Este artículo es lectura comentada del libro Ética para Amador de Fernando Savater. Un buen libro que habla de cómo vivir la buena vida. Sé que en la secundaria lo estás leyendo. De todas formas, este comentario bien puede servirte como complemento de tu reflexión en clase; seguramente te ayudará a comprender mejor el mensaje que nos propone esta pequeña gran obra.
Lee la siguiente advertencia del autor: “Se puede vivir sin saber astrofísica, ni ebanistería, ni futbol, incluso sin saber leer ni escribir: se vive peor, si quieres, pero se vive. Ahora bien, otras cosas hay que saberlas porque en ello se nos va la vida”. Y luego completa esta advertencia, con una reflexión interesante: “Se puede vivir de muchos modos pero hay modos que no dejan vivir. En una palabra, entre todos los saberes posibles, existe al menos uno imprescindible: el de que ciertas cosas nos convienen y otras no”.
Pero esta expresión tan sencilla, como dice Savater, se nos va la vida, porque de lo que se trata de saber, es lo siguiente: que ciertas cosas nos convienen y a lo que nos conviene solemos llamarlo “bueno” porque nos sientan bien; otras, en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso lo llamamos malo.
A la mejor la respuesta te pareció una niñería; y tal vez hasta estés tentado a echar este rollo a la basura. Espérate, porque el asunto es más complicado de lo que parece; porque vivir en relativa armonía con uno mismo y con los demás nunca ha sido fácil… Tú sabes, en efecto, a veces nos hacemos “bolas”, pues hay cosas que nos convienen y a la vez no nos convienen. Menudo problema vivir, dejemos al autor que nos diga lo mismo con sus palabras:
Te recuerdo brevemente donde estamos. Queda claro que hay cosas que nos convienen para vivir y otras no, pero no siempre está claro qué cosas son las que nos convienen. Aunque (a veces) no podamos elegir lo que nos pasa, podemos en cambio elegir qué hacer frente a lo que nos pasa. A veces las circunstancias nos imponen elegir entre dos opciones que no hemos elegido: vamos, hay ocasiones en que elegimos, aunque preferiríamos no tener que elegir.
VIVIR O NO VIVIR, ESA ES LA CUESTIÓN.
Es muy cierto, a veces nos ocurren cosas en que no sabemos qué hacer. Nos quedamos como estatuas de sal, queriendo, ¡ay!, que la tierra nos trague de un sorbo. Ya te lo decía, vivir es una terrible dificultad, porque hasta cuando nos quedamos sin respuesta ante lo que nos pasa, estamos dando una respuesta, así sea escondiendo la cabeza como el avestruz. Tal vez te estés acordando de algo que te pasó, y te quedaste helado sin saber qué hacer.
Debo decirte que al final quién decide lo que haces y hasta lo que no haces, eres tú mismo. Nadie puede decidir por ti. Dicho de otra forma: eres libre para decidir sobre lo que te ocurre y, a veces, hasta lo que podría ocurrirte. Porque de libertad se trata, es preciso afirmarte que estás condenado a ser libre, aunque a veces reniegues de la libertad precisamente por eso. Pero la libertad, y sobre su buen uso, tiene que ver con la confianza en ti mismo. Por eso Savater, te lo dice con estas palabras:
Ten confianza. No en mí, claro, ni en ningún sabio aunque sea de los de verdad, ni en alcaldes, curas ni policías. No en dioses ni diablos, ni en máquinas, ni en banderas. Ten confianza en ti mismo. En la inteligencia que te permitirá ser mejor de lo que ya eres y en el instinto de tu amor, que te abrirá a merecer la buena compañía.
Esto no quiere decir que te encierres en ti mismo y no escuches las opiniones y consejos de tus padres y de tus buenos maestros; lo que quiere decir es que, al final de oír a los demás, tendrás que escuchar a tu conciencia y, según lo que te dicte, habrás de decidir sobre tu vida. En ocasiones, tú lo sabes porque lo has vivido, no podemos consultar a nadie sobre cosas importantes que nos pasan, porque su respuesta requiere ser pronta… En estos casos, tenemos que vérnoslas con nuestras propias decisiones y…
LA BRÚJULA EN EL CORAZÓN.
