*Nomás Mazatlán no alcanzó unidad
*Sagarpa vino a regatear lo ya acordado
*Felton, de lo personal a lo trascendente
FRANCISCO CHIQUETE
Ni falta hacían bola de cristal, borra de café o prácticas cartomancianas. Se sabía que el PRI mazatleco estaba tan dividido, que ni siquiera con la manita pesada de Martha Tamayo y su línea sería posible sacar candidato de unidad. Ni Jorge Abel López Sánchez iba a permitir que alguien lo desplazara, ni los rivales iban a conseguir anularlo.
Ayer se registraron las fórmulas de Ricardo Ramírez González y Ana Bertha Bonel Colio, y de Eduardo Arce Becerra y Olga Leticia Aguayo. Ambos van a disputarse el voto de algo así como ciento cincuenta votos de los Consejeros Políticos mazatlecos, cuyas cabezas ya están identificadas con uno o con otro de los aspirantes.
Ayer se cerró el plazo para registrar a aspirantes en el tercer paquete de municipios en que el estado dividió a la entidad para promover la renovación de las dirigencias. En diecisiete casos se registraron planillas únicas y de ellas, ocho son encabezadas por mujeres. Sólo Mazatlán se mantuvo con los resabios de rebeldía o de divisionismo, según se le quiera ver.
Desde el primer momento, cuando Martha Tamayo reunió a los representantes de los catorce grupos internos que identificó, la idea fue trabajar en una candidatura de unidad, lo que fue respaldado por todos, excepto por un personaje: el exalcalde Jorge Abel López Sánchez, quien ahí mismo, delante de todos, le advirtió a Tamayo que estaba de acuerdo con la unidad, “pero no con una unidad impuesta”. La suerte estaba echada.
Apenas se decantaron los dos grandes grupos, desapareció la marea de aspirantes modestos que por su cuenta o por la de los grandes cabezas aparecieron para tratar de acaparar los espacios como si de veras pensaran que tenían posibilidades reales de competir y hasta de obtener la victoria.
Hoy se dan los dictámenes de la dirigencia estatal priísta sobre las candidaturas registradas. No sólo as dos planillas de Mazatlán, sino también las únicas que llegaron a los demás municipios. Usted sabe que en los partidos, y sobre todo en el PRI, son muy celosos de la legalidad, así que van a revisar las documentaciones hasta por debajo de la última coma.
Sería muy difícil que aprovechando esa autoridad, se pretendiese cerrar el paso a alguna de las planillas mazatlecas para conseguirla unidad y unanimidad que se había buscado como fórmula para enfrentar las elecciones federales del año próximo con el menor riesgo posible de enfrentamientos y quebraduras que han llevado a la derrota electoral porteña, lo mismo en la lucha por alcaldías que por diputaciones locales o federales.
Pero además resulta que ni siquiera la preconizada cercanía de Martha Tamayo con el dirigente nacional César Camacho le permitiría a aquella ir más allá de lo que marcan las buenas maneras de una dirigente, estableciendo una-unidad-a-como-de-lugar, sobre todo cuando uno de los actores más visibles, el siempre presente Jorge Abel López Sánchez, había manifestado su interés de no permitir la llegada de un presidente que le fuese adverso o por lo menos ajeno.
-Martha vino a proponer la unidad, pero no la operó, se quejaban quienes se habían entusiasmado pensando que por fin llegaba alguien que los librara del férreo control ejercido sobre el PRI mazatleco durante los últimos lustros.
Es que pedían demasiado.
A RENEGOCIAR LOS
COMPROMISOS
Cuando la banca comercial tenía cierto trato normal, los deudores iban y renegociaban sus deudas. Se llamaba redocumentar y consistía en darle a sus deudas nuevos plazos y condiciones, que por supuesto daban más utilidad al banco, pero aligeraban la carga de deudor. La Sagarpa vino ayer con un plan parecido a eso.
