EN LA GRILLA

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*¿Se le acabó el corrido a Villalobos?

*Hay nubes en torno a la Ley Mordaza

*El destino ignoto de un Tiburonario

 

FRANCISCO CHIQUETE

 

Como era previsible, Gustavo Madero le echó flit al coordinador de los diputados federales panistas, Luis Alberto Villarreal por andar de birriondo en la fiesta de Puerto Vallarta. Con él se fue también Jorge Villalobos, el chihuahuense que coordinaba a los legisladores panistas por Sinaloa y era también vicecoordinador de la bancada.

Esto traerá seguramente efectos sobre la actividad del panismo en nuestra entidad. Muchos de los cuadros tradicionales se sentían apabullados por este hombre impetuoso que convirtió en arma su cercanía con Gustavo Madero y que se convirtió en enlace del PAN con el gobierno de Mario López Valdez.

Como se sabe, ese enlace fue muy importante hasta antes de las elecciones presidenciales del 2012, tiempo en que Malova se recargaba más en Acción Nacional que en cualquiera otra de las formaciones políticas que le ayudaron a llegar a la gubernatura, de modo que Villalobos era un elemento de primer nivel en la toma de decisiones.

Alguna vez se divulgó la grabación de una conversación en que decía tener comiendo de la mano a Roberto Cruz, miembro del PAN que encabezaba la Secretaría de Desarrollo Económico en la entidad, además de presumir su capacidad para hacer designaciones tanto en la estructura estatal como en la federal.

A pesar de todo, siguió siendo un hombre fuerte dentro del panismo y sobre todo, en la relación de la dirigencia nacional con los cuadros del partido en Sinaloa. Eso impedía que hubiese acciones y rebeliones contra el hiperactivismo de este chihuahuense que se acreditó como “sinaloense consorte”. Tener una esposa de Culiacán, le permitió ser incrustado en la actividad política local. Un paracaidista, como se decía en los tiempos del PRI plenipotenciario.

Obviamente no estaba solo en el papel de procónsul del CEN. El gobernador Mario López Valdez fue orientando los tratos formales e informales de su gobierno con la dirigencia panista hacia el diputado federal Martín Heredia, cuyas tareas de enlace fueron evaluadas y bien calificadas por la estructura gubernamental. Heredia sobre todo tiene cercanía con el gobernador y con el secretario de Administración y Finanzas, no así con el área política a cargo de la secretaría general de gobierno.

Habrá que ver cuál es el destino de Villalobos. Seguirá siendo diputado federal, y obviamente seguirá siendo un hombre cercano a Gustavo Madero, de modo que todavía podría ser un canal de comunicación y de acción, aunque ya no pueda hacerlo tan visiblemente como había ocurrido hasta antes de divulgarse el famoso video de la fiesta de Vallarta.

Como comentábamos ayer, Villalobos había visto en el gobierno sinaloense una posibilidad de prolongar su presencia en las estructuras oficiales cuando termine el periodo legislativo para el que fue designado (como plurinominal, nadie votó específicamente por él). Después de esta quemada, difícilmente le podrán tener confianza al mismo nivel, pues además, conociendo sus debilidades, se encontrará bajo vigilancia permanente, a la espera de un nuevo traspié, sobre todo si le dan alguna chamba importante.

LEY MORDAZA: LOS PEQUEÑOS

GRANDES DETALLES DE SU REFORMA

Al principio, cuando el escándalo se vino encima, los diputados, los dirigentes, las fracciones completas y el gobernador de Sinaloa juraban y perjuraban que el artículo 51 bis sería eliminado, que se derogaría y acabaría la amenaza contra la libertad de informar, aunque por supuesto, todas las cabezas dijeron que si bien leyeron el proyecto, no encontraron en su momento el elemento malicioso que hizo reaccionar a los medios.

