trafica con polvo, «en polvo se convierte».

Además, en una etapa de tecnología tan desarrollada como la actual postmodernidad en la que vivimos, es algo inútil la prohibición por que los casetes, cd´s y demás proliferan de manera legal o «pirata».

Desgraciadamente la censura es sinónimo de hechizo, de algo atrayente y no de rechazo generalizado.

Nuestros jóvenes tienen otra mentalidad.

Si de por sí a nuestro Estado lo catalogan como un sitio violento, bárbaro, entonces debemos luchar por mantener una cultura estable. Y la música es parte de eso.

Es innegable que cargamos una «negra leyenda»…

Es innegable, injusto y desastroso, pero existe.

Esto se vincula con el problema de la economía campesina; la vigorización del narcotráfico y la calidad del neoliberalismo alterno para crear fortunas en un plazo brevísimo, amén de otros agravantes, como el desempleo, la carestía. En fin, es el cuento de nunca acabar.

Esto es un hecho.

Por eso deben existir lazos de solidaridad de quienes padecen más agudamente las matanzas; lesiones a sus derechos humanos y el horror del narcotráfico.

Por otro lado, la posibilidad cultural y el deseo del desarrollo existen y se han potenciado.

Sinaloa es una entidad rica en sus valores culturales.

A esto tenemos que apostarle entonces.

Toda postura que asumamos para no dejarnos de la «leyenda negra», son muy vigorizantes.

Los esfuerzos de las autoridades estatales por contrarrestarlos son loables.

Pero bueno sería también que se dedicaran al trabajo como corresponde y se olvidaran… por el momento, del canibalismo con que los grupos tratan de comerse entre sí y de la persecución o “cacería de brujas” en contra de los que ya no están.

Pero eso sí, cada quien su gusto.

Por eso, ¡Que me siga la tambora!

ismael.estrella@live.com.mx