H O M E N A J E A J O N H Y L A B O R I E L.

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A TRAVÉS DE LAS VIVIENCIAS DE MI ADOLESCENCIA.

En uno deseos días en que salimos a pasear el tedio sin permiso, ocurrió algo que nos asombró. Íbamos caminando el ranges  y yo por una polvorienta calle de Navojoa. Nos habíamos hecho la pinta porque la secundaria nos tenía hasta la madre. De repente oímos un sonido que nos paralizó: algo así como un tintintintintinti, largo, agudo, fuerte y raro hasta decir basta. El ranges más sorprendido que yo, me preguntó casi al borde de un ataque de nervios: ¿Y qué jodidos es eso…? No sé, le dije, pero siento que ese sonido me revolotea en las patas y en las… Me miró de reojo, y me dijo con esa voz de trueno que le distinguía: Déjate de joterías, cabrón, mejor vámonos, antes de que descubran que no fuimos a la escuela y nos peguen una chinga de aquéllas.

Hasta después supimos que ese “ruido” era de una guitarra eléctrica que hacía la introducción de lo que se llamó en español el “microscópico bikini” de Los Apson.  Con el advenimiento de la lira eléctrica en cascada llegaron, junto con los vecinos de Cananea, los Rocking Devils, los Yaqui de Benny Ibarra; los Freddys, los Teen Tops, Los Johnny Jets, Enrique Guzmán, César Costa, Alberto Vázquez, Manolo Muñoz, Angélica María, Rocío Durcal, Leo Dan, Palito Ortega, Leonardo Fabio y Jonhy Laboriel. https://www.youtube.com/watch?v=mWiiTJuxWm0

El ritmo de la música rockanrolera no provenía precisamente del cielo para edulcorar los espíritus, sino del mismísimo averno, pues  producía en la raza contorciones lasivas, aullidos orgásmicos y una  multitud de gestos irreverentes que desafiaban al bando de policía y tránsito y a la banda del mal gobierno y, por supuesto, a las no tan buenas conciencias que protegían al cuerpo de la concupiscencia y de otros hervores que agitaban con estridencia los malos pensamientos.

 

El rock hizo el milagro, bendito sea Dios, de liberar al cuerpo de su corsé victoriano: cambió para siempre la sensibilidad de la raza, porque esa música no era para oírse, era para bailarse; no era para insuflar al espíritu, era la liberación del cuerpo que, desde esa época venturosa, andaría como animalito en primavera: por ello entre más sentíamos el rock, más se nos erotizaba el cuerpo y, entre más se no erotizaba el cuerpo, más sentíamos el rock en la carne, en la sangre y en salva sea la parte, sobre todo cuando oíamos cantar a Jonhy Laboriel https://www.youtube.com/watch?v=KlUu_Dwf4Q4

 

NO APRENDISMOS A BAILAR ROCKANROLL

Como nunca aprendimos a bailar rock de a de  veras por cheros, como el sur del pájaro, por ejemplo; se nos volteaban los ojitos escuchando con invierno triste de Conie Francis;  amor indio de los Freddys; nunca me impedirás amarte de Leo Dan; hoy corté una flor y fuiste mía un verano con Leonardo Fabio y, por supuesto, todo el repertorio de Los Moon Light, especialmente aquella canción que nos llegaba hasta el alma: “Con la luna llena/bajo las estrellas/tú y yo nos juramos/un eterno amor, de verdad/y a través del tiempo/ te sigo esperando/y aunque tú no quieras/ yo te doy mi amor… Por cierto el cantante de esta preciosa joya, Ricardo Sánchez,  acaba de morir, y con él también yo he muerto un poco, porque a querer o no, he empezado ya a platicar en silencio, con un silencio  reverencial, con los muertos que vivieron en mi generación, porque nunca se sabe cuándo dejará uno este pinche valle de lágrimas, de risas y amor. (Poner aquí un poupurri de Jonhy laboriel) (you tuve)

Y algunas adolescencias duelen más que otras, la nuestra por ejemplo. No sólo nos persiguió la amargura por no aprender a bailar rock, lo cual en ese tiempo era una verdadera mutilación; sino porque a pesar de nuestro moderado aggiornamento, nuestros padres jamás nos perdonaron que trajéramos copete, camisas cuello mao, pantalones acampanados, tenis superfaro tipo convers  y, menos aún, que nos expresáramos con la jerga entre sexi y mojigata que era que estaba de moda.