En la reunión celebrada en la Ciudad de México hace aproximadamente un mes, se ofreció a los productores que les pagarían la tonelada de maíz a tres mil quinientos pesos como precio base, y se habló de armar un paquete que les agenciara trescinetos cincuenta pesos más. El pago se haría efectivo en los próximos días, que luego fueron pospuestos por 72 horas más, y después por otras tantas y así, hasta hacer perder la paciencia de los afectados.
Cuando éstos se lanzaron a la protesta callejera y hasta se fueron a Guadalajara para intervenir con su inconformidad en un foro de la Sagarpa, les dijeron que se devolvieran, que el secretario Enrique Martínez y Martínez vendría a traerles la respuesta a Sinaloa el martes siguiente.
Llegó el martes, pero no el secretario. Martínez y Martínez mandó al subsecretario Jesús Aguilar Padilla a tragar sapos, trayéndoles la novedad de que había que redocumentar los compromisos previos, limitando los 350 adicionales a quienes tuviesen hasta un máximo de 18 hectáreas. O bueno, si había solidaridad, que los pobres aceptaran una reducción de ciento cincuenta pesos, para formar una bolsa que incluyera a los que tienen más tierras, de modo que entre todos promediaran tres mil setecientos pesos por tonelada.
Desde antes de conocer las malas nuevas, de conocer la rajada del gobierno federal, ya se había producido una escaramuza entre campesinos y autoridades. La prolongada reunión se realizó en el palacio de gobierno, hasta donde llegaron los afectados y forzaron una entrada que les quisieron negar hasta con el uso de perros entrenados. Al final les abrieron las puertas del salón de gobernadores sólo a representantes del grupo y después todavía se produjo un bloqueo al mismísimo Boulevard Zapara, con miras a tomar el aeropuerto. Sólo la intervención directa y personal del gobernador Mario López Valdez, convenció a los protestantes de posponer sus iras por una semana.
El gobernador sabía que los enojos ya habían alcanzado un punto extremo, inmanejable por cualquiera de sus funcionarios, lo que le dejaba sin interlocutores eficaces. Ninguno de sus colaboradores, y menos el secretario de Agricultura, podía hacerle frente al problema, e modo que acudió personalmente y los convenció.
Ahora ya nomás le falta ir a convencer a la Secretaría de Hacienda, porque esa es la otra parte del drama, que los de Sagarpa venían con intenciones, pero sin chequera.
EL DIFÍCIL EJERCICIO
DE LA PLANEACIÓN
Como suele decirse en el argot beisbolero, el gobierno de Carlos Felton llegó barrido en home a la presentación de su Plan Municipal de Desarrollo. No hay un castigo para quien incumpla con el mandato de establecer su plan dentro del primer semestre de su primer año de gobierno, pero nadie quiere tampoco ser señalado por un incumplimiento legal.
Ayer martes los regidores recibieron su disco con la copia del plan, que será presentado oficialmente mañana jueves.
Por supuesto, no ha faltado inconformidad entre los ediles, porque ninguno de ellos fue convocado personalmente para participar en esta tarea, que en teoría normará las acciones de la administración a lo largo del trienio. En todo caso pudieron haber acudido a los eventos y foros públicos como cualquier otro ciudadano.
El plan trae de todo. Desde propósitos muy acendrados del alcalde, como la construcción de un nuevo palacio municipal, al que se denomina unidad administrativa, quizá para quitarle de encima etiquetas negativas; y la construcción de un nuevo puerto, que en realidad no es una tarea que le toque al municipio, que es un proyecto ya estructurado en otros niveles de
gobierno, aunque por supuesto, cuentan mucho los estímulos fiscales y las facilidades que en general dé el gobierno local para atraer inversionistas que hagan realidad esta tan aspirada vía de acceso al llamado corredor económico del norte.
Habrá que ver hasta dónde llegan las prioridades que atine el municipio y qué tanto pesan los proyectos personales insostenibles.
Se nota por un lado el pago a consultores que se fueron a hacer la tarea impuesta por el Tec en las planeaciones oficiales: la descripción de misión-visión, trabajos superficiales que siempre cuestan un dineral; y en contrapartida, la idea de asegurar la multianualidad de los proyectos, que acabaría con las groseras tradiciones del borrón y cuenta nueva, tan aplicado cada tres años.