Marca el presidente que él manda sobre las finanzas nacionales y dice “No” a correcciones o rectificaciones

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FRANCISCO CHIQUETE

La renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda abre un boquete en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Su compromiso de mantener la disciplina financiera fue cuestionado por el propio presidente, al advertir que no habrá cambios, que él tiene otros datos sobre la economía nacional en la que va a haber crecimiento.

En 1973, el secretario de Hacienda Hugo B. Margáin se atrevió a disentir públicamente de algunas directrices presidenciales y Luis Echeverría lo cesó con una declaración: “las finanzas nacionales se manejan desde Los Pinos”. Eso fue exactamente lo mismo que hizo el presidente López Obrador: aceptar la renuncia planteada con la advertencia de que no habrá cambios en la conducta financiera de Palacio Nacional.

El sustituto, Arturo Herrera, es un hombre leal al presidente, dispuesto a establecer los cambios que reclama López Obrador para concretar su proyecto de justicia social.

Lamentablemente no fueron consideradas las razones de Urzúa, quien advirtió sobre improvisaciones, decisiones sin sustento, e imposición de funcionarios improvisados en el ramo hacendario.

El presidente López Obrador tiene el voto de los ciudadanos para aplicar un programa con enfoque social. El cambio en la economía fue uno de los principales motores de esa votación. El problema es que no se avisoran medidas que permitan construir un nuevo sistema de crecimiento.

En una sociedad tan globalizada, con influencias inevitables del exterior (basta ver el cambiazo en la política migratoria tras un apretón de blanquillos por parte de Donald Trump), las políticas unilaterales son de alto riesgo.

Antes de la globalización, cuando México podía manejarse como una isla, las medidas de Echeverría, acicateado también por la urgencia de un cambio social, derivaron en una gran crisis. Las diferencias con su original secretario de Hacienda vinieron de una declaración de Margáin sobre una eventual apertura y hasta flexibilidad en el tipo de cambios. Echeverría dijo  “no” con aquello de que las finanzas nacionales se manejan desde Los Pinos y tres años más tarde se vino la debacle, con la primera devaluación traumática en 18 años. Esperemos que esa parte de la historia no se repita.