Somos Pobres, Pero Contentos, Dice La Abuela Benigna

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*Su esposo murió en la invasión

*Casa de lámina, pero todos los servicios

Es la abuela Benigna, no llega a los 60 años, morena no sabemos si por el sol o por el humo de estar siempre en la hornilla, cocinando para toda la familia. Tiene más de 10 años de invasora, fue de las primeras en la colonia Pino Suárez, junto al Estero del Infiernillo; allí murió su esposo hace 5 años y más cerca, hace once meses, su hijo, pero él en un accidente vial.

Sinaloa en Línea.com en su diario caminar por esas veredas de la invasión, que no calles, brincó el pequeño canal de agua pluvial y se acercó por el patio trasero al ver el “familión” en torno a una mesa y parada, en la hornilla, doña Benigna. Todos corrieron hacia adentro de la vivienda, porque no “querían salir en televisión”; dejaron sola a la abuela Benigna, no pudo dejar que las tortillas, que serían convertidas en “chorreadas”, se fueran a chamuscar.

Es otra historia. Benigna les enseño el camino de la invasión a sus hijos, ahora grandes. Sin embargo, rechaza que lo hagan por negocio, sino porque no tienen manera de una economía fuerte, pues uno es carpintero en las construcciones y el otro “en lo que cae”. Los hijos están casados y ayudan, con poco, a la manutención de Benigna. “Somos pobres, pero contentos”, dice.

Sigue viviendo en la invasión, pero un poco más lejos de la zona de mangle del infiernillo. Una casa de lámina y madera, pero mejor construida, sin goteras, con energía eléctrica, agua y un baño con una fosa séptica; sobre una mesa un televisor y abajo un modular, que le “acaban de regalar”. Hasta adelante, un cuarto de cuatro por cuatro, en obra negra, sin techo; dice que “algún día lo va a terminar”.

El terreno de Benigna es grande, tal vez 25 metros de fondo por 5 metros de ancho; en esta casa humilde no se respira la pobreza y la extrema pobreza de las casuchas del otro lado del canal pluvial; aquí, incluso, entre la familia hay alegría, un ambiente diferente, con hijos, nueras y sobrinos jugando en el patio de tierra de la abuela que da al Estero del Infiernillo donde se pudre el agua y se convierte en un problema de salud, por el dengue y los malos olores.