EL RETABLO DE ROSARIO

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Una bellísima obra de arte y punto de

encuentro histórico de una sociedad

Orgullo de los rosarenses, obra de arte y símbolo de una comunidad, el retablo de la iglesia del Rosario constituye una verdadera riqueza del pueblo sinaloense.

Nadie puede acudir al templo dedicado a la Virgen del Rosario sin impactarse ante este trabajo artesanal que fue elaborado en el último cuarto del siglo XVIII, bajo el patrocinio de Don Francisco Xavier Vizcarra, heredado del Marquezado de Pánuco que inició con el Fénix de los conquistadores, Francisco de Ibarra.

La descripción especializada indica que el retablo está elaborada enmadera revestida con oro de 24 kilates, que se divide en cuatro pilares y tres calles en nichos diversos que tienen espacios para personajes de la religión católica como la señora Santa Ana, el Arcángel Miguel, algunos franciscanos que fueron los evangelizadores de las tierras americanas y por supuesto, la escultura de la Virgen del Rosario en su punto central.

La patrona de esta población está soportada en una rica peana de plata elaborada por mineros rosarenses, y protegida por una especie de baldaquín.

Pero más allá de las descripciones técnicas, de la riqueza de los materiales, de los finos detalles con que fue dotado el retablo, está lo que representa para generaciones y generaciones de esta zona del estado, que han permanecido tan arraigadas a su tierra como al cariño por este símbolo que ya va más allá de lo religioso.

Ya sea en su sitio original, ya en el nuevo templo, reconstruido hace ya setenta años en el sitio actual, el retablo es centro de la espiritualidad, punto de encuentro de las tradiciones y de los festejos, testigo de lutos y tristezas, motivo de peregrinaje para quienes se han tenido que ir a buscar la vida por otros rumbos, allende las fronteras o en otros lugares del país. Volver a Rosario y marcharse de nuevo sin ir a ver a la virgen, sin ir a verificar el estado del retablo, sin observar los destellos de su recubrimiento dorado, los retruécanos de sus adornos barrocos, la severidad de sus santos o la luminosidad de las esculturas femeninas.

Sinaloa enlínea narró ya cómo el templo tuvo que ser movido de su sitio original para salvar el riesgo de los hundimientos al colapsar las minas del Tajo, que dieron origen a esta población. En todos estos momentos, en las diferentes etapas, el retablo se mantiene como motivo de orgullo para los rosarentes, como elemento de sorpresa para quienes visitan la ciudad, como parte de las riquezas que convierten a El Rosario Sinaloa en un auténtico pueblo mágico.