La “Danza del Venado”, Tiempos de Pobreza

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*Pedro por hambre dejó su pueblo

*Baila en los cruceros

Pedro anda en el límite de los 35 años, es indígena de un pueblo de Ahome y la pobreza lo trajo hasta Mazatlán, junto con su esposa y dos hijos, que mantiene con lo que le dan los automovilistas en los cruceros luego de que se contorsiona ágilmente imitando el ritmo de la “Danza del Venado”.

Aprovecha el semáforo en rojo para hacer la rutina y casi se tira al suelo y con movimiento de “venado” como oteando al horizonte se levanta al sonar de unas maracas y los ruidos similares en sus tobillos donde lleva unos frutos secos que también hacen ruido. También se ampara en la contingencia sanitaria para pedir dinero.

Cubre su rostro y arriba lleva la cabeza de un venado de pequeñas astas. Viste con una ropa que hace tiempo dejó de ser blanca y ahora se aprecia percudida, sin embargo esto deja de tener importancia cuando baila o se mueve como el inquieto y silvestre venado de la sierra.

Esta mañana tuvo suerte y en los tiempos breves de la grabación del reportero con la cámara, varios conductores le dieron monedas a Pedro, quien en la entrevista señala que tiene problemas de pobreza y que por ello tiene que trabajar de esta manera. Afirma que le gustaría ser vendedor ambulante.

Dijo que la danza del venado la aprendió de sus ancestros, “de sus mayores en el rancho” y que nunca ha estado en ningún grupo artístico o cultural; todo lo aprendido ha sido de forma autodidacta. Dejó su pueblo por hambre y necesidad de trabajo.