EN LA GRILLA

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*Disputan Felton y Córdova quién creó más turistas

*El helicóptero: testimonio del viejo patrimonialismo

*La muerte y sucesión de Marco Antonio Fox Cruz

FRANCISCO CHIQUETE

Tradicionalmente ocurrían guerras de cifras después de una elección, y los protagonistas eran miembros de diferentes partidos que pretendían convencer al público de su pretendida victoria, preconizada por ambos, a pesar que era imposible para ambos bandos.

Pero eso era antes. Hoy en Mazatlán vemos que la guerra de cifras es entre funcionarios públicos de diferentes niveles y lo más curioso: del mismo partido. Se trata en este caso del alcalde Carlos Eduardo Felton González y el secretario de turismo del gobierno del estado, Frank Manuel Córdova Celaya, quienes disputan la gloria de haber alcanzado los mejores resultados para Mazatlán durante la reciente semana santa.

Usualmente los funcionarios se ponen de acuerdo, afinan detalles y aparecen juntos para anunciar buenas nuevas a la nación. Felton y Córdova Celaya estuvieron muy hermanados a la hora de dar a conocer los operativos, las acciones y por supuesto, las grandes expectativas que se habían generado para que Mazatlán tuviese la semana santa más exitosa de toda la historia.

Pero cuando terminó el periodo no fue así. Frank Córdova se fue a su oficina y se programó una conferencia de prensa a las diez de la mañana en la Sectur, mientras Felton González convocó para las doce del día en sus propias oficinas, ignorándose uno al otro, como si no tuviesen una comunicación fluida y como si no estuviesen trabajando para lo mismos, pues si a algo se ha dedicado Felton en estos casi cuatro meses de gobierno, ha sido precisamente a ponerse al servicio de la industria turística.

Para Córdova ésta ha sido precisamente la mejor semana santa en la historia mazatleca y aseveró que Mazatlán recibió 944 mil visitantes, que colmaron las treinta y tres mil doscientas con las que muy generosamente dotó a este puerto, donde los más exagerados se habían atrevido a hablar de trece mil, los moderados de once mil, y los estrictos de diez mil cuartos de hotel.

Claro que hay que añadir los condominios y los cuartos de renta ocasional, las casas sin inquilinos que fueron puestas a disposición de los visitantes por el espacio de una semana, pero ¿alcanzan con todo eso para suplir las veinte mil habitaciones de diferencia que nos puso enfrente el secretario de Turismo?

Quizá si hablamos de cinco mil condominios, que son un mundo, tendríamos que tomar en cuenta las dos habitaciones que en promedio tienen los condominios, y también la sala y el comedor, para completar la cifra optimista de este funcionario sin límites que aprendió las alquimias de la aritmética.

Carlos Felton fue menos ambicioso, pero nada modesto, dijo que Mazatlán recibió en total setecientos mil visitantes que generaron una derrama de seiscientos millones de pesos, aunque el munícipe prefirió no meterse en honduras hablando del número de habitaciones disponibles en Mazatlán para el turismo, mucho menos especular cuántas casas particulares se habilitaron como hoteles temporales (no de paso) o recibieron a parientes, amigos o invitados a lo largo de los cuatro días más fuertes de la actividad turística.

Felton en cambio sí dio la clave de sus elevadas cifras de visitantes. Fueron 135 mil visitantes por día, dijo. Es decir, si un día había ciento treinta y cinco mil, entre los que se fueron y los que llegaron marcaron otros ciento treinta y cinco mil para el día siguiente y así de manera sucesiva hasta llegar al domingo, cuando se masificó el éxodo.

Esta es una fórmula que se utiliza para determinar la ocupación de los cuartos cada noche, y seguramente da luz para saber cuánto dinero ingresó, pero cuando estamos hablando de un destino turístico, lo importante es saber cuántas personas llegaron, porque esa es la base para determinar si el mercado ha crecido o no.

El problema es que a los funcionarios les interesa más presumir buenos resultados que dar a conocer informaciones útiles.

Durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari vino a Mazatlán un subsecretario de Comercio que empezó por presumir los altos resultados de la economía salinista. Su juventud sin embargo lo llevó a soltar la boca y terminó presumiendo que con ellos se incrementó en cuatro tantos el número de empresas exportadoras, mediante el sencillo expediente de considerar que si una empresa exportaba carne, la empresa que le vendía el cartón del empaque igualmente era exportadora, lo mismo que la proveedora del fleje que aseguraba la mercancía y hasta la imprenta que les vendía la etiqueta. Semánticamente tenían razón, pero en la práctica ¿cuál era el resultado de esa cuadruplicación?

En realidad el producto central exportado seguía siendo el mismo y el valor de la exportación se mantenía también, a pesar de la diferencia de criterios gubernamentales. Es lo mismo con los visitantes de Mazatlán: repetirlos cada día de la semana o mencionarlos en una sola ocasión no hace que varíen los resultados económicos de un periodo vacacional que fue excelente.

Si uno u otro hubieran dicho que llegamos en este periodo a ciento cincuenta mil visitantes, como consideran los expertos conservadores, nada se habría perdido, y las autoridades tendrían más credibilidad de la que les dan esas cifras fantásticas y fantasiosas.

