EN LA GRILLA

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*Enésima ratificación  para Martín Pérez

*Ya no habrá cambios en el Congreso

*Los silencios de Vizcarra y Felix Guerra

FRANCISCO CHIQUETE

Era previsible. La Sala Regional del Trife en Guadalajara ratificó una vez más el resultado electoral que favorece al panista Martín Pérez Torres como ganador de la diputación local en el XX Distrito, y aunque todavía falta el paso por la Sala superior, que los priístass están más que dispuestos a dar, éste fue prácticamente el último obstáculo serio que tuvo Pérez Torres.

Desde ayer había trascendido que los magistrados analizarían el asubnto a eso de las doce y media, hora local, de modo que el dirigente estatal del PAN, Edgardo Burgos, convocó a conferencia de prensa en Mazatlán, donde estaba reunido con las dirigencias formales del panismo en el estado. La idea era festejar que al menos esta posición había sido rescatada, luego de la debacle electoral y también postelectoral, pues en esta etapa habían alcanzado una reconsideración, la de San Ignacio, sólo para perderla más adelante.

Pero el gozo se fue al pozo, al menos momentáneamente. Por alguna razón los magistrados pospusieron al sesión y la decisión, que se reprogramaron para las cuatro de la tarde, y entonces sí, después del sofocón, a aplaudir en cuanto a través del internet vieron que la votación de los juzgadores confirmaba el rechazo, por notoria improcedencia, de los alegatos interpuestos por el PRI contra el resultado de la elección.

Hasta los reporteros estaban desesperados y cansados, pero aguantaron vara por tal de conocer el final de una telenovela que como las de Televisa, se prolongaba artificialmente con nuevos argumentos que se veían absurdos y sin fin, pero como en todo, el final llegó, si bien, como decía Raúl Astor en sus programas La Cosquilla y No Empujen, “todavía falta el final final.

Con esto se acaban las especulaciones. Queda confirmado que el exdirigente priísta Jesús Burgos Pinto llega a la Cámara de Diputados y se refuerza la especulación de que podría disputarle la coordinación de la bancada priísta a Jesús Enrique Hernández Chávez, quizá con pocas posibilidades de éxito, pero en condiciones de pelea. En todo caso se sabe que podría jefaturar a un grupo de diputados priístas que  creen en un trato diferente o diferenciado con el gobernador, lo que por otra parte genera ciertas preocupaciones entre los detentadores del poder, sobre todo los habitantes del famosísimo tercer piso.

Y si de especulaciones se trata, el dirigente panista Edgardo Burgos Marentes las alimenta cuando prefiere a los cuatro elementos con posibilidades de ser cabeza en la bancada panista del Congreso Sinaloense. Para ello maneja al mismísimo Martín Pérez Torres, probablemente más por cortesía política que por posibilidades reales; después entra al tema en serio y habla de Francisco Solano, de Guadalupe Carrizosa Cháidez y de Adolfo Rojo Montoya, los tres con posibilidades reales de alcanzar la silla, con estilos diferentes y con procedencias gruperas diferentes, pero eso sí, con buenos tratos con el gobernador Mario López Valdez, aunque Rojo Montoya se haya apresurado a dejar muestras ligeras, pero visibles, de su apego a la determinación de ruptura con el gobierno malovista, sobre todo cuando “el jefe nacional”, Gustavo Madero Muñoz, vino a decir que sí, que dejaba de considerar al gobierno sinaloense como producto de la alianza electoral en que el panismo participó junto con el PRD cuando las elecciones locales de julio del 2010.

Lo que queda como pregunta es si efectivamente, será Edgardo Burgos Marentes quien haga la designación del coordinador de los diputados blanquiazules. Es cierto, formalmente él tiene ese derecho, y al romper con el gobierno, éste se queda formalmente sin la posibilidad de influir en tal decisión. Pero pasémonos a la real politik y volvamos a preguntar: ¿de veras será él el gran elector?

