Demócratas, los muertos

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Melchor Inzunza

Hace cinco años, ejidatarios muertos y vivos demandaron que se realizara una reunión en el Ejido Guasave para remover o ratificar a la directiva.

Pero los demandantes fueron demandados. El presidente del comisiariado y sus colaboradores, molestos por la injerencia de los muertos en asuntos de los vivos, entregaron al Tribunal Unitario Agrario las actas de defunción de quienes pedían la asamblea (no sé si en el cementerio).

Entonces yo protesté:

¿No se ha reconocido siempre a los difuntos su derecho a votar? Y cuando lo han ejercido hasta tres veces en la jornada electoral, ni quién la hiciera de tos, y menos que nadie los ganadores. Ahora, con el pretexto de la modernidad democrática, pretenden negarles hasta el derecho de petición.

Convengo en que a veces se pasan de muertos, pero los directivos del ejido se pasan de vivos. Ya no respetan ni los derechos humanos de los finados. No por extintos son menos ejidatarios.

Que no decidan por ti

Los políticos no cesan de convocan a la participación de todos. Pero veces de disgustan cuando los que se fueron al otro mundo les toman la palabra y vuelven para participar.

No sólo en México existe aún la buena costumbre de concitar el sufragio de los fallecidos.

En “Mi hermano el alcalde”, Fernando Vallejo nos cuenta que en Támesis, un remoto (en los dos los sentidos del término) pueblo de Colombia, su hermano Carlos ganó la alcaldía gracias al voto de las putas, de las monjas y de los muertos del lugar.

“Con los muertos lo que sí hay que hacer, una vez por la cuaresma, es sacarlos a votar. Te lo agradecen mucho porque se orean. Alcalde de los vivos, Carlos fue a la vez alcalde de los muertos pues por ellos fue elegido. El interior del cementerio amaneció con esta leyenda: ‘Muerto: no dejes que otros decidan por ti, vota’. Y firmado: Campaña Carlista”.

No es fábula

Los difuntos votan en muchos países y a veces lo hacen en masa. De hecho no hay padrón electoral que no esté poblado de fantasmas acechando la oportunidad de decidir.

El 18 de septiembre de 2009, en Colombia, El espectador informó que en las elecciones del 2010, 2 millones de muertos podrían ser determinantes con sus votos. Y a lo mejor lo fueron.

Es que la falta de logística y recursos no permiten depurar el censo, declaró el registrador Carlos Ariel Sánchez. ¡Ajá!

En 2007 los diarios argentinos informaron que, de acuerdo con el padrón, 26.290 hombres de 100 años de edad estaban habilitados para votar y 7000 de ellos tenían más de 112 años.

Demócratas, ellos

Ahora mismo, en algunos países donde pronto realizarán se expresan temores de que voten más los muertos que los vivos. Será porque los primeros suelen ser más demócratas que los segundos. Lo que verdaderamente temen unos es que los difuntos voten por los otros.

El II de noviembre de 2013, Patricio Santamaría, presidente del Servicio Electoral (Servel) de Chile reconoció que en el actual padrón figuran 545 mil personas inexistentes. “De ellas, hay 45 mil que tienen entre 100 y 139 años”. (Y el récord Guinness de longevidad). “Pese a este error, el Servel “no tiene facultades para proceder a depurar el padrón”, aseguró Santamaría a El Mercurio.

Total, hay más de medio millón de muertos listos para votar.

En Brazil, el 9 de septiembre de 2014 el líder y candidato presidencial del Movimiento Sin Miedo (MSM), Juan del Granado, denunció que los registros del Cementerio General de La Paz permitieron verificar que 326 personas fallecidas están registradas y habilitadas para emitir su voto el día de las elecciones.

Bueno, más bien debió quejarse de en su país los muertos son menos participativos.

El 6 de junio de 2013, la oposición venezolana identificó casi 200.000 muertos en padrón electoral. Mostró una lista con los nombres, números de cédula y de acta de defunción de 180.125 fallecidos activos en el registro, aunque aseguran que el número real podría llegar a 400.000 y «cuidado si un poco más».

Y así, en Colombia, Bolivia y otros países donde se realizan elecciones presidenciales.

Demócratas consecuentes, se toman la molestia revivir en épocas electorales sólo ejercer su derecho a votar. Créame: la democracia de los muertos goza de buena salud. Y está más viva que nunca.