TIJUANA: LOS MIGRANTES SERES INVISIBLES O VISIBLES POR EL OJO DE LA DOBLE MORAL

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ELIO EDGARDO MILLÁN VALDEZ.

               Justo donde termina la malla fronteriza en las playas negras de Tijuana y continúa su marcha al mar para que los migrantes no intenten cruzar por el mar a los Estados Unidos, se halla una inscripción dolorosa: “Tijuana: aquí es donde rebotan los sueños”. Y Antes y después de esta dolorosa leyenda, en los fuertes tubos que separan a México y nuestro vecino del norte, están  pintadas a través de una larga fila de cruces de quienes murieron en el intento de alcanzar el sueño americano. Pero a decir verdad, ese racimo de cruces es más simbólico que real, pues según un policía que cuidaba la frontera por el lado americano me aseguró que han muestro miles de migrantes en un afán de “cruzarse para el otro lado”

Caminé a pie y en automóvil todo el “muro” que nos separa y me encontré que la policía estatal y municipal hacen también labores de retención de los migrantes, al tiempo que las autoridades tijuanenses han puesto antes de la cortina fronteriza una cerca de acero para que nuestros compatriotas no molesten a sus perseguidores norteamericanos, al tiempo les quitan, a veces por la fuerza,  los escasos  recursos que traen para sobrevivir casi a la intemperie. Esta incruenta verdad nadie me la contó,  yo la vi con mis propios ojos, con rabia, con impotencia, casi conteniendo un madrazo contra esos abusivos cazamigrantes mexicanos.

LAS PLAYAS NEGRAS DE TIJUANA.

Cuando caminé por la playa por Playas de Tijuana, y baje a sus arenas me encontré con un espectáculo que por un momento me confundió: Casi al iniciar el mar tocaba un conjunto y, a su lado, unas cincuenta personas entre que los oían y metían los pies a sus aguas heladas, como si gozaran un domingo común y corriente como lo disfruta cualquier familia en alguna playa que se desmaya sobre la arena, parafraseando a Agustín Lara. Pero ese pedazo escénico se ha convertido, dicho sea genéricamente,  en un espacio de espera: resulta que la cortina tubular de la frontera se ha convertido en el  lugar donde se reúnen cientos de familiares que han quedado a uno y otro lado de la frontera. ¡Qué diálogos tan dolorosos escuché…!

Especialmente uno en el que una madre deportada le pedía su hijo, nacido en EEUU, que no se regresara para México, porque aquí nada bueno le podía esperar. Su hijos a su vez le pedía, entre lágrimas, que lo dejara devolverse con ella, porque él quería cuidarla para que su enfermedad no le impidiera caminar el día de Mañana. No es que anduviera de fisgón. Es que se están hablando casi a gritos. No es una exageración afimar que esta “cortina Hierro”, en un doble Muro de los Lamentos: los de uno y otro lado hablan, rezan y lloran  al mismo tiempo. Alguien ha dicho que las migraciones generan un gran provecho para el desarrollo de los países, pero nadie ha dicho que las migraciones les destruyen el corazón a los que se quedan y también a los que se van…., porque el que se va se va suspirando y el que se queda se queda llorando. Y no pude evitar llorar unas lágrimas al acordarme de mi hija,  que un día también emprendió esa travesía y me dejó el corazón partido y, a pesar de los años, cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer, como dijera un poema.

                VOLVÍ SOBRE MIS PASOS EN POR DE LOS MIGRANTES.   

De playas de Tijuana nos devolvimos para volver a recorrer la cortina no precisamente de nopal. Queríamos ver y hablar con los migrantes. Podrían decir que es una vil mentira lo que vamos a decir mis encuentros con ellos, pero con estas cosas tan dolorosas no se vale jugar a la política ni periodismo “valiente”. Encontramos muchos “migrantes” que han perdido la esperanza y se han quedado a vivir en Tijuana: Mujeres, hombres, niños y niñas que no han podido trasponer, ahora sí, nuestra cortina de nopal que, junto con los miles de deportados, deambulan, esa es la palabra, como milusos en el entramado de la ciudad vendiendo las más exóticas mercancías, pero a veces recibiendo temporalmente el calor de los centros para migrantes, otras tomado las migajas que les arrojan los funcionarios “dedicados al desarrollo social”. Sobreviven, pues, en un presente sin futuro.

Y quienes deberían protegerlos los amenazan porque los ven como una amenaza. Decenas de migrantes, por ejemplo, han tomado temporalmente un predio del tricolor para sobrevivir temporalmente, y su combativo dirigente ha declarado: “La plaza de la Constitución no será santuario de migrantes, ya que es propiedad del Partido Revolucionario Institucional (PRI), informó José Luis Hernández Silerio, Presidente del PRI en Tijuana. A su vez Jesús Alberto Capella Ibarra, jefe de seguridad de Tijuana, vomitó una perogrullada: “Yo estoy cierto de que Tijuana está siendo castigada por su éxito en el tema de seguridad pública (…) por Washington o por la ciudad de México, pues en lo que va del 2013, han deportado a ocho mil ex convictos de alguna cárcel de Estados Unidos, de los cuales el 30 por ciento purgaron una condena por algún delito sumamente grave, de homicidio pa’ rriva”, precisó. (Tijuana 20, 28 de 08)

¡Con esos amigos para qué quieren enemigos los migrantes¡