AUTODEFENSAS MUESTRAN LA DEGRADACIÓN INSTITUCIONAL

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El constitucionalista mazatleco Diego Valadés condena reformas nacionales que afectan a la sociedad y generan dispendios; el petróleo, fuera de la jurisdicción nacional

Para el doctor Diego Valadés, constitucionalista de amplia reputación, las autodefensas que han surgido en diversos puntos del país son una muestra de la degradación en que se ha caído, por falta de un adecuado diseño institucional que enfrente los problemas de inseguridad.

Los problemas que vive el país en materia de seguridad pública no son culpa de personas en particular, ni siquiera de una acción que sea deficiente, con todo y lo importante que éstas sean, sino de la forma en que se ha permitido la degradación de las instituciones, de cómo se han acumulado las deficiencias y las irregularidades, independientemente del partido que esté en el gobierno o de la persona que lo encabece, señaló el investigador académico.

Para Valadés el país ha enfrentado una parálisis grave que afecta situaciones de alta expectativa como la consolidación democrática. El país logró la alternancia, pero el partido que llegó a sustituir al que estuvo durante tantos años, no quiso desmontar las estructuras que existían y se pusieron a gobernar con ellas.

Hoy sin embargo, los partidos deben darse cuenta de que esas estructuras ya no son suficientes para gobernar, y mucho menos para hacerlo con comodidad. La sociedad exige una condición verdaderamente democrática y tendrán que ceder porque se trata de una evolución natural, lógica, que a todos conviene.

Aunque no se muestra tan optimista como otros juristas acerca de la reelección de diputados y senadores, considera que se trata de un buen instrumento para cambiar la práctica política, pues en la medida en que un legislador deje de depender de las elites de los partidos, atenderá más su compromiso con el elector.

No es una garantía, pero s+i podremos confiar en que serán menos irresponsables de lo que ahora son, y que los propios partidos tendrán que empezar a cambiar de actitud, a dejar de ser el obstáculo que ahora significan para la democracia, debido a los intereses que les genera el acumular tanto poder.

En cambio Valadés tuvo serios reparos en dos figura muy demandadas en estos momentos: las candidaturas independientes, que rompen con los diseños de control existentes, porque si ahora es difícil evitar abusos de partidos políticos institucionales, sometidos a reglas muy específicas, más lo serán pequeños partidos informales aglutinados no en derredor de compromisos ideológicos o programáticos, sino de los intereses de una sola persona.

La otra figura que le resulta preocupante es la revocación del mandato. Lo tienen siete estados en el mundo: entre ellos está Suiza, donde funciona muy bien porque la Federación Helvética es un ejemplo de democracia; y está Estados Unidos, donde ya se aplicó para el estado de California. Un señor con mucho dinero determinó que podía gastarse diez millones de pesos en derrocar a un gobernador, Gray Davis. Se financió una mesa de consulta en cada mall y se consiguió el millón de firmas. Después de eso, fue apenas un trámite, pero en lugar del señor Davis, que era demócrata, pusieron a un mal actor como Arnold Schwarzenegger, que tampoco como gobernador fue bueno.

Por lo que hace a la reforma petrolera, se manifestó en desacuerdo conceptualmente. Lo que se hizo fue cambiar el modelo de estado, atender a la demanda de un estado pequeño que no puede atender los requerimientos de la sociedad. Personalmente, indica, creo que no se tenía por qué compartir la renta petrolera, por muy mal que estuviera funcionando Pemex, como lo está haciendo, pero esas son consideraciones personales.

En cambio sí hay un aspecto importante en la reforma que nos deja desarmados: México se queda sin capacidad jurisdiccional para enfrentar diferencias con las empresas que vengan a invertir en el petróleo. Tendremos que acudir, si bien nos va, al arbitraje, pero si no nos ponemos de acuerdo en ese proceso, tendremos que acogernos a los tribunales internacionales, que operan bajo los criterios del Banco Mundial.

Es decir, a la hora de una controversia sobre el manejo de nuestros recursos, la capacidad de decisión no estará entre nosotros, no estará en el país, sino en el extranjero.

Al iniciar su disertación, Valadés consideró que la reforma política recientemente aprobada tiene aspectos positivos como la citada reelección de legisladores, pero también aspectos muy negativos como el cambio de nombre al IFE.

Ese sólo hecho le costará al país una gran cantidad de dinero. Cambiar de Instituto Federal Electoral a Instituto Nacional Electoral obligará a sustituir ochenta millones de credenciales, que a precio de siete dólares que me han dicho que tienen –algunas la tasan en veinte dólares por unidad-, significan un gasto innecesario de 560 millones de dólares, que son mucho dinero en un país de tantas necesidades, donde más de la mitad de la población sobrevive en condiciones de pobreza, y muchos de ellos en pobreza extrema.

Valadés condena la ligereza con que se toman decisiones que afectan a todos, y éste es un ejemplo muy claro.