POLITICA Y FUTBOL PARECIDOS Y DESAPARECIDOS.

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El primer parecido entre el futbol y la política es que son dos oficios que se hacen con las patas. Ambas actividades se asemejan, además, porque en su ejercicio los contendientes se tunden a patadas y a patadas alguien se alza con el triunfo, y el perdedor se queda todo pateado rumiando su derrota.

La política y el futbol caracterizan por pertenecer al estilizado arte del engaño. En éste la bola se esconde, se caracolea, se chuta para otro, pero se amenaza tirar para otro; se finta y, final, ¡golazo!, golazo, mi querido brother. Los animales políticos, más animales que políticos, esconden la bola de sus mezquindades, apuntan su patada para la izquierda pero disparan por la derecha, caracolean con el verbo, fintan a sus adversarios y a sus propios seguidores y, al final, ¡golazo!, golazo, mi querido brother; un golazo que los habilita a comer con manteca el resto de la liga o de perdida tres años del sexenio.

Y SIGUEN LOS PARECIDOS.

Los políticos como los futbolistas siguen, si bien unos pocos, un carrera ascendente, rutilante, alcanzan el estrellato y se convierten en luminarias de la televisión. El resto, la mayoría, mantienen un perfil bajo; son ignorados, ninguneados y, of course, se les trata con las patas y a patadas. Y cuando los jefes deciden el porqué su talento no pudo triunfar, se les manda al draf para que engrocen las filas de otros equipos. Y que más da si son los jaguares Chiapas o los gatitos del PANAL, porque tercos como son, creen que en sus nuevos establos pueden dar la patada de su vida.

Después, en silencio, sin echarle crema a sus tacos, pasan a retiro, para escribir con la mano las memorias que no pudieron escribir con las patas. Y no pocos de ellos se “intelectualizan” y se convierten en críticos acérrimos de políticos y futbolistas en activo: les restriegan acremente sus errores, esos mismos errores que los convirtieron en periodistas y locutores, porque incapaces de lucir en las viriles faenas en lo que todo se hace con los pies, nunca pudieron dar la patada de sus sueños.

PARECIDOS DESAPARECIDOS.

Giovanni Sartori afirmó que la política se convirtió en una especie de telecracía. Lo cual es ya una desgracia, pues se suma a los tantos escenarios en lo que lo importante entra en el tobogán de la insignificancia. Es precisamente esta transformación de la política la que la ha aproximado peligrosamente a los usos y costumbres del fantástico deporte en el que Maradona y Pelé son señores de horca y cuchillo. Hoy la política sólo existe en la tele y para la tele, lo que la convierte también en un mercado de mucho pecho y poco seso como en el futbol. De ahí la frase de que un político pobre sea un pobre político, precisamente por la friolera de millones que tienen que gastar los políticos para estar al día en materia de rating.

Gozamos y sufrimos ahora los mexicanos la pandemia que nos ha traído el mundial de futbol y, al mismo tiempo, la epidemia cancina de la elecciones presidenciales. Ambas actividades nos roban el sueño y no pocos trozos de vida. La incertidumbre nos quema las horas, pues nos llevamos cotidianamente deshojando la margarita: ¿Pasará la selección la prueba del añejo?, nos decimos casi comiéndonos las uñas. Y luego nos hacemos una pregunta no menos existencial: ¿Ganará nuestro candidato la presidencia de la república el 2 de julio?, se interrogan los equipos de campaña, con la mente puesta en la nómina. Por mi parte tengo mis dudas sobre cuál será la suerte de la selección. De lo que tengo la menor incertidumbre es que Andrés Manuel López Obrador será el presidente de México.

VUELA, VUELA PALOMITA.

Las semejanzas entre la política y el futbol pueden proseguir interminablemente, pero habrá que pararle por respeto al respetable. Sólo señalaré una más: los triunfos y las derrotas que ocurren en ambos estancos son festejados con sendas borracheras. Perdedores y ganadores se ponen hasta las manitas, hasta quedar frente a frente con el compadre declarándole el amor que no se le pudo confesar en estado de sobriedad. La única diferencia entre esas pedas, es que sólo salen en la tele los que se alzaron con la victoria. Por cierto los medios no le llaman borrachera, pues suelen bautizarlo como festejo, por aquello que en la tele no se permiten las malas palabras.

Lo cierto es que la política y el futbol son dos actividades que se hacen con las patas y a patadas.