Carlos Calderón Viedas
La revolucionaria idea renacentista sobre la totalidad del ser humano, luego recogida por los grandes pensadores humanistas con la que elaboraron influyentes sistemas teóricos que ayudaron a erigir la época moderna, fue evaneciéndose con el paso del tiempo. El descubrimiento de nuevos territorios, el impulso comercial y económico, que a su vez trajo consigo el desarrollo de las ciencias y las tecnologías que propiciaron el surgimiento de la era industrial, fue el vector más poderoso alrededor del cual el proceso de modernidad occidental tomó cuerpo finalmente.
Liberalismo económico
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Ser humano
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Propiedad privada
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Mercado económico
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Liberad individual
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Estado político
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Homo economicus
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Socialismo económico
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Ser humano
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Propiedad social
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Gobierno económico
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Libertad social
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Estado político
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Homo laborans
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El giro copernicano del que hablé en el texto anterior, opera en la tercera y cuarta columnas. Es la índole de la propiedad la que marca la pauta general del proceso, si es privada necesita un mercado y en consecuencia el laissez faire-laissez passer, esto es, la libertad económica individual. Corresponderá al Estado ofrecer las garantías legales necesarias. La forma del argumento es igual en el caso socialista, pero cambia, obviamente, en sus contenidos. Ahora ya no es el mercado sino el gobierno el que dicta el rumbo de la economía, en virtud del régimen de propiedad social imperante. El Estado político tiene la responsabilidad de que el gobierno económico pueda hacer lo suyo. La libertad individual, en el caso socialista, tiene menor prioridad que la libertad social, y no es determinante en modo alguno para fijar el rumbo de la economía.
Lo que Marx proyectó en su obra El Capital de 1867, lo respalda el Capital de Thomas Piketty (Harvard University Press, 2014), un esforzado análisis estadístico sobre la desigualdad de la riqueza y del ingreso en más de 20 países avanzados, en un periodo de tres siglos. Piketty señala que la tendencia a la desigualdad de las economías de mercado, luego de una fase decreciente provocada por las tres grandes guerras del siglo pasado -primera, segunda y fría-, ha recuperado sus niveles históricos en los inicios del siglo anterior. Desde 1970, esa tendencia inequitativa se viene reforzando debido a la creciente acumulación de capital. Sus afirmaciones están sustentadas en cifras: En 1987 había en el mundo 140 billonarios, en una proporción de cinco mega ricos por cada 100 millones de adultos, los cuales poseían el 0.4% de la riqueza privada mundial, actualmente, 2013, 1400 billonarios, 30 por cada 100, se apropian del 1.5% de la riqueza global, algo más de lo que obtenían en 2008. La tasa de crecimiento del total de la riqueza apropiada es mayor a la del número de los que la detentan, en épocas de auge, (433).
Piketty no va contra la propiedad privada para tratar de resolver el problema de la desigualdad, propone gravar el capital con más decisión y precisión, Marx, en cambio, critica la propiedad privada del capital por considerarla piedra de toque de la explotación del trabajo y de las desigualdades económica, social y política consecuentes. Los economistas liberales, alegan, por su parte, que sin la propiedad privada las libertades y el sistema social se derrumbarían.
Los modelos se formulan, por lo regular, con hipótesis de trabajo en las que se establecen las variables independientes y dependientes, si algo ocurre fuera de esa representación, que afecte económicamente de alguna manera, lo único que pasa es que el esquema completo se mueve pero no las relaciones directas que establece. Los conceptos económicos de corto, mediano y largo plazo se asocian a esta idea de la inmediatez, la incorporación de fuerza de trabajo es en el corto plazo, las inversiones de capital son de mediano plazo y el cambio en ciencias y tecnología se da en un plazo más largo. Cuando a Keynes le preguntaron sobre la eficacia del multiplicador del empleo contestó que para ese tiempo todos estaríamos muertos. Él también encorchetaba la realidad.
No podemos seguir colocando en pausa algunos aspectos que inciden en la realidad económica, según los criterios de las principales escuelas de este pensamiento disciplinar, lo que debemos hacer es poner en pausa el fenómeno completo de la economía. Dudar de él tal como se nos presenta, ir más allá de su apariencia. No puedo traer a Husserl con su reducción eidética porque sería como salir por la tangente, pero a algo así me refiero. Esta es la vía que me parece más adecuada, dudar de que con el actual bagaje teórico e instrumental de la economía, sea posible encarar las crisis profundas por las que atraviesa el sistema capitalista mundial.
Lineamientos hacia el desarrollo
El modelo de desarrollo ha de ser político puesto que se finca sobre decisiones locales propias; es económico porque concilia los planos global, regional y nacional; es tecnológico porque crea resortes para el aprendizaje y la innovación; es cultural porque tiene identidad, un ethos, un phatos y un logos.