EN LA GRILLA

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*El dinero del Fonden no caerá graciosamente

*La problemática condición del drenaje mazatleco

*Seguridad: lo de El Quelite lanza una advertencia

FRANCISCO CHIQUETE

Todos los alcaldes y hasta los funcionarios del gabinete estatal se apresuraron a sacar sus cuentas sobre los daños del Huracán Manuel. El resultado fue de cifras astronómicas y no sólo en dinero, sino en longitudes de carreteras y vialidades afectadas por las lluvias excesivas que arrojó del fenómeno meteorológico sobre una parte importante del territorio sinaloense.

Los daños por supuesto fueron muy cuantiosos, pero desde el principio se advirtió en el presidente Enrique Peña Nieto un dejo de incomodidad ante las cifras que se le manejaron el domingo siguiente a la tragedia. El que menos, pedía prácticamente un plan Marshall para su municipio, partiendo de que carencias ancestrales e insuficiencias recientes –de este trienio- habían sido motivadas por Manuel.

De todos modos la respuesta presidencial fue muy clara: no alcanzará el dinero para todo, pues el problema se repite en varias entidades del país, y en algunas con mayor gravedad que en esta. De todos modos vendrían elementos de la Secretaría de Gobernación para hacer los estudios correspondientes, y determinar el monto de los apoyos.

Pero hete ahí que una vez encaminados los tales estudios, aunque todavía sin cifras definitivas, los alcaldes tuvieron que pasar el trago amargo de reconocer que no tienen el dinero que se necesita para cumplir con la normatividad del Fonden, que da dinero para resarcir los daños, pero exige que una tercera parte sea aportada por estado y municipios, y ahí es donde la puerca tuerce el rabo, toda vez que aún cuando la federación aporta la mayor parte, ni el estado, ni mucho menos los municipios, tienen dinero para hacer las aportaciones.

Y en esto no hay nada de que “primero gastamos lo tuyo y luego vemos lo que hacemos”. Los reglamentos son muy claros: dando y dando para que circulen las monedas y vuelen los billetes, o más bien, para que se activen las computadoras y empiezan las transferencias bancarias.

Así, hay muchos millones de pesos que pudieran pelársenos si no le rascamos a los ahorros inexistentes, a los cobros impagables o a lo que sea necesario para que se concreten los proyectos de reconstrucción que han sido anunciados tan optimistamente y que sin embargo corren el riesgo de terminar convertidos en meras quimeras.

No se diga casos como el de Mazatlán, que inmediatamente hizo sus cuentas y anunció su petición de diecisiete millones de pesos para resolver los problemas de drenaje y destrucción del pavimento en vialidades que de acuerdo con las cuentas del alcalde Alejandro Higuera Osuna, le dejó Manuel a la ciudad.

Esto en realidad es un asunto aparte porque como ya lo comentamos en otra entrega, ni Mazatlán está en la lista de municipios considerados en estado de emergencia, que son los que ampara el Fondo Nacional de Desastres Naturales –Fonden- ni los males mencionados se originaron los las copiosas lluvias de Manuel. Son asuntos que vienen de atrás en el tiempo y que obviamente no pueden pasarse a la ventanilla de las urgencias nacionales, sobre todo cuando hubo tantos municipios del país que efectivamente fueron zarandeados y hasta destrozados por vientos y lluvias asesinos.

Es de entenderse que el alcalde quisiera tener una respuesta qué dar a los ciudadanos que en esas fechas empezaban a manifestarse en las calles para protestar por los malos olores y otros resultados de la ruptura masiva de tubos del drenaje sanitario. No había dinero y no lo hay en estos momentos para que la Junta Municipal de Agua Potable y Alcantarillado se lance a resolver no el problema de fondo, sino la coyuntura de los colectores rotos, así que una explicación, una esperanza que al resultar fallida pudiese ser atribuible a otros, le venían muy bien al munícipe, cuya experiencia política le ha permitido salir al paso de este tipo de eventos con recursos de esta naturaleza, aunque en esta ocasión no fue el caso.

Pero bueno, como ha sido para muchas otras cosas, para esta también Mazatlán es cosa aparte, El fonden seguramente no registrará siquiera la solicitud higuerista y tendremos que pasar de un trienio al otro  con esa carencia que ya advirtió el alcalde electo, Carlos Eduardo Felton González, quien reconoció la urgencia de atender el problema del drenaje, una obra de las que no se ven, pero que desde hace unos meses se huele.

