EN LA GRILLA

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*Les pega Martha Tamayo a Burgos y a Malova

*¿Qué va a pasar con el panista Jorge Villalobos?

*Doña Silvia quiere ser diputada, pero no por el 8

 

FRANCISCO CHIQUETE

 

Martha Tamayo sacó la mano del metate para darle al dirigente panista Edgardo Burgos Marentes, y en el golpe se llevó al gobierno de Mario López Valdez, del que había sido extremadamente respetuosa, en acatamiento de una instrucción o en seguimiento de una línea política del ámbito nacional.

Ayer, durante una conferencia de prensa, la presidente del PRI estatal hizo cera y pabilo de su homólogo panista, utilizando los conceptos del propio Burgos en su propósito de ironizar contra dos priístas que forman parte del gobierno sinaloense a los que ve como aspirantes a candidaturas legislativas que se dirimirán el año próximo.

Burgos Marentes, como tiene muy bajo nivel político, se fue contra personajes menores: Marcial Liparoli, subsecretario de gobierno, y Domingo Ramírez Armenta, director de Vialidad y Transportes, a quienes responsabiliza del alza a las tarifas del transporte urbano, como si fuesen ellos quienes tienen capacidad para decidir sobre ese asunto.

Para Martha Tamayo, la explicación es sencilla: “a Burgos Marentes le falta valor para criticar <l gobierno de manera directa, e intenta sorprender a la sociedad en general, tratando de deslindarse de acciones del gobierno”, de un gobierno, apuntó, que fue postulado por su partido, el PAN, y no por el PRI.

Tiene razón la dirigente priísta: Burgos Marentes se fue por las orillitas y aunque en otras ocasiones ha sido bravo con el gobierno, ahora que se trató de una acción específica, concreta, prefirió echarles la culpa a dos funcionarios menores no sólo de rango y nivel jerárquico, sino en la índole política.

Pero más allá de los desaciertos de Burgos Marentes, lo fuerte está en el deslinde ejercido por Martha Tamayo respecto del gobierno de Mario López Valdez. En efecto, a Malova lo postularon los partidos integrantes de la alianza que entonces era opositora, dándole al PRI su primer tropiezo en la lucha por renovar la gubernatura sinaloense.

Pero luego se vino una serie de acontecimientos en los que el propio Malova pujó por que se designara a uno de sus elementos en la dirigencia priísta, y aunque no lo consiguió, al menos cobró la cabeza de Jesús Burgos Pinto en la presidencia del CDE tricolor

El interinato de Jesús Enrique Hernández Chávez fue de luna de miel. Nada hubo que contradijese los proyectos del tercer piso, incluyendo las candidaturas tricolores en prácticamente todos los municipios y distritos. Ni siquiera la capital del estado le fue escamoteada a las simpatías del equipo gobernante y del propio gobernador.

El resultado fue cantado desde mucho antes. Todavía no se hacían las postulaciones y ya se sabía que el PRI ganaría el Congreso por mayoría absoluta y quince de los dieciocho municipios que estaban en disputa. Exactamente así fue. Lo único que se salió de control fue el resultado de la elección en el Distrito XIX, donde el candidato del PAN era Alejandro Higuera Osuna, con quien se contaba para alcanzar los acuerdos y mezclas necesarios en las votaciones dificultosas del Congreso Local.

Como Hernández Chávez se fue a la Cámara, hubo necesidad de una nueva dirigencia, y apareció Martha Tamayo, que no sólo ha acudido con todo interés a la mesa Compromisos por Sinaloa, sino que ha evitado con maestría cualquier confrontación con el gobierno de Sinaloa, ignorando todos los motivos de indignación que han afectado a algunos de sus militantes.

Por eso extraña, de repente, la raya pintada por la dirigente, que si bien tenía a la disposición un buen golpe para su contrincante, no era algo que valiera tanto como para deslindarse de Malova y si gobierno. Ni Burgos Marentes, el atacado, ni Liparoli y Armenta, los defendidos, daban para tanto como se ha escalado.