Te he hablado de que estás condenado a la libertad, porque al final quién decide sobre tu vida eres tú mismo. También hemos dicho que decidir sobre lo nuestro, es muy complejo, que no pocas veces nos hacemos “bolas”. Rebelde como eres, seguramente ya estarás pensando que no eres libre tomar tus decisiones, porque existen costumbres y órdenes que nos imponen desde la sociedad, la escuela y la familia; pero además porque hay cosas que brotan desde adentro de ti, como los caprichos. Pero aún estos casos, al final tú decidirás si obedeces las costumbres, las órdenes o si malbaratas tu vida entregándote a tus caprichos. Savater, te lo explica de la siguiente manera:
En resumidas cuentas: puede haber órdenes, costumbres y caprichos que sean motivos adecuados para obrar, pero en otros casos no tiene por qué ser así. Sería un poco idiota querer llevar la contraria a todas las órdenes y a todas las costumbres, como también a todos los caprichos, porque a veces resultarán convenientes o agradables. Pero nunca una acción es buena sólo por ser una orden, una costumbre o un capricho. Para saber si algo me resulta conveniente o no, tendrás que examinar lo que haces más a fondo, razonando por ti mismo. Nadie puede ser libre en tu lugar, es decir: nadie puede dispensarte de elegir y de buscar por ti mismo.
Y luego el autor, nos invita a pensar sobre lo que hacemos o lo que habremos de hacer: “No habrá más remedio, para ser hombres y no borregos que pensar dos veces lo que haremos. Y si me apuras, hasta tres y cuatro veces en ocasiones señaladas”. Cuando el autor habla de ocasiones señaladas, se refiere a las cosas importantes que tienes que decidir sobre tu vida. Tal vez por eso un sabio, muy sabio, en su día expresó: “Pienso, luego existo…”.
DATE LA BUENA VIDA.
Ahora vamos a lo que más te interesa: ¿cómo vivir en realidad la buena vida? Si me permites, te diré que no voy a darte las reglas de oro para que triunfes en la vida. Eso tendrás que descubrirlo tú. Acaso lo que puedo decirte es, no sin cierta timidez, que vivir la buena vida, nada tiene que ver con ser poderoso, rico o influyente, como mucha gente cree, sobre todo porque los poderosos, los ricos y los influyentes alardean de una buena vida que están muy lejos de sentir y muchos menos de vivir. A propósito indica el autor:
Para vivir la buena vida no se trata de llenarnos de cosas o simplemente “brillar” por fuera y que por dentro viven una terrible oscuridad. Es cierto, como humanos necesitamos cosas para vivir, pero requerimos algo más que cosas para vivir la buena vida: necesitamos sobre todo afecto, amor y respeto. El aprecio de los demás, como bien lo sabes, es el pan y la sal de la vida, que no se compran ni con todo el oro del mundo. Este tesoro sólo podemos tenerlo a través de las buenas relaciones con los demás. Ser humano consiste en tener buenas relaciones con los humanos. No te engañes y mucho menos dejes que te engañen, porque no todo lo que brilla es oro. Atiende, por favor, lo que nos dice Savater al respecto:
Para que los demás puedan hacerme humano, tengo yo que hacerles humanos a ellos; si para mí todos son como cosas o como bestias, yo no seré mejor que una cosa o una bestia. Por eso darse la buena vida no puede ser algo muy distinto a fin de cuentas de dar la buena vida a los que nos rodean.
Y mira qué dificultad, prácticamente hemos vuelto a donde empezamos: la buena vida que quieres para ti, depende de la buena vida que des a los demás. Ya sé, ya sé, seguramente estarás pensando: Este “consejillo” no sirve para nada, porque en muchas ocasiones lo he intentado con cierta gente, y me han mandado al diablo y hasta se han reído de mi ingenuidad. Es cierto, es muy cierto, pero por favor escucha lo que nos dice el autor español:
A veces uno puede tratar a los demás como personas, y no recibir más que coces, traiciones o abusos. De acuerdo. Pero al menos contamos con el respeto de una persona, aunque no sea más que una: nosotros mismos.
En efecto, con todo, contarás con la admiración y el respeto de ti mismo. Porque de eso se trata: a veces nuestra humana convivencia recibe tratos inhumanos, pero seguramente sería peor hacer lo mismo, porque al ponerte al nivel de los ingratos, te rebajarías a la estatura de los granujas, y eso significa descender al escalón más bajo de la especie humana, es decir, cuando perdemos el respeto por nosotros mismos.
