EDUCACIÓN Y GLOBALIZACION.

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MÉXICO DEBE GRAVITAR A TRAVÉS  DE OS USOS HORARIOS DE CIBERESPACIO.

ELIO EDGARDO MILLÁN VALDEZ

En la época de la globalización el mundo empezó a ser taquigrafiado como Aldea Global, Fábrica Global, Tierra Patria, Nave Espacial, Nueva Babel y otras expresiones que nacieron cuando este fenómeno empezó a emerger. En este clima, la reflexión y la imaginación no sólo caminan a la par sino que multiplican metáforas, imágenes, figuras, parábolas y alegorías destinadas a dar cuenta de los que está sucediendo, de las realidades no codificadas, de las sorpresas inimaginadas. (…) Son múltiples las posibilidades abiertas al imaginario científico, filosófico y artístico cuando se descubren los horizontes de la globalización del mundo… La novedad y la complejidad del fenómeno global ha generado una proliferación de interpretaciones; pero más allá de las diferencias, todas coinciden al menos en una certeza: la globalización llegó para quedarse. (Octavio Ianni. Teorías de la Globalización. Siglo XXI, Editores. 2002. Pag. 4)

       Así como antaño todos los caminos conducían a Roma, hoy  los signos vitales de la sociedad contemporánea nos indican que vivimos un cambio de época, a la que generalmente se le ha denominado globalización. ¿Pero cuál ha sido el factor que ha detonado este fenómeno? Manuel Castells, señala el aspecto fundamental de esta mutación: “Mi punto de partida (…) es que, al final del siglo XX, vivimos unos de esos raros intervalos de la historia. Un intervalo caracterizado por una transformación de nuestra ‘cultura material’, por obra de un nuevo paradigma organizado en torno a las Tecnologías de la Información” (Manuel Castells. La Era de la Información Tomo I. Editorial Siglo XXI. México, 1999. Pp. 55-56)

           Al respecto Octavio Ianni (1996) indica que “en la aldea global no sólo se venden e intercambian mercancías. Se fabrican y se comercializan informaciones. Informaciones, entretenimientos e ideas son producidos y comercializados a escala mundial. Antes se invadían los mercados con mercancías. Hoy se invaden culturas enteras con la velocidad de la luz. El periódico es ya una comunicación demasiado lenta, ante la rapidez de imágenes y sonidos. Se pasa de la palabra a la imagen. Habrá otro modo de vivir, de gastar, de divertirse. Se vivirá en una realidad virtual.”

LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN

En efecto, en la actualidad las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) están  experimentando un desarrollo vertiginoso de la economía informacional, en cuyo manto están insertándose todas las ramas de la vieja economía situada en el campo y la ciudad.  Pero no es menos cierto que la cibernética está amplificando, sofisticando y facilitando los estilos de vida, las jergas multiculturales, los feminismos y los ecologismos que, por imperio de sus comunicaciones, adquieren dimensiones internacionales. En este magma de mensajes entrecruzados, los estados, los sistemas interestatales, los organismos internacionales adquieren un dinamismo inusitado con la puesta en marcha de una multiplicidad de  redes que permiten la comunicación, el diálogo y los acuerdos de manera rápida y eficiente.

       Justamente porque el espacio mundial empezó a gravitar a partir de los usos horarios del ciberespacio, la educación no debe quedar al margen de la utilización de las tecnologías de la información, si se considera que la educación forma a los ciudadanos para interactuar en la sociedad y, asimismo, porque contribuye decididamente a conformar sus competencias productivas, entren otras finalidades: sería un contrasentido que la educación no se adecue a este nuevo mundo de vida e inclusive sea su líder, porque su visión y misión no es ir a la saga de las transformaciones de la sociedad, sino la de crear los caminos por donde navegaremos en tiempo real en este siglo XXI.   

       Si bien con distintos énfasis, los gobiernos de cada país están haciendo esfuerzos financieros y pedagógicos para vestir a las escuelas, a sus profesores y a sus diversos entornos culturales en los que se hayan insertos de los materiales, las competencias y las estrategias que ahora son indispensables para trascender los desafíos que nos plantea la era digital. Esta disposición no constituye por supuesto una moda más, entre otras; constituye por el contrario, una insoslayable política pública de la cual dependerá la riqueza o la pobreza de las naciones en el futuro, como lo afirmó Jean-François Lyotard (1987) en su obra La condición Postmoderna.      

COMPARACIONES Y LEGADOS EN MATERIA DIGITAL.

