EN LA GRILLA

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*Repitió el Congreso polémico formato

*Sandra Lara le pone cifras a la deuda

*Felton arranca el trienio con Malova aquí

FRANCISCO CHIQUETE

Nuevamente el Congreso prefirió pasar por el papelón de una comparecencia rasurada, antes que corregir al menos el formato y dar oportunidad a que los funcionarios comparecientes demostraran que pueden enfrentar cuestionamientos diversos. Los secretarios de Administración y Finanzas, y de Desarrollo Económico, fueron tratados como menores de edad que no pueden acercarse a la orilla del precipicio porque pudieran caer.

Como red protectora, el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso, Jesús Enrique Hernández Chávez, lanzó un discurso puntilloso, de una teoría inatacable en que reivindica la posición de la Cámara de Diputados como ente fiscalizador que no renuncia a sus obligaciones y que las ejerce en nombre del interés popular.

Menos conceptuoso, incluso más enredado, el panista Adolfo Rojo Montoya intentó también prevenirse de los daños que su bancada y su partido sufrirían con una comparecencia en la que nadie fue a fondo y ni siquiera parecían interesados en que realmente se les ampliara la información financiera que está plasmada en el texto del Tercer Informes de Labores, y que por cierto nadie, salvo el secretario, citó expresamente.

El discurso de Hernández Chávez incluyó advertencias contundentes como la de que ningún funcionario está por encima de la ley.

No era una acusación a Villarreal por supuesto, sino una figura retórica para mostrar los alcances del Poder Legislativa, de cuya actual legislatura aseveró que “se ha propuesto consolidar una cultura de rendición de cuentas que abarque todos los espacios del quehacer público, a efecto de que los funcionarios se conduzcan con eficacia y con profesionalismo para darle al actual de gobierno un sentido racional, apegado a la ética y al derecho.

Por supuesto, se dio tiempo para advertir el interés porque las cosas se hagan bien, pero además porque se juzgue a quienes incurran en actuaciones negativas.

Hernández Chávez, como Adolfo Rojo, sabía que los ojos del estado estarían puestos sobre la Cámara, en atención al desastre que fue la comparecencia del procurador. Necesitaban enviar a la sociedad un mensaje positivo, demostrativo de que había un interés serio por fiscalizar el uso de los recursos y el ejercicio de las funciones administrativas, pero evidentemente no tenían más que sus propios discursos para dejar esa impresión, toda vez que el formato de las comparecencias sería el mismo y los resultados, por supuesto, serían semejantes.

Fue así que sólo pudieron participar, “por falta de tiempo” los diputados cuyas preguntas estaban dentro de la línea de buen trato o de “cuestionamiento institucional”. Los demás simplemente no existieron. Recibieron la máxima salinista de “ni los veo ni los oigo”.

Si alguien ha encargado a la rebeldía en estas oportunidades, ha sido la diputada priísta Sandra Lara, quien “no ha tenido la fortuna” de ser escuchada o respondida directamente por los funcionarios. El procurador ofreció enviarle a ella y a otros siete legisladores, respuestas por escrito, en sendas cartas, a las preguntas que ya habían presentado. Les vamos a mandar una carta, dijo el procurador, como si los asuntos abordados hubiesen sido temas particulares, merecedores de correspondencias privadas, y no problemas o inquietudes sobre un servicio público fundamental, como es la procuración de justicia.

En esta ocación, la diputada Lara no llegó ni al punto de las Cartas a Eufemia. Simplemente se dejó fuera a todos los que tenían una pregunta pero no iban consensados con las coordinaciones de sus bancadas y por tanto, no habían llegado al cedazo de la Junta de Coordinación Política.

La diputada dice que prefiere pensar en que fue cosa del formato, aunque advierte que si se trata de tiempo, bien pudieron haber sido convocados una o dos horas antes, para dar espacio a la participación de más legisladores interesados.

De todos modos, en un cartelón puso en juego un tema que nadie abordó y que pudiera haber sido una de las preguntas más importantes: la del endeudamiento.

Desde el año pasado corren versiones, de creíbles a descabelladas, sobre un déficit en las finanzas públicas, que va más allá de los mil ochocientos millones de pesos que reconoció el propio secretario de administración y finanzas, y que el gobernador,  en trazos gruesos, había establecido en dos mil millones.

La diputada Sandra Lara dijo en un cartelón que la deuda de Sinaloa es de 13 mil 521 millones de pesos. Cuando le preguntamos, durante una entrevista en Guardianes de la Noche, de dónde sacaba esas cuentas, explicó que se trataba tanto de la deuda reconocida oficialmente, como de los compromisos adquiridos con los contratos de asociación público privada para construir dos hospitales|. Oficialmente no son deuda pública, pero representan obligaciones a pagar durante veinticinco años. Esto, sumado a los dos mil 600 millones de deuda histórica, los dos mil seiscientos millones del megacrédito y los mil doscientos millones del cupón cero, viene a sumar la cantidad de 13 mil 5321 millones, aunque el secretario Villarreal sólo reconoce algo así como cinco mil doscientos millones.

Por supuesto, habría sido muy sano que le dejaran llegar a Villarreal este cuestionamiento, para que de una vez por todas saliese al paso de las especulaciones sobre un tema tan sensible para la población, toda vez que la deuda puede hasta ser real, pero cambia el panorama con una información que le dé a la sociedad la certeza de que se trata de compromisos manejables. ¿O no?

ARRANCA EL TRIENIO

Esta mañana arranca el trienio de Carlos Felton, para efectos prácticos. Es cierto que el munícipe no ha parado desde el primero de enero. Ha estado con muchos grupos sociales, organismos, ciudadanos, colonos y organismos, pero hasta hoy, no ha iniciado una sola obra, ni ha anunciado alguna acción concreta, como no sean los propósitos, aspiraciones e ideas sobre un mejor Mazatlán que viene esbozando desde su campaña de proselitismo.

Hoy a las 10:30 da el banderazo, junto con el gobernador, a los trabajos de pavimentación de una calle en la colonia Jesús Osuna.

El jueves de la semana pasado Felton pidió al gobernador Mario López Valdez no dejar la costumbre de venir seguido a Mazatlán, y el mandatario le respondió con una precisión sobre la frecuencia de sus visitas, pero sobre todo, con un reto: “´póngame agenda”. Y además puso fecha al decir que el próximo sábado 18 vendría a Mazatlán a festejar su cumpleaños y que podrían aprovechar ese día para concretar acciones.

Felton había pensado todavía hace unos días, en tomarse un poco más de tiempo y llevar al martes 21 la presentación de su plan  de los100 días, pero esta disposición del gobernador lo empujó a adelantarlo.

Poco después del banderazo, a las doce del mediodía, ambos estarán en el Centro de Convenciones, donde habrá un acto amplio, con la presencia de ellos dos, para dar a conocer ese calendario de obras, el de los cien días, a los que habrá que restarle 17, para que den las cuentas.

Anteayer, el gobierno de Carlos Felton dio un paso importante para el establecimiento de una buena relación con Malova. Hay todavía varios elementos que deben ser atendidos o corregidos y aunque más de alguno será trago amargo, el flujo de buena vibra gubernamental buen debe valer la pena para un alcalde que apenas arranca.

Por lo pronto esta tarde, en la celebración del cumpleaños 57 de Mario López Valdez, habrá de verse quién es quién dentro de este gobierno. Dé usted por seguro que habrá una especie de reaparición política del exalcalde Alejandro Higuera Osuna, quien en sus diecisiete días de ausencia, ha seguido siendo personaje principalísimos de charlas y polémicas.