ESTÁ ENOJADO, PERO

TAMBIÉN EN LA TABLITA

Luis Alberto Villarreal, coordinador de la bancada panista, ha sido declarado “en la tablita”, es decir, a punto de caerse del mecate a causa del escándalo surgido por el video de una fiesta en la que llevaron a mujeres de la vida galante y otros excesos, y sobre todo, según todos los indicios, se utilizó dinero de la Cámara de Diputados para sufragar el festejo.

La fiesta está convertida en el tema más recurrente de todos los medios, los tradicionales y las redes sociales. Se discute la doble moral de los políticos panistas que en público defienden políticas conservadoras y en privado incurren en lo mismo que han denunciado por décadas y por generaciones; se habla del presunto mal uso de los recursos públicos; de la forma en que terminaban de ponerse de acuerdo en sus análisis sobre las reformas estructurales; sobre el cambio de óptica en la clase política blanquiazul; en la enmielada que les dio el ascenso al poder.

La defensa es que se trató de una fiesta privada, que es la vida particular de los participantes (vicios privados, virtudes públicas, decía la película de Miklos Jancsó), que no se usó dinero público y ¡el colmo! Que uno de estos días, Villarreal va a presentar una demanda contra quienes hicieron el video clandestinamente.

El dirigente nacional Pablo Emilio Madero está obligado a aplicar una medida disciplinaria y la mejor pieza por supuesto es el coordinador de la bancada, pero si se va él, necesariamente tendría que irse el vicecoordinador, Jorge Villalobos, quien aparece con un papel tan protagónico como su jefe, y tiene además varios antecedentes de francachelas, de escándalos motivados precisamente por los excesos con el alcohol, que lo han llevado lo mismo a escenificar problemas personales que a irse de la lengua hablando de su papel como intermediario para asuntos escabrosos y su control sobre el gobierno sinaloense.

Villalobos fue en algún momento secretario particular de Madero, de modo que tiene todavía algunas defensas en la estructura burocrática, pero si no le llega la santa ira de su partido, se convertirá en un costo político adicional para su jefe.

Por cierto hay quien dice que en el fondo, el diputado aspiraba a prolongar en Sinaloa su vida pública después de acabada la diputación federal, pero para entonces un rescate político ya sería mucho más caro de lo que hasta el momento le ha sido al gobierno de Sinaloa. Que lo ha sido.

SI QUIERE, PERO NO

COMO MUCHOS CREEN

Durante mucho tiempo se especuló que el plan del matrimonio Felton-Treviño era generar las condiciones para que la primera dama fuese el relevo de su marido en la Presidencia Municipal. Se le atribuía a ella no sólo la perspicacia política para generar los amarres, sino el carácter necesario para sacar adelante un proyecto que finalmente ya se había concretado en la pasada legislatura, cuando Felton dejó su curul para venir a buscar la alcaldía, y doña Silvia Treviño cubrió el resto del periodo.

En ese supuesto proyecto se dijo que habría que pasar por la diputación federal del octavo distrito, garantizándose una legitimidad electoral que convertiría a la elección municipal en un mero trámite de confirmación.

Sin embargo, el incidente de la Casa Diurna, cerrado por la presidenta del DIF en un arrebato de autoridad que acabó con un servicio  de casi veinte años, empezó a generar un acelerado desgaste de imagen que perjudicó lo construido a lo largo de mucho tiempo al lado de su marido.

Como quiera, el incidente, importantísimo para una campaña electoral, podría no significar mucho porque hoy la estrategia es otra, según comentan los panistas que se sienten avasallados por el ciclón que es doña Silvia.

La señora, dicen, ya no quiere ser candidata en el octavo distrito, pero no renunciaría al sueño de ser diputada federal. La cosa es que ahora las presiones son para conseguir una buena posición en la lista plurinominal, donde las cosas están muy calientes porque hay mucho panista de altos vuelos que con la pérdida del poder cayó en el desempleo y saben que no ganarían una de mayoría ni yendo a bailar a Chalma. No está fácil, pero la señora parece confiar en sus fuerzas y en su dinámica.