EL AFFAIRE DEL HELICÓPTERO

A muchos funcionarios sigue sin caerles el veinte de que a querer o no, viven en casa de cristal. Hay una sociedad y unos medios vigilantes que no dejan pasar un solo detalle de sus actuaciones, sobre todo cuando son indebidas o controvertibles. El gobernador lo ha vivido en varias ocasiones, como aquella en que el entonces alcalde de Culiacán, Aarón Rivas, quiso quedar bien presumiendo que el gobernador Mario López Valdez le había dado raite piloteando el helicóptero. Malova, por supuesto, se había estado entrenando en el manejo de la aeronave, pero no tramitó la indispensable licencia, de modo que cuando los medios le hicieron ver la falta, lo metieron en el lío de una polémica prolongada. Malova ya no pilotea, o por lo menos ya no le da raites a Aarón Rivas.

Esta vez le tocó al secretario general de gobierno, Gerardo Vargas Landeros. Al término de un recorrido por los principales puntos de concentración turística del estado, el helicóptero gubernamental lo llevó a la playa de Camahuiroa, ubicada en Sonora, muy cerca de los límites con Sinaloa. Acompañado de varios de sus colaboradores cercanos llegó hasta donde lo esperaba la familia para una reunión particular. Lo único que hizo el helicóptero fue ir a dejarnos ahí y luego se regresó, explicó Vargas Landeros, quien pidió a los reportaros “ya relájense con ese tema”.

Más bravucón, el subsecretario de Normatividad e Información Registral, Bernardo Cárdenas Soto, dijo que lo único que hicieron fue ir a comer a donde ya los esperaban sus familias, “como cualquier otro”.

En realidad a nadie le extrañan situaciones como estas, y mucha gente todavía acepta con resignación que los funcionarios tienen sus privilegios. Pero que un subsecretario, y nada menos que del área de Normatividad e Información Registral siga viendo ese tipo de cosas como normales, es bastante grave. Es muestra de que todavía se sigue considerando el patrimonio público como parte del patrimonio personal, o por lo menos que aquel está a disposición de los funcionarios, como en los viejos tiempos.

O dígalo usted ¿cuándo a “cualquier otro” le da hambre puede irse a comer utilizando el helicóptero de la chamba?

TODO UN ROLLOTE PARA

SUSTITUIR A FOX CRUZ

La muerte de Marco Antonio Fox Cruz no sólo constituye un drama humano por la pérdida de una persona cargada de reconocimientos y con una gran capacidad para hacer amigos. También ha generado un problema de carácter político que se divide entre la falta de atingencia en la PGJE para establecer la verdad legal del accidente en que falleció el auditor, y el movimiento que se viene con la sucesión.

Para la procuraduría fue muy natural que tras el accidente, todo mundo aceptara sin la menor duda lo que extraoficialmente fue informado por los medios. Pero olvidaron que no se trataba de un vacacionista cualquiera ni de un muchacho que le pisa al acelerador para alcanzar el baile de esa noche.

Era el Auditor Superior del Estado, el que tenía la responsabilidad de determinar si los funcionarios públicos habían manejado los recursos públicos con atención a las disposiciones legales, o si habían abusado de sus facultades haciendo mal uso de los recursos a sus cargos.

Sobre todo durante la penúltima revisión de cuentas públicas, la ASE a cargo de Fox Cruz había establecido situaciones serias con el manejo del dinero. Hubo muchas denuncias y un inusitado rechazo del trámite en dos ayuntamientos. Esto, que políticamente es muy importante, era suficiente para que la Procuraduría se hubiese aplicado y ofrecido a la sociedad una información detallada sobre cada uno de los detalles del accidente, en lugar de generar un vacío de información que dio lugar a especulaciones rumores  que amenazaron con derrumbar la credibilidad de la información disponible.

Ayer, después de muchos ires y venires, la Procuraduría tuvo a bien hacer pública su conclusión de que fue un accidente y que éste ocurrió porque Fox Cruz manejaba con exceso de velocidad. No suena descabellado ni mucho menos, pero la falta de oportunidad hace que esta versión tenga que remar contra la corriente.

La otra bronca es que con Cruz, por lo menos el PRI tenía ya un candidato para solucionar el trámite de elegir titular de la ASE para el siguiente periodo de siete años. Fox Cruz parecía tener la posibilidad de alcanzar los veintisiete votos necesarios para reelegirse. Había empezado a trabajar en ello mediante contactos con diversos diputados y las cosas parecían ir por buen camino. Pues incluso para los partidos sin mayoría, parecía muy difícil impulsar una candidatura distinta.

Hoy habrá que empezar de nuevo a construir consensos y sobre todo a superar el sospechosismo, el tricolor tendrá que pagar nuevos precios por recibir los cuatro votos que le faltan para alcanzar la mayoría calificada (contando con que la diputada del Panal, Silvia Miryam Chávez, se mantenga dentro del pacto tricolor).

Por lo pronto el Congreso, a través de Jesús Enrique Hernández Chávez, presidente de la Junta de Coordinación Política, ya anunció que en breve emitirá la convocatoria correspondiente, de modo que los organismos y la sociedad hagan sus propuestas. ¿Der veras no estarán pensando en alguien de la clase política?