Los esfuerzos de los gobiernos, como puede suponerse, son dispares en esta materia. Dinamarca, Australia, Canadá, el Reino Unido y EE.UU casi el 100% de los alumnos disponen de computadoras en la escuela y por supuesto Internet. En América Latina  las escuelas que cuentan con salas de computación constituyen apenas el 37,1%. En cuanto a la cantidad de computadoras promedio por escuela en nuestra región es de 15,8 unidades por cada 100 alumnos. En el caso de México aún estamos lejos de satisfacer las necesidades de la población estudiantil: en promedio existen 48 alumnos por computadora y sólo el 20% de ellas cuenta con servicio de internet. De ello puede inferirse que los profesores carecen en general de competencias para enseñar a través de los dispositivos tecnológicos como el del Aula Virtual. La reciente Ley de Educación va en dirección de abatir este rezago: tres estados del país están “piloteanado” un programa que luego se extenderá a todo el país, según el Gobierno Federal. Hoy mismo EPN reiteró la “Inclusión de la alfabetización digital….”, en un discurso frente a los gobernadores con motivo de la Ley de educación. (3/11/2013)

México, no sólo sus niños y sus escuelas viven aún en la edad de piedra digital. La penetración de banda ancha en México es de 9.2 suscriptores individuales por cada 100 habitantes. El promedio de los países de la OCDE es de 23.24. La banda ancha mexicana es la más cara y más lenta de todos los países de esa organización. Un tema central de la modernización educativa de México tendrá que resolverse en su sector de telecomunicaciones, uno de los menos dinámicos por el lento desarrollo en que lo tienen sumido la indecisión de la autoridad y la resistencia de las empresas del sector que luchan para conservar sus privilegios y limitar el acceso a nuevos competidores. Si la nueva riqueza de las naciones no se mide ya en ingreso sino en banda ancha per cápita, México es un país muy pobre. Su pobreza digital es mayor que la social, Según Jorge Castañeda y Aguilar Camín en Regreso al Futuro. Vale decir que existe ya una Ley de Telecomunicaciones en espera de su reglamentación que podría abrir este sector a la competencia.

Y si bien la inversión en herramientas tecnológicas puede resultar cara en el corto plazo, ésta se verá compensada con largueza en el mediano y largo plazos: los costos actuales en materiales escolares, libros, cuadernos, plumas tenderán a reducirse enormemente. Además se añadirán grandes ventajas como la posibilidad de consultar innumerables fuentes de información; tener a mano gran cantidad de recursos audiovisuales, recibir clases de distinguidos intelectuales y científicos procedentes de cualquier parte del mundo, así como la posibilidad de que cada alumno vaya a su propio ritmo sin tener que atenerse a las capacidades y aptitudes intelectuales de sus compañeros; y además la realización y presentación de trabajos, exámenes e incluso recepción de certificados desde su propio lugar de trabajo, entre otras posibilidades, como por ejemplo el que los estudiantes puedan trabajar en equipo a través del correo electrónico, el chat y otros artilugios por el estilo.

MÉXICO UN FUTURO INCIERTO AÚN.

En tal dirección Jorge Castañeda y Aguilar Camín en Regreso al Futuro señalan: “Si el nuevo silabario del mundo es internet, mantener a los niños que estudian fuera de él es mantenerlos en una forma moderna de analfabetismo. Tan importante como poner libros de texto en las manos del alumno es poner una computadora que lo conecte con el mundo —y con los libros—. Es fundamental dar a cada niño computadora y conectividad, para que las usen en la escuela y en su casa, con las guías de enseñanza y los libros de texto incorporados, como un Kindle o un iPad, sin tener que imprimirlos por millones cada año, ni cargarlos en la mochila.

Según estos autores: en México harían falta 14 millones 600 mil computadoras para poner una en las manos de cada mexicano de entre seis y 12 años. Se antoja una cifra más que accesible, en realidad relativamente baja para un país del tamaño y los recursos de México, habida cuenta de que una computadora básica no rebasa los 200 dólares de costo unitario. Poco logrará cualquier “nuevo proyecto” de “nueva revolución educativa” si no se pone en manos de los alumnos el instrumento clave —por excelencia democrático y accesible— de la nueva civilización.

            México según estos intelectuales “reformistas” debería tomar el rumbo que ha tomado Uruguay. Este país ha digitalizado a sus niños en dos años. Les ha entregado una laptop básica a cada uno de los 350 mil alumnos de primaria en el país, un país que ha crecido los últimos ocho años a un promedio de 6.8%, ha reducido la pobreza en 18.1% y ocupa el primer lugar de América Latina en el Índice de Desarrollo Humano según  la ONU. Un detalle clave: la entrega gratuita de laptops para sus niños fue financiada en Uruguay por un incremento especial del impuesto predial a cada uruguayo: una carga pesada que impuso uno de los gobiernos más de izquierda y que fue aceptada  tranquilamente una de las sociedades civiles más combativas de América Latina.