La dueña del sol se dispone a cobrar por su uso

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La española María Ángeles Durán posee un documento legal que la reconoce como dueña absoluta del sol desde 2012, cuando fallaron a su favor por la magnífica idea de fraccionar al astro luz

Aunque parezca una mala broma, una mujer española dice ser dueña del sol y está por cobrar su utilización a la humanidad, si los fallos legales salen a su favor.

Sí.

Así como lo lees.

La española María Ángeles Durán posee un documento legal que la reconoce como dueña absoluta del sol desde 2012, cuando fallaron a su favor por la magnífica idea de fraccionar al astro luz y comenzó a implementar la venta de parcelas, punto en el que su negocio se detuvo.

Con estudios en sicología, enfermería, criminología y derecho, esta mujer de Vigo ejerce profesionalmente como perito judicial y, haciendo uso de sus conocimientos, en 2010 consiguió un acta notarial que la declara literalmente, «propietaria del Sol, estrella de tipo espectral G2, que se encuentra en el centro del Sistema Solar, situada a una distancia media de la Tierra de aproximadamente 149.600.000 kilómetros».

La mujer, de acuerdo con las autoridades españolas que le siguieron el juego, tuvo que esperar 365 días para ver si, en los millones de años que tiene brillando, al sol le salía otro dueño. Y como no, pues se le dio la potestad a la española.

Con esta paciente espera, María Ángeles Durán se adjudicó legalmente al sol como parte de su propiedad.

El Juzgado de Primera instancia número 5 de Alcobendas, en Madrid, se declaró competente para juzgar la demanda presentada por Ángeles Durán, la gallega dueña del Sol, y le dieron derechos legales, es decir, le dieron capacidad legal para accionar a conveniencia.

Un año después de la firma de dicho documento, en 2013, puso el astro Rey a la venta por parcelas a través de las páginas españolas e italianas de eBay, pero el portal le restringió la comercialización. Y como además es presidenta de una asociación de consumidores y usuarios, optó por demandarles.

E-bay argumentó que no se trataba de un producto tangible capaz de ser vendido ni transportable, sin embargo, la mujer discrepó. Nadie la saca de la cabeza Bell convencimiento de que el sol sí es tangible, pues todos lo pueden ver y sentir, y que al ser su dueña legal, tiene el poder de venderlo.

La mujer cuenta que no pretende lucrar con el sol, pues asegura que utilizará el dinero para que el gobierno español tenga cómo atender debidamente las pensiones para adultos mayores, y el sector salud, para beneficiar a los más desfavorecidos económicamente.

¿Quién es el propietario del sol?

María Ángeles Durán dijo se la propietaria del Sol, segura de su potestad quiere cobrar por hacer uso del astro. La española acredita su propiedad por medio de un documento desde el 2012. Como no existía un dueño del sol, esta mujer aprovechó y se hizo de la estrella gigante.

Ángeles Durán no solo es la propietaria del Sol. Entre sus propiedades figuran algunas tan aparentemente disparadas como la partitura más larga del mundo, 24 mil millones de compases, cuya autoría tiene registrada, y posee en litigio la titularidad del grito de Tarzán.

Otros de los obstáculos de los que ha salido bien librada tienen que ver con demandas en su contra, pues si el sol tuviese dueña, su propietaria comenzó a recibir llamadas que le advertían acusarla de los diversos problemas que los rayos ultravioleta causan.

Es la contaminación que ha socavado la capa de ozono la causante, no el sol, respondió, y advirtió que si se aplicaba la misma lógica, ella tendría que pedir compensación por el calor o los alimentos que se cultivan gracias a la luz solar.

El caso ha dado tantas vueltas, que un español fue a ver a su abogado para ir contra la mujer, a quien culparía por el enrojecimiento de sus ojos y quemaduras en la piel. Decidió no hacerlo, pues su abogado le argumentó que los rayos solares tardan millones de años en llegar a la tierra y María Ángeles Durán era propietaria desde el 2012.

No habría entonces forma alguna de hacerla responsable por este tipo de daños.