EDGAR MORIN: PRINCIPIOS DEL PENSAMIENTO COMPLEJO

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Edgar Morin ve el mundo como un todo indisociable, donde el espíritu individual de las personas posee conocimientos ambiguos, desordenados, que necesita acciones retroalimentadoras y propone un abordaje de manera multidisciplinaria y multirreferenciada para lograr la construcción del pensamiento que se desarrolla con un análisis profundo de elementos de certeza. Estos elementos se basan en la complejidad que se caracteriza por tener muchas partes que forman un conjunto intrincado y difícil de conocer.

En los últimos tiempos se está extendiendo el uso del término Ciencias de la Complejidad para referirse a todas las disciplinas que hacen uso del enfoque de sistemas. El ordenador es la herramienta fundamental de las ciencias de la complejidad debido a su capacidad para modelar y simular sistemas complejos. Con posterioridad y en un análisis más profundo, la complejidad también se presenta con trazos inquietantes de confusión, desorientación, desorden, ambigüedad, incertidumbre, y de ahí la necesidad para poder hacer un mejor manejo del conocimiento.

En tal sentido, el Pensamiento Complejo propone una reforma nuestras formas de pensar, que tendrá como misión la integración de los saberes dispersos, a través un pensamiento que totalice las informaciones y los conocimientos. La complejidad por tanto no trata de buscar el conocimiento general, sino que brinda un método para detectar las ligazones, las articulaciones existentes en una relación de sistema entre la naturaleza, el hombre, la sociedad y la cultura. Sus principios fundamentales son los siguientes:

1.- El principio dialógico.

El principio de dialogización es un principio de conocimiento que une o pone en relación ideas o principios de dos lógicas que de suyo son antagónicas. Esto es, él une dos principios o ideas que se excluyen mutuamente, pero que son inseparables dentro de una misma realidad o fenómeno. El principio dialógico faculta al pensamiento en sus asociaciones y conexiones de conceptos o enunciados que se contradicen el uno al otro, pero que deben aparecer como dimensiones articuladas de lo mismo. Su vocación epistemológica es captar el modo de existencia, el funcionamiento y las interdependencias contextuales de un «fenómeno» complejo

2.- Principio de autonomía/dependencia (auto-eco-organización):

significa que los seres humanos se autoproducen al establecer una intrincada relación entre todos sus componentes para formar esquemas periódicos como un sistema complejo adaptable, se auto-organizan en un todo ordenado y al hacerlo comienzan a adquirir nuevas propiedades. Las estructuras esenciales del sistema alcanzan proporciones cualitativas, pero no pueden valorarse esos cambios como la formación de un nuevo sistema porque se deja de reconocer las continuidades inherentes al surgimiento, es decir la dinámica de la complejidad.

3.- El principio dialógico, representa el nacimiento de una nueva filosofía en la que todo ser es una organización, en la que orden y desorden se entremezclan de manera compleja, se relacionan en jerarquías generando nuevas formas de ser, tal filosofía facilita la aproximación de las ciencias de la naturaleza a las ciencias del hombre y de la sociedad, en concordancia unas y otras con el espíritu de la época, una época del movimiento, del cambio generalizado, de lo aleatorio y de las incertidumbres. El orden y el desorden pueden ser concebidos en términos dialógicos, producen la organización y la complejidad, los contrarios coexisten sin dejar de ser antagónicos. Este principio asocia dos términos a la vez complementarios y antagonistas, permite mantener la dualidad en el seno de la unidad.

4.- El principio de la recursividad organizacional, proceso en el cual los fenómenos físicos, sociales y mentales que la ciencia tradicional denominan “causas y efectos” conforman un bucle retroactivo en el que, al mismo tiempo, causas son efectos y los efectos, causas. Ambos son variables del fenómeno que las produce. El efecto se vuelve causa, la causa se vuelve efecto. La sociedad es producida por las interacciones entre individuos, pero la sociedad retroactúa sobre los individuos que la producen.

5.- El cuarto es el principio hologramático, planea que el todo no se reduce a las partes, ni las partes al todo, ni lo uno a lo múltiple, ni lo múltiple a lo uno. Desde esta perspectiva las partes del fenómeno complementarias y antagónicas. Este principio supera el paradigma científico formulado por Descartes, regido por los principios de disyunción, reducción y abstracción y que separó el sujeto pensante y la cosa extensa, separando así la filosofía de la ciencia. La idea entonces del holograma, trasciende al reduccionismo que no ve más que las partes y al holismo que no ve más que el todo. El principio hologramático ve el todo en las partes y éstas en el todo.

6.- El principio de emergencia.

Según este principio en las realidades organizadas emergen cualidades y propiedades nuevas (a las que podemos llamar «emergencias») que no son reducibles a los elementos (partes) que las componen y que retroactúan sobre esas realidades. Las emergencias son definibles como «las cualidades o propiedades de un sistema que presentan un carácter de novedad con relación a las cualidades o propiedades de los componentes considerados aisladamente o dispuestos de forma diferente en otro tipo de sistema».

LA ÚLTIMA Y NOS VAMOS.

Edgar Morín estudió de los fenómenos de comunicación de masas: publicó El cine o el Hombre Imaginario (1956) y Las stars (1957). Entre sus ensayos antropológicos figuran El Paradigma Perdido, La naturaleza humana (1973), La naturaleza de la Naturaleza (1977) y La vida de la vida (1980). Sus obras El paradigma perdido y El método son utilizadas como textos de consulta por los estudiantes de filosofía.

Otras obras del autor son El Espíritu de la Época (1962), Introducción a una Política del Hombre (1965), La Comuna en Francia: la Metamorfosis de Plodémet (1967), El rumor de Orleans (1970), Diario de California (1971), Qué es el totalitarismo, La naturaleza de la URSS (1983), Tierra-Patria (1993), Para salir del siglo XX (1996) y Amor, poesía, sabiduría (1998). Edgar Morin fue galardonado en 1992 con el premio Médicis de comunicación; en 1994 recibió la Legión de Honor y el premio Internacional de Cataluña.