EN LA GRILLA

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*¿Qué tonos traerá el informe de Malova?

*Díaz S arrecia el combate a los hospitales

*Sigue viva la tragedia de Ayotzinapa

 

FRANCISCO CHIQUETE

 

El cuarto informe de un gobernador es siempre el más satisfactorio. El mandatario está en el pináculo de su fuerza, de su capacidad de conducción de la entidad y de la conducción política. No parece ser así en esta oportunidad. Desde enero el gobernador está hablando de cerrar adecuadamente su periodo y de superar las dificultades que hasta ahora ha enfrentado.

Curiosamente, contra esta situación, Malova tiene en camino los dos años más importantes de realizaciones físicas, gracias a los avances y posterior conclusión del gasoducto, y de algunas inversiones importantes, como la muy discutida planta productora de fertilizantes que ahora se desarrolla por los rumbos de Topolobampo.

Más que el tono en que vayan planteados los documentos que se hagan llegar al Congreso, la tendencia del sexenio se advertirá empezando el año, una vez que los partidos políticos hayan definido sus nóminas de candidatos a la Cámara de Diputados del Congreso Federal.

Ahí se sabrá si Malova ha conseguido mantener el contacto y hasta el control que su gobierno ha ejercido sobre los diferentes partidos, incluyendo al PRI, que formalmente era oposición al iniciar el gobierno, y al PAN, cuya dirigencia actual ha sido insistente en el tono de la ruptura que nunca llega a concretarse.

Hay muchas especulaciones sobre el rumbo del gobierno malovista. Se da por descontado que mantendrá su alianza con el Partido Revolucionario Institucional y que, salvo una catástrofe, esa organización ganaría los ocho distritos, algo que sólo ha ocurrido una ocasión del 88 para a: en la elección del 2009, resultado que por cierto envalentonó a la conducción priísta para sacar adelante la aventura electoral del año siguiente, cuando el Malovazo rompió paradigmas.

Otros hablan de que el gobernador buscará mantener los equilibrios que permitan al PAN ganar por lo menos uno o dos distritos, quizá el octavo y el cuarto. Aunque sólo fuera uno, resultaría hasta glorioso para el panismo, que se encuentra en uno de sus puntos más bajos después de la paliza recibida el año pasado, y de las profundas divisiones que lo aquejan.

La izquierda en realidad no cuenta, y menos ahora que ha quedado enredada en el caso Ayotzinapa. Las alianzas sucesivas con el PAN la fueron relegando, la desdibujaron de tal manera que hoyo no conserva ni siquiera aquellos espacios en los que era segunda fuerza, y para colmo de males no tiene un plan B –ni siquiera un plan A, que la ayuda a sacar un poco la cabeza.

El caso es que el próximos sábado se entrega el informe. Por el ambiente en el Congreso, no hay problema para el gobernador. Aunque hay un sector que disiente de planteamientos importantes para el régimen, su trato personal no es de encono ni mucho menos. Tengamos por seguro que el día de la entrega ahí estarán todos, y que nadie le hará un mal gesto al secretario general de gobierno, Gerardo Vargas Landeros.

El verdadero reto para el gobernador es superar el tono de pesimismo que se ha instalado en torno a las acciones de gobierno, afectadas lo mismo por situaciones climatológicas que por decisiones forzadas como la depuración de las corporaciones policíacas y hasta la aparición de casos de alto impacto que sacuden los niveles de seguridad tan difícilmente enhebrados durante estos cuatro años.

Hay sucesos como los que han ocurrido en derredor de la construcción de la planta de fertilizantes y otras construcciones en Culiacán, que ponen a prueba la autoridad del gobierno: la prepotencia de empresas que vienen por todo y no aceptan adecuarse a las condiciones regales o reglamentarias de la entidad, en que pesan más los intereses de los constructores que los de los inversionistas.

Hay condiciones más difíciles aún, como la desaparición de los 43 estudiantes de Guerrero, que si bien no es un suceso local, termina por impactar a todos los niveles de gobierno de todos los lugares del país.

Contra todo esto, el gobernador tiene la oportunidad de fortalecer su presencia, no sólo su imagen. Hay que ver la intensidad de su discurso.

ARRECIA EL COMBATE A

LOS NUEVOS HOSPITALES

El diputado Víctor Díaz Simental ha mantenido una férrea lucha contra el proyecto de construcción de dos nuevos hospitales. Las dudas que primero externó Jesús Burgos Pinto, fueron retomadas, sostenidas y documentadas por Díaz Simental a tal punto que en estos días lanzó dos misiles, a cual más de fuertes.

Primero Díaz Simental hizo una relación entre el contrato asignado para la construcción del hospital de Mazatlán, y el contrato para la construcción del tren rápido de Querétaro al DF. El presidente Enrique Peña Nieto canceló el contrato porque no había generado suficiente certeza, dijo, y es la misma empresa que ganó en Sinaloa. La inferencia es calrísima.

Después hizo un parangón con una obra importante realizada en la ciudad de México: “el Gobierno de la República acaba de inaugurar la Torre del Instituto Nacional de Cancerología con una inversión de dos mil 500 millones de pesos, construido en tres años y ocho meses, siendo la primera en México y el hospital más importante en su tipo en América Latina, ejemplo a nivel mundial, mientras que en Sinaloa se pretende invertir cantidades superiores en la edificación de dos hospitales cuyo pago se iría a 25 años”.

Díaz Simental sostiene además que hasta el momento nadie ha atendido la pregunta de cuánto van a costar los hospitales, situación en la que engloba incluso al presidente de la Comisión de Hacienda del Congreso, Óscar Félix y por supuesto al secretario de Salud, Luis Ernesto Echeverría Aispuro.

Se trata de señalamientos muy serios que no pueden seguir en el aire. Hasta el momento ha habido dos comparecencias de Echeverría Aispuro ante el Congreso y no ha habido encuentro entre las partes. Se puede entender que cuando alguien se opone a algo tan férreamente, no acepte las explicaciones, pero el hecho es que son varios los legisladores que siguen sin convencerse de lo que les dicen.

Los contratos para los dos hospitales fueron aprobados por la legislatura anterior, y con ello habría bastado para que se ejecutasen, incluso sin las polémicas que ahora se viven, pero de repente apareció una exigencia, aparentemente de Banobras, el banco que apalancará la operación, para ampliar las garantías, comprometiendo la cuarta parte del principal rubro de participaciones del estado, nada menos que por 24 años. Y ahí está atorado todo.

EL DRAMA DEL PAÍS

Entre más días pasan, más se demuestra la ineficacia del gobierno mexicano, que con todos los elementos en las manos, no ha podido develar los detalles ni confirmar el destino final de los estudiantes que, todo indica, fueron salvajemente ejecutados.

Las familias están en todo su derecho de dudar, de mantener la esperanza y la exigencia, pero en derredor han aparecido grupos políticos que por supuesto, buscan obtener ventajas, o peor aún: se complacen en generar condiciones de deterioro a la vida política y a la convivencia nacional.

En la guerra de las redes sociales, el gobierno tiene perdida la batalla: nadie convencerá a esa República de que el gobierno es culpable, que el presidente se debe ir y de que todos los que sean detenidos por vandalizar, son víctimas de la represión política.

La situación es compleja y si el gobierno federal no se pone las pilas, terminará todavía peor, sin satisfacer a las familias afectadas, ni a una sociedad agraviada por la corrupción, la complicidad, la degradación de los políticos emergentes, y ahora por el salvajismo con que operan los locos que maneja el crimen organizado.