LUTO EN EL MURALLA: SE NOS MURIÓ GIL.

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ELIO EDGARDO MILLÁN VALDEZ.

Se nos murió Gilberto López Martínez. Se murió Gil, como le decíamos cariñosamente. Se nos murió recreándose con el deporte de sus amores: se nos fue jugando futbol en la liga diamante. Su deceso ocurrió en una cerrada “careada” entre el equipo de los Brujildos y el de Villafuerte.

El juego estaba muy cerrado. Los futbolistas iban y venían de una partería a otra, con una enjundia de quinceañeros., y por supuesto Gil estaba batiéndose como un toro con su equipo, los Brujildos, desde la defensa central, pues quería revertir el marcador de 1 a 0 con el que estaban perdiendo. De repente, desde el lado derecho de la media pasaron el balón hasta la delantera y el balón cayó en los botines de un delantero contrario.

Éste cerró los ojos y chutó a pierna suelta un potente tiro a gol, y Gil tuvo infortunio de que ese balón le pegará un golpazo en la cara. De inmediato cayó al césped llevándose las manos a la cara. El árbitro, atento a este accidente, paró el partido; pero Gil se levantó rápido y le dijo al silbante que podía continuar jugando.

El partido continuó unos minutos y de repente Gil se volvió a caer y todos nos llenamos de susto. De inmediato los doctores que juegan en el Muralla corrieron a darle los primeros auxilios, y corroboraron que estaba respirando con mucha dificultad. Trataron de reanimarlo aplicándole la conocida resucitación cardio/pulmonar (RCP).

Fueron como 20 minutos los que le aplicaron esa terapia, pero ese tiempo se nos hizo una eternidad, porque Gil no reaccionaba. Unos nos quedamos paralizados; otros compañeros corrían; iban y venían a las gradas para darnos noticias y para llevarle agua, pero en el fondo de esos trotes es que les había ganado la desesperación.

Después llegó la Cruz Roja, y sus luminosos voluntarios también le aplicaron el RCP. Después se los llevaron en una ambulancia que salió ululando lastimeramente, como si llorara por el grave estado en que se encontraba Gil. Paso como media hora en que la mayoría de los que estábamos en el Muralla nos quedamos en silencio y algunos hablaban con la voz entrecortada, mientras esperábamos noticias de él.

Y las noticias que no queríamos oír. Nos avisaron que Gil había muerto, y todos empezamos a llorar, porque Gil era nuestro amigo; y porque había sido un entrañable compañero de batallas memorables. Era cierto: había muerto un hombre bueno, noble, prudente, risueño y, por supuesto, un excelente jugador de futbol. Hoy el Muralla está de luto. Los murallenses lloramos la partida de Gil.

Ojalá que su familiares encuentren pronta resignación, sobre todo porque Dios se lleva a los hombres buenos a vivir junto a él. Descanse en Paz Gilberto López Martínez, nuestro querido Gil.