El caso es que los municipios que sí tendrán acceso al Fonden deberán conformarse con una parte, quizá menor de aquella que habían planteado, y eso si tienen el dinero que equivalga a la contraparte exigida por los reglamentos de la Federación.

Pero hay una cosa más: ayer el secretario general de gobierno, Gerardo Vargas Landeros, hizo una advertencia a los alcaldes que están en esa circunstancia: pónganse abusados.

El funcionario hablaba de que el dinero no ha empezado a llegar porque los procesos marcan otro derrotero: en la emergencia llegan las ayudas en especie, que han sido muy generosas tanto de las instituciones como de la sociedad civil; después llegará el dinero, sobre todo cuando hay tantos puntos de la entiudad que enfrentan emergencias similares a la nuestra, o mayores.

¿Qué significa “ponerse abusado”? ¿Preparar el dinero de la aportación para que cuando llegue el de la federación no se les vaya a regresar? ¿o adicionalmente a eso, hacer las gestiones que les correspondan, llenar adecuadamente la papelería del caso? ¿Indica que la ayuda federal no les va a caer del cielo como muchos munícipes están acostumbrados a que les lleguen las participaciones federales, sino que le tienen que meter canilla para que aterricen?

Hay que recordar que Sinaloa ha perdido buenas partidas precisamente por esa omisión, carencia o insuficiencia.

LAS ADVERTENCIAS

DE EL QUELITE

El sábado, como se sabe, fueron asesinados dos agentes de la Policía Preventiva Municipal de Mazatlán en la sindicatura de El Quelite. El comandante y su subalterno acudieron en atención a una llamada que denunciaba el levantón –secuestro- de una persona. En lugar de ese hecho delictivo, encontraron una celada en que los carraquearon y les quitaron la vida. Para cuando llegó la ayuda de sus compañeros y de otras corporaciones de seguridad ya era tarde. Ni pudieron hacer algo por ellos, ni mucho menos pudieron detener a los responsables de este cobarde crimen.

¿Es posible que estos meses de relativa tranquilidad hayan sido suficientes para relajar los protocolos de seguridad establecidos por la corporación? ¿A nadie le pasó por la nariz que podía ser una trampa?

Ayer por la tarde hubo otro aviso: cerca de El Quelite, en las afueras del poblado de La Sábila, había una persona muerta, dijeron al teléfono. Cuando los policías llegaron no había muerto alguno (hasta esos se les escapan, diría un gracejo frecuente), pero en cambio había dos camionetas con impactos de bala.

No se sabe si este caso está relacionado con el de la víspera, es decir, el doble asesinato de los agentes, o si era otra trampa para la policía, que esta vez sí llegó en condiciones de ventaja táctica para evitar una sorpresa negativa.

Durante mucho tiempo hemos comentado, haciéndonos eco de personas que saben del asunto, ue si bien en Mazatlán han bajado los índices de criminalidad o por lo menos han bajado las cifras de homicidios dolosos, sobre todo los relacionados con el crimen organizado, todo parece indicar que se trata del resultado de una actividad efectiva de disuasión, pero eso, con todo lo positivo que indudablemente tiene, no es suficiente ni mucho menos definitivo.

Mientras los casos, muchos o pocos, sigan quedando impunes, quedará viva la posibilidad de que se sigan cometiendo delitos como esos. Aunque ya hace rato no se registraban casos en El Quelite e incluso había calma en El Habal, los problemas se habían mantenido a unos kilómetros de ahí, en los alrededores de La Noria, que no ha sido pacificada y donde los grupos delictivos siguen sueltos y completos, listos para aprovechar cualesquier coyuntura que les resulte favorable, como acaban de demostrar.

Es una pena por los agentes asesinados, obviamente, pero también por El Quelite y su gente, que dan una férrea batalla tratando de conseguir el título de Pueblo Mágico para consolidarse como una alternativa turística efectiva, algo en lo que también han trabajado intensamente. Por desgracia estos acontecimientos, de los que los habitantes de El Quelite son una víctima más, se constituyen en un obstáculo grave y lamentable, que los responsables deben esforzarse en remover antes que causen más daños.