¡Ah! Y la última inferencia de esta casi definitiva decisión sobre el Distrito XX: en el PAS se desinfla el entusiasmo que generó una posible cuarta diputación plurinominal para el benjamín de los partidos políticos, que ya casi veía cómo su candidata mochiteca Marivel Tereza Castillo les permitía ser elemento fundamental de negociación para dar o quitar una mayoría calificada cuando la decisión legislativa así lo requiriese. No se dio.

NO SUELTAN PRENDA

En el PRI y en el PAN hay ya grandes inquietudes sobre la sucesión del gobernador Mario López Valdez. Por supuesto, hay quienes tienen ambiciones de ser candidatos, quienes tienen ambiciones de simplemente aparecer, ya por currículum, ya por la posibilidad de negociar la disciplina y el sometimiento. Hay quienes se preocupan porque no ven en sus respectivos partidos personajes que garanticen el asalto al tercer piso, o porque aquellos que tienen algún chance prefieren hacer mutis, sin definir si les interesa o no.

En el PRI, por supuesto, todos voltean a ver si Jesús Vizcarra Calderón tendrá interés real por participar en la elección de julio del 2016. Muchos han visto en la reactivación de su página web o en los acercamientos al presidente Enrique Peña Nieto, muestras iniciales de su disposición para buscar la revancha al resultado del 2010.

Pero a la hora de preguntarle, el hombre sólo sonríe, sólo dice que no ha hecho absolutamente nada que no sea realizar sus actividades personales y empresariales, atendiendo además relaciones como la que ha tenido de muchos años con el presidente, lo que le ha llevado a aparecer en viajes internacionales tan sonados como el de China, aunque tampoco da un rechazo definitivo a la posibilidad.

Del otro lado de la calle, Heriberto Félix Guerra aparece ya en algunas cosas. Estuvo con candidatos de Acción Nacional, especialmente con los que tenían posibilidades reales de triunfo, como Carlos Eduardo Felton en Mazatlán, Armando Leyson Castro en Guasave, y Ernesto García Cota en Los Mochis. Estuvo también con el candidato en Culiacán, Eduardo Ortiz, pero eso era obligado. Ortiz era una de sus cuotas en el gabinete de Malova y fue echado estrepitosamente, de modo que era obligatorio aparecer con él.

Pero igual que Vizcarra, sólo sonríe, sin afirmar ni negar, cuando le preguntan si tiene interés en participar, en buscar nuevamente la candidatura al gobierno sinaloense, como hizo en el 2004, cuando perdió por apenas once mil doscientos ochenta votos, es decir, a 1.25 puntos porcentuales.

Vizcarra Calderón no sólo aparece al frente de las encuestas, de las de todos los partidos políticos, fuera cual fuera el hipotético rival, sino que su condición es tal, que podría ser el candidato indiscutido de su partido, sin rivales internos de consideración. Eso, por supuesto, en este momento y bajo las actuales circunstancias.

En cambio Heriberto Félix Guerra, con todo y ser el único con posibilidades de dar la pelea (aunque aparece debajo de Vizcarra en las encuestas), tendría que enfrentar un proceso interno en que hoy hay enemigos fortalecidos por el poder político, amén de algunos fundamentalistas que como aquellos, están dispuestos a cerrarle el paso, bajo argumentos de que ha rechazado siempre afiliarse al partido, pese a todas las oportunidades que éste le ha dado, incluyendo las de ser secretario de estado y aspirante autoapuntado a la candidatura presidencial.

Vizcarra Calderón tendrá sus razones para mantenerse en esa indefinición. Puede que en efecto, esté muy ocupado con sus negocios, a los que se volcó después de la derrota electoral. De Félix Guerra se dice que antes de anunciar una decisión sobre la que indudablemente está trabajando, quiere asegurarse de que no haya frentes irremontables adentro y afuera, porque ya no está para un nuevo frentazo como los dos que lleva, que podrán er honrosos, pero ello no los coinvierte en el equivalente de una victoria.