HUMANO, DEMASIADO HUMANO.
Por la expresión que seguramente tienes en la cara, te estarás preguntando algo que necesariamente te hubieras preguntado después. ¡Qué bien que te lo preguntas ahora: ¿Acaso cuando me hayan abofeteado tendré que poner la otra mejilla? No, no, que va. Nunca supongas, ni de juego, que te estoy proponiendo que pases una vida triste y atormentada, tratando siempre de ser el “buenazo” que sirve a los demás para que se diviertan a tus costillas.
¿Te acuerdas que comentábamos que dar buen trato a los demás, era porque queríamos que se nos tratara de la misma manera? Aunque esta frase suene un poco egoísta, lo que damos de nuestra humanidad a los demás, lo hacemos, claro, por ellos, pero sobre todo, por nosotros mismos, porque nuestra humana dignidad, humanos al fin, desea que se nos aprecie, se nos respete y se nos ame.
No se trata pues, de poner la otra mejilla. Si te fijas bien, de lo que se trata es justamente lo contrario: lo que se requiere es “imponer suavemente” a los demás una relación realmente humana, haciéndoles ver que los tratas como quisieras que te tratarán a ti. Recuerda que él que siembra vientos, cosecha tempestades. En todo caso, no olvides este verso de José Martí: cultivo una rosa Blanca/ en junio como en enero/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca/ y para el cruel que me arranca/ el corazón con que vivo/ cardos ni ortiga cultivo… Al menos, por favor, no siembres la cizaña.
Por eso en la convivencia tienes que usar tu inteligencia y el instinto de tu amor, porque ello te hará ganar grandes amistades y amores profundos y duraderos. Ser justos en nuestra convivencia, es imprescindible: porque por justicia Savater entiende lo siguiente:
La habilidad y el esfuerzo que debemos hacer cada uno –si queremos vivir bien- por entender lo que nuestros semejantes pueden esperar de nosotros”. Pero de la justicia que habla el autor, está llena de fraternidad:
Para entender del todo lo que el otro puede esperar de ti no hay más remedio que amarle un poco, aunque no sea más que amarle sólo porque también es humano…
¿Cómo la ves? ¿Te parece interesante? Como no me respondes, no quiero suponer que no te has quedado dormido por culpa de este rollo. Sabes qué creo, que no me respondes porque estás muy concentrado en la lectura. Si es así, como así es, entonces vámonos al siguiente apartado. Te lo juro, estoy casi a punto de terminar.
AMA A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO.
Nos dice la Biblia: Ama al prójimo como a ti mismo. Esta hermosa frase es una regla de oro. Y aunque tengas una religión distinta o no profeses ninguna. Lo que quiere decir esta frase es lo siguiente: que las raíces de la buena convivencia es que uno debe ponerse en el lugar de sus semejantes. Difícilmente, como te decía anteriormente, puedes ganar afecto y reconocimiento de los demás, si no comprendemos lo que les pasa y si no adoptamos el punto de vista de los demás. Ponerte en el lugar de los otros, consiste, según el autor:
Es hacer un esfuerzo de objetividad para ver las cosas como él las ve, no echar al otro y ocupar su sitio… O sea que él debe seguir siendo él y tú debes seguir siendo tú.
Un dicho lo expresa así: sólo el que trae la carga sabe lo que pesa. Intenta, cuando menos por un momento, echarte la carga al hombro, y verás que en vez de juzgar y descalificarlos, comprenderás que es necesario echarles la mano, o cuando menos tratarlos con amabilidad. Recuerda que no todos somos iguales, y mucho menos nos pasa lo mismo en el mismo tiempo.
Precisamente por eso, no hagas a los demás lo que no desees para ti, es al menos otra regla de oro que debes observar en esa tu vida que hoy empieza a despertar llena de promesas. Elige lo que abre a los demás a nuevas experiencias, a diversas alegrías. Evita lo que te encierra y entierra. Por lo demás, ¡suerte! Y también…confianza, confianza en ti, por supuesto. Me despido de ti con una frase de Sthandal: Adiós, amigo, intenta no ocupar tu vida en odiar y tener miedo.