Teníamos vedado en nuestras casas hablar de la píldora, de la libertad sexual, de los noviazgos sin chaperona, de la mimifalda de reynalda y, sobre todo, de…, perdón…, la verdad no me acuerdo…, aunque creo, pero no estoy seguro, que era de la mariguana, a la que el ranges le había entrado con el mismo entusiasmo que a la mayatiada.

 

LA SORNA DE NUESTROS HIJOS BILINGÜES.

Nuestros hijos que jamás han respetado nuestras canas, ahora se ríen de nosotros cuando les contamos nuestra epopeya roquera. Ellos, y uno que otro de esos especialistas que nunca faltan, nos han dicho, no sin ironía, que lo que oímos fueron puros covers, es decir, simples copias mal hechas de hermosas canciones anglosajonas. Que fuimos seguidores de fantoches faltos de creatividad, que….

Y luego rematan con algo que nos duele hasta el fondo del corazón, justo ahí donde guardamos lo que creímos ue era nuestro aporte generacional, al decirnos con cierto aire magistral: Ah, ah, si hubieran aprendido inglés, su cultura musical no hubiera sido tan pobre, tan…  Ahora resulta que los Apson son lo que dicen que son, sólo porque lo afirman estos irrespetuosos hijos de la tiznada. En el fondo lo que nos están restregando en la cara nuestros herederos, es que fuimos y somos una bola de pendejos y no sólo en materia del bien ordenar los sonidos y el tiempo, sino también…. Cría ojos y te sacarán lo cuervos…

 

Aunque viéndolo bien, y eso aunque nos duela, nuestra generación, salvo algunos de sus miembros, nunca aprendió Inglés, por más que algunos le hicimos la lucha en serio, o sea que lo estudiamos fuera de la preparatoria y la secundaria. Ahora que por razones de edad camino de bajada por el otro lado de la loma, he creído que este analfabetismo tuvo menos ver menos con el encierro en el que vivíamos en el rancho, en el pueblo, en la ciudad, pues en ese tiempo México estaba volcado sobre sí mismo, todavía era una geografía que estaba conectada por la imaginación de sus habitantes.

 

Pero creo que la verdadera razón de nuestra incapacidad para aprender el lenguaje anglosajón, fue producto de la cortina de nopal que sembró nuestro nacionalismo en blanco y negro en la mente de los mexicanos, construido con una rara mezcla de sentimientos encontrados: impotencia, envidia y, admiración a nuestros vecinos de Norte; sentimientos que, a pesar de sus contradicciones y tal vez por ellas, sirvieron al sistema político para tender un hilo protección a la dictadura perfecta que encabezaba el presidencialismo imperial. https://www.youtube.com/watch?v=ceLltKhktBo

DESPEDIDA

No puedo recordar sin recogimiento estos lances libertarios, que yo viví a medias, sobre todo cuando me voy a tomar dos que tres cerveza Pacífico al Puerto Viejo y oigo es Lupe, lupita mi amor, yea, yea, yea, yeeea…, cantada por un sesentón que se parece tanto a mí que no puede engañarme, porque a mi edad, sobrevivir es vivir pensando que la eternidad es algo más que una palabra.

 

            Por eso dice un poema medio arrabalero: Juventud divino tesoro/ que te vas para no volver/ cuando quiero llorar no lloro/ y a veces lloro sin querer. Si un día llegara a morirme como le ha ocurrido a Jonhy Laboriel, quisiera dejar escrito algo él nos legó para la eternidad: Salí de gira, luego regreso. https://www.youtube.com/watch?v=ceLltKhktBo