MÉXICO TAN LEJOS DE DIOS Y TAN CERCA DE ESTADOS UNIDOS.

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Trump ha lanzado la amenaza de utilizar aranceles para presionar a México si continúa sin combatir la inmigración irregular. Este gravamen será casi de inmediato para todos nuestros productos de exportación. El 10 de junio entrará en vigor una tasa del 5% que se irá incrementando hasta el 25% si Washington no percibe -unilateralmente- una mejora en el control de los migrantes sin papeles que ya se han vuelto legión en México.

Esta amenaza, ha sido más o menos implícita y a veces explícita, estuvo en el aire desde la atrabiliaria campaña de este populista de derecha. AMLO, si bien ha colaborado con Trump dando albergue a los migrantes es su frontera norte, en nuestra frontera sur ha tenido una estrategia de estira y afloja para no abandonar su actitud soberanista y de respeto a los derechos humanos de los transterrados.

Ha dejando pasar, en efecto, a los migrantes del triángulo centroamericano ofreciéndoles permisos de estancia en nuestro territorio, visas para trabajar e “impidiendo” que los inmigrantes sin papeles trasciendan nuestra frontera, aunque por ser tan porosa no impida, dicho sea genéricamente, que el Sistema Nacional de Migración no contenga lo que pretende prohibir, aunque a veces lo han logrado, siempre bajo la metralla de la crítica de las asociaciones civiles.

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Pero estos juegos de buena fe nunca ignoraron que los migrantes con papeles y sin ellos intentarían irse hacia Estados Unidos porque su sueño es llegar a la tierra donde se paga y se gana en dólares y porque ademas ahí moran algunos de sus familiares. Aunque les hayan prometido trabajo en la construcción del tren Maya y en el tren del Istmo de Tehuantepec, así como en la plantación de árboles frutales y maderables y la refinería Dos bocas, en los que gastarán -o invertirán- miles de millones pesos; todos sabíamos, sobre todo el presidente, que más temprano que tarde los migrantes se marcharían en pos del sueño americano.

En todo este tiempo Andrés Manuel López Obrador, que es un hombre astuto, jugó con el tiempo. Aguantó inclusive ofensas a su gobierno y ya no se diga a los mexicanos. Soportó las injurias trumpianas al acusar a los migrantes mexicanos de violadores, narcotraficantes y terroristas. Seguramente el objetivo general de AMLO era encontrar formas de ganar tiempo -el tiempo necesario- a través de negociaciones o que ocurrieran incidentes internacionales que permitieran que Trump fuera echado de la presidencia, para poder negociar en otras condiciones este peliagudo problema.
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Aunque ésta es una suposición peregrina, seguramente por estás razones -y tal ves por otras no- le vino bien al presidente la crisis venezolana y la incruenta guerra comercial que libran Estados Unidos y China, pues fueron enormes distractores que le impusieron al trumpismo no ocuparse frontalmente del problema migratorio, que en México adquiere el perfil de crisis humanitaria. Y hasta pudo haber imaginado que su estrategia iba viento en popa, sobre todo cuando condonaron los aranceles al aluminio y al acero que le había impuesto el gobierno norteamericano.
Pero el mito dura hasta que la realidad llega. Mañana, con mayor información, atisbaremos qué pasará sobre este asunto en los días y meses por venir, porque hay un factor que puede aumentar las presiones de Trump a México: las elecciones en el vecino país se están poniendo al orden del día. Y sabemos que un tema que le dan votos al neoyorkino es el problema de la migración.