EN LA GRILLA

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CARLOS FELTON AUDIENCIAS

*Entregaron el dinero que “no quiso” Radamés

*Se acabaron los pudores: van por el beneficio

*Quieren audiencia, pero no consiguen a Felton

 

EN LA GRILLA

 

Con el gusto que genera entregar apoyos, aunque sean motivados por situaciones infortunadas, el secretario e Desarrollo Económico de Sinaloa, Moisés Aarón Rivas Loaiza, invitaba a los empresarios que requieran de financiamiento, a acercarse a la Sedeco, donde obtendrían todo el auxilio necesario.

Cuentan que apenas terminaba la invitación cuando por lo bajito se le presentó un candidato que tenía aspiraciones crediticias por unos doscientos mil pesos para su negocio, el de su suegro y el de su hermano. Era por supuesto, según el chiste, el subsecretario Radamés Díaz Meza, quien en lugar de estar en el grupo de beneficiarios, estuvo en el ojo del huracán precisamente por haberse inscrito, pujado y logrado la autorización de un apoyo de los que ayer se entregaron.

Chistes aparte, el hecho es que surge de nuevo la duda: Radamés Díaz decidió no recibir los doscientos mil pesos que ya le habían autorizado en la dependencia de la que era el segundo de a bordo, o simplemente la filtración de sus documentos le ganó la carrera.

El funcionario dijo que en efecto, solicitó los apoyos considerando que tenía derecho a ello precisamente porque él y sus familiares fueron afectados por el huracán Ismael a su paso por el centro de Sinaloa, pero que luego recapacitó y no los hizo efectivos porque consideró que no los necesitaba.

Pero el hecho es que esos recursos fueron entregados hasta ayer, a los setenta y ocho beneficiarios aprobados. En principio eran ochenta y uno, pero como Radamés “decidió que no los necesitaba”, como tampoco debe haberlos necesitado su suegro y su hermano, aunque los tres hubiesen aplicado para que se los autorizaran.

Esta situación cronológica nos lleva necesariamente a pensar que Radamés Díaz Meza decidió no aceptar el dinero porque se vio descubierto. Cuando se filtraron los documentos en que sus tres solicitudes estaban aprobadas, era imposible que fuera por los cheques, de modo que sólo quedaba tratar de ejercer un control de daños.

Si el dinero hubiese corrido antes de la filtración, la coartada de la renuncia generosa y desprendida habría tenido visos de credibilidad, pero de ninguna manera fue así.

NO SON HOMBRES DE ESTADO

Radamés sabe que hizo mal. Tan lo sabe, que dice haber renunciado al beneficio. Muchos se preguntan qué lleva a un funcionario de tan buen nivel, a alguien que además ha aspirado a ser representante popular y ha sustentado esas aspiraciones en la denuncia de abusos y excesos, en la exigencia de cambios.

No puede ser otra cosa que la falta de un sentido de estado. La mecánica mental de un empresario es muy directa: es la medición del costo y el beneficio, bajo la premisa de que aquello que no está prohibido, está permitido.

La visión de estado exige una perspectiva más amplia, en que el beneficio colectivo está por encima de cualquiera otra consideración, además que el funcionario debe regirse bajo la premisa de que sólo puede hacer aquello que le está expresamente permitido.

Esa ausencia ha motivado errores garrafales en funcionarios procedentes del sector privado que debutan en el servicio público.

En 1990, cuando Acción Nacional accedió por primera vez a un ayuntamiento en Sinaloa, uno de los funcionarios municipales rechazó que él y otros estuviesen haciendo mal al convertirse en proveedores de la comuna mazatleca. Tenemos derecho, dijo. -¿Y si lo estuviera haciendo un priísta? Le preguntamos y la respuesta fue antológica: ahí sí estaría mal, porque nosotros le damos buenos precios al municipio y ellos sí robarían. Estos ejemplos se han multiplicado a lo largo de los años, conforme se ha multiplicado la presencia de empresarios, sobre todo vía Acción Nacional, en puestos de gobierno.

A Humberto Rice García, primer alcalde panista en el estado, nunca nadie lo acusó de corrupción. En cambio hubo un regidor muy cercano a él que hasta instaló una empresa importadora en la frontera, para atender necesidades del ayuntamiento. Ese mismo regidor impuso compras del equipo de radiocomunicación que él manejaba.

Por supuesto que en los gobiernos priístas nunca faltó el ingrediente del funcionario-proveedor, que utilizaba el nombre de su compadre, su esposa, sus familiares o empleados. El caso es que a estos nuevos funcionarios se les acabaron hasta esos pudores.

Por eso fue que Radamés fue tan defendido por todos los organismos privados. Después de todo ¿qué hay de malo en que un empresario, aunque esté en el servicio público, reciba créditos subsidiados? Es una acción que no está expresamente prohibida, es efectivamente un empresario afectado y por supuesto, es afín a los dirigentes que se manifestaron.

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A LAS AUDIENCIAS

Uno de los reclamos más sentidos contra el exalcalde Alejandro Higuera Osuna era su manejo caprichoso y excluyente de las audiencias. Si alguien quería verlo tenía que ir a perseguirlo en los programas de ayuntamiento en tu comunidad, haciendo cola desde las cinco de la mañana para ver si le tocaba turno. Ir a la Presidencia Municipal era inútil. De ahí, el solicitante era derivado a los PACs o a las audiencias en la zona rural.

Cuando se produjo el cambio de trienio muchos respiraron aliviados. Entre ellos los miembros del Fraccionamiento Universitario de la Marina, quienes tienen meses dando curso a una inconformidad por la autorización de dos gasolineras a treinta metros de donde están sus terrenos.

De entrada acudieron a la Presidencia Municipal, solicitaron una audiencia y la respuesta fue increíble: vayan al programa Díselo al alcalde, porque ahí recibe a todas las personas que solicitan audiencia.

Esa semana el dichoso programa era en El Habal, de modo que ahí estuvieron los representantes a las siete de la mañana a hacer la solicitud. Como a las diez de la mañana una joven muy atenta fue por ellos, los acercó al área de trabajo y los colocó no frente al alcalde, sino frente al subdirector de Planeación. Hartos ya de hablar con funcionarios de segundo y tercer nivel que sólo les han dicho que es imposible hacer algo, insistieron en ver al alcalde, pero no pudieron. Les aconsejaron volver días después a la Presidencia Municipal, a solicitar audiencia. Y hasta la fecha.

Los maestros universitarios no se explican cómo es que durante la campaña, cada vez que se encontraban con Carlos Felton en una calle, o caminando en el malecón, los saludaba, los abrazaba, les regalaban una botellita de agua y hasta una toalla facial para el sudor, y hoy les resulta imposible verse con él.