EN LA GRILLA

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*Congreso: los últimos no serán los primeros

*¿Podrían volver a aliarse panistas y perredistas?

*¿A qué presidente mexicano reelegiría usted?

FRANCISCO CHIQUETE

Por tardío, el voto de Sinaloa será sólo música de acompañamiento en la implacable marcha de la reforma energética por los Congresos de la República. Hasta ayer el PRI había generado dieciséis votos favorables y era previsible que en las primeras horas de esta mañana de lunes ya hubiesen sido alcanzados los diecisiete votos requeridos. EL martes, cuando se reúna el Congreso Sinaloense, el trámite será historia.

En este recorrido, cuyo resultado era previsible, lo interesante es la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Que seguramente va a votar en contra, estableciendo el precedente negativo. Habrá que ver hasta dónde lleva el PRD su estrategia. Si apresura la votación del caso para ponerle número al casillero de los rechazos, o si simplemente ignora el tema retardando la numeración definitiva, aún a sabiendas de que simplemente con alcanzar los diecisiete votos, las reformas quedan inapelablemente confirmadas.

Acá en Sinaloa las posiciones están más que definidas. La izquierda ya se expresó en el debate del jueves. Imelda Castro Castro y Ramón Lucas Lizárraga, del PRD fueron duros, muy duros, no menos que Leobardo Alcántar y hasta Mario Ímaz. Hay un elemento adicional: Héctor Melesio Cuen Ojeda acaba de comentar que no era necesaria la reforma como se dio y que bastaba con cambiar el régimen fiscal de Pemex, una posición muy cercana a la que tuvo Cuauhtémoc Cárdenas durante los debates previos.

De todos modos, por supuesto, son siete votos en contra y treinta y tres a favor, porque el Partido Acción Nacional no tiene ni la menor intención de recordar los tiempos en que fueron juntos por el voto de los sinaloenses y coincidían en todo, hasta en lo que por tanto tiempo los ha diferenciado.

¿VOLVERÁN LAS OSCURAS

GOLONDRINAS?

Si un tema ha sido básico para la izquierda mexicana, especialmente para el PRD, ha sido el del modelo de explotación petrolera y de la energía en general. Esta reforma es una ruptura absoluta no sólo con la historia del país, sino en particular con las aspiraciones de los partidos de izquierda, de modo que por mucho pragmatismo que apliquen los dirigentes de estos partidos, asociarse con Acción Nacional será como dar un voto indirecto a la participación panista en este proceso.

Eso por no hablar del encogimiento perredista, que no sólo se quedó limitado a dos diputados en el Congreso y a un número ínfimo de regidurías en los tres ayuntamientos ganados –Mazatlán, Guasave y Angostura, sino que además ha perdido los espacios donde fue una fuerza beligerante. La mayor parte de su voto duro en municipios como Elota, San Ignacio, Angostura, Sinaloa de Leyva y Guasave, migró al PAN después de las alianzas en que han participado.

Si bien puede explicarse que en esta ocasión la alianza fue derrotada y ello redujo los espacios a repartir, el hecho es que hace tres años, cuando fueron exitosos, los espacios eran los mismos: sólo dos diputaciones, una o dos regidurías cuando mucho en los municipios ganados y una que otra posición administrativa. Aunque eran cabeza de la fórmula en las presidencias municipales de Angostura, Sinaloa de Leyva y El Rosario, en realidad

Angostura fue para un priísta que apenas tomó posesión anunció su regreso a su partido; Sinaloa de Leyva, para un panista renegado que se impuso como candidato a diputado, sólo para perder, y la candidatura a la alcaldía la dieron a un primo del gobernador que no consiguió ni el apoyo de su pariente. En El Rosario llevaron a un expriísta que sí se identificó con ellos e hizo campaña por Andrés Manuel López Obrador, sin resultado alguno, y que además los obligó a ceder al PAN la candidatura a alcalde para poder ser aspirante a diputado. Por cierto, los dos perdieron ignominiosamente.

Con este recuento vale insistir: ¿se animarán los dirigentes perredistas a volver a plantear siquiera una nueva alianza?

DIÁLOGOS BISANTINOS

EN EL CONGRESO LOCAL

La comunicación entre representantes populares y organismos de la sociedad será siempre importante, pero llama la atención la cita establecida entre los representantes del Congreso y el grupo denominado Parlamento Ciudadano, que lleva como arma un amparo promovido contra la omisión del Congreso en la reglamentación de las candidaturas ciudadanas.

Un tema importante y un reclamo que muchos han hecho a los diputados, que si bien se allanaron a legislar para reconocer el derecho de los ciudadanos a postularse a puestos de elección popular sin que intervengan los partidos políticos, terminaron por dejar pendiente las leyes reglamentarias, lo que hace que por lo pronto, el derecho reconocido, sea nugatorio.

Pero en estas semanas han ocurrido varias cosas que desarman al Parlamento Ciudadano.

En primer lugar, el amparo que interpusieron contra esa omisión ya fue sobreseído. El Poder Judicial estimó que no hay materia para ese reclamo, toda vez que de momento no se está afectando a nadie. La próxima elección es hasta dentro de dos años y medio, lo que da tiempo para alcanzar a sacar oportunamente la legislación omitida.

Pero además resulta que el tema ya no está vigente. Desde que fue aprobada la reforma electoral, las condiciones son diferentes en todo el país. Durante el año próximo dejará de estar vigente la Ley Electoral de Sinaloa porque lo que privará será la Ley de Procedimientos Electorales a la que se dio carácter de nacional (ya no sólo federal).

Así las cosas, lo único que le queda a Aarón Flores y demás miembros del Parlamento, es pedirle a Jesús Enrique Hernández Chávez que se ponga aguzado para cuando el Congreso de la Unión juzgue oportuno empezar a adecuar las constituciones locales para dar entrada a este mamotreto centralizador con que los partidos políticos dieron rienda suelta a las ansias de poder que les ha caracterizado.

De todos modos no será mala oportunidad para que los autollamados parlamentarios se conecten con los que efectivamente tienen la obligación de parlamentar, y hasta les pagan por ello.

LA REELECCIÓN DE

BACHELLET EN CHILE

Ayer en Chile, Michelle Bachellet ganó la elección de Presidente de la República en segunda vuelta. Había presidido su país en el gobierno anterior y luego su partido perdió la elección. Fue ella quien recuperó el puesto para su causa.

En una nación madura, con definiciones políticas bien establecidas, una reelección es bien vista y es hasta sana, sobre todo cuando hay un periodo de por medio, como ocurrió con Chile. No es el caso de México. No tenemos instituciones ni tradiciones electorales bien establecidas, como vimos con el IFE, que a pesar del importante papel que desempeñó en esta parte de las elecciones creíbles (discutidas y combatidas, pero al final creíbles), fue

desaparecido porque a los partidos les convenía disputar el poder con otro modelo de organismo rector.

A pesar de todo, siempre queda la tentación de preguntarse: si en México existiese la relección presidencial ¿podría volver a ganar Carlos Salinas de Gortari? ¿Podría llegar un emergente como Ernesto Zedillo Ponce de León? ¿Podría un parlanchín como Vicente Fox volver a conquistar el fervor popular después de una oportunidad tan lamentablemente desperdiciada como la que tuvo? ¿Podrían los grandes empresarios volver a inducir el voto del miedo para sacar de los pelos a Felipe Calderón Hinojosa? Y a como van las cosas, si ahora se hiciera el balance definitivo del gobierno peñanietista, una reelección sería impensable.