Hoy sin embargo, la derogación sigue en pie, pero hay sus asegunes. Los diputados del PAN Adolfo Rojo Mancillas y Judith del Rincón fueron los primeros en reaccionar y decir que sí, pero no. Sí reconocían que se habían ido de paso, pero no que estuviese mal todo lo que hicieron, de modo que insistían, como insisten, en reglamentar el ejercicio periodístico.

Anoche el presidente del Partido Sinaloense, Héctor Melesio Cuen Ojeda develó el pastel: ya se hicieron las modificaciones necesarias, dijo. Se deroga el 51 bis y se adicionan y modifican los demás, para proteger la escena del crimen y los derechos de las víctimas.

Contra el interés de los medios, de acceder directamente a las áreas donde ocurrió el desaguisado, se limita el acceso en atrás de proteger la escena del crimen. Es una práctica común en todos los países, es un pleito de todos los medios en todo el mundo: los policías impidiendo el paso y los periodistas tratando de romper barreras.

Lo primero que se le viene a uno es preguntar ¿ahora sí van a hacer investigaciones? Porque hasta ahora de nada sirven los indicios que se encuentran en la escena del crimen, impolutos o contaminados, si después de levantar el cuerpo (cuando son asesinatos) el caso queda en las actuaciones guardadas en el disco duro de alguna computadora, no existe el menor motivo para andar limitando el paso de los periodistas.

Pero vamos a entender que a todo el mundo y en todo el mundo le limitan el paso a la escena del crimen. Que la limitación no sirva para ocultar cosas, como era el riesgo con la inclusión inopinada del 51 bis.

El otro punto de reforma, dice Cuen, es proteger a las víctimas, lo que suena bien, aunque luego hace una acotación: que no aparezcan con las tripas de fuera o cosas así. Ese es un punto discutible. En cambio no lo es el otro punto, el que habla de prohibir a los funcionarios de la Procuraduría que tengan expresiones denigrantes de las víctimas. Es muy frecuente que en aras de justificar la falta de resultados, la autoridad empiece por criminalizar a los agredidos, restregándoles en público reales o supuestos antecedentes criminales.

Son puntos importantes, que en efecto, deben ser analizados y plasmados, sobre todo porque están plasmados en leyes nacionales e internacionales invocadas en convenios firmados por México. Pero de nuevo estamos ante el riesgo de que un “error de redacción”, como el del 51 bis, en que se prohibía expresamente informar sobre los asuntos policíacos y se obligaba al reportero a esperar “un boletín de prensa” “gestionado por las vías de la Ley de Acceso a la Información” y se limitaba cualquier posibilidad de información a través de funcionarios, a la autorización expresa del procurador. Nada puede haber más discrecional que eso.

Como se ve, estamos de nuevo como al principio, con una promesa, muchos comprometidos y una situación en el filo de la navaja, cuyo resultado depende de la sensibilidad de varios que han demostrado ser más artilleros que virtuosos del violín.

EL TRISTE DESTINO

DEL TIBURONARIO

Si no nos hubiésemos reído con frecuencia de personajes que fundan todas sus consideraciones en especulaciones descabelladas, creeríamos que ne torno al Tiburonario hay una verdadera conspiración.

De la destrucción con que lo amenazaron Alejandro Higuera y Jorge del Rincón Jarero, pasó a la expectativa del travestismo porque lo quisieron pasar a delfinario y últimamente lo convirtieron en carne de negociaciones porque no se tienen quince millones de pesos para construirle una ciudad submarina que deslumbrara a los visitantes y compitiese con el espectáculo que se supone estaría a cargo de los tiburones.

Ayer se le inundó el cuarto de máquinas y la administración del Acuario, que por tres años y siete meses y medio ha convivido con la construcción, se acaba de dar cuenta de que hay vicios ocultos, que los pasadizos son estrechos y que no hay margen para maniobrar en casos de una emergencia como esa de ayer, cuando el equipamiento estuvo en riesgo de perderse.

Qué bueno que a estos personajes sólo les toca reaccionar ante las vicisitudes de una construcción, y no ante las de una guerra. Los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki se habrían quedado chiquitos.