Elio E. Millán Valdez
Se nos fue el Sup sin suspiros y sin llantos, vaya ni siquiera se le hicieron aguas los ojos; simplemente se nos fue convertido en el Sup Galeano. Pero tampoco del graderío hubo femeniles desmayos, tampoco llantos lacrimosos y menos aún gritos histéricos como éste: ¡Y ahora quién podrá salvarnos¡ Vaya, ni una esquela ni un felicitación, mentada o reclamo, simplemente se nos fue, aunque…
Y tal vez la carencia de explosiones y autoexplosiones fue seguramente porque en la cabeza de todos y de todas intuíamos que los largos veinte años en el monte del subcomandante Marcos fue, a final de cuentas, una comedia y el sup, un subcomediante. Y por favor no se ofendan los pocos fans que dejó colgados en su despedida. Él nos lo dijo en cinemascop y a todo color: Según Marcos la invención de su personaje, “Pasó de ser un vocero a ser un distractor”. Y yo me preguntó con asombró y a cual más dubitativo: ¿Distractor de quién?
Pero mejor como lo expresa Calixto Albarrán: El subcomandante insurgente Marcos ha declarado que desaparecerá para siempre, como si no hubiera desaparecido desde hace años cuando se convirtió en crooner de la guerrilla zapatista, esa que un día nos despertó agitados y que 20 años
después no nos despertaba más que modorra. En sus últimos comunicados (…) había abandonado la poesía revolucionaria para pasarse al memorándum godinesco. Ya en los últimos tiempos era una pálida sombra, una que regañaba a todos sin la gracia de los viejitos de Los Muppets.
PERO PARA NOSOTROS FUE MÁS QUE UNA BOTARGA
Pero lo que intuíamos no fue impedimento para que 20 años atrás nos nos deslumbrara, toda vez que los bautizólogos llamaran a la revuelta zapatista la primera guerrilla “posmoderna” que se había alzado en las montañas del internet. Nos asombró también el cambio repentino de su jeringonza marxista/leninista por el lenguaje que hablaban las etnias más allá de San Cristóbal. Pero sobre todo: trasmutó el futuro que prescribía su ideología por una visión que mira al pasado como redención, que el caso de “La Visión de los Vencidos”.
Y cómo creerle en aquellos tiempos, aunque lo intuyéramos, que fue una simple holograma cuando henchidos de fervor patrio lo vimos desfilar desde San Cristóbal hasta la Ciudad de México, y ver como se arremolinaban a su paso la raza de bronce vitoreándolo, gritándole “Sí, se puede” y cantando desafinadamente el Himno Nacional; pero eso sí a todo galío. Cómo olvidar esa gesta, sin negarnos a nosotros mismos, si la comandante Ramona se echó un sentido rollo en el Congreso….. Era como haber tomado el cielo por asalto. Todo era tan mágico, y ahora nos dice el subcomediante que todo ello fue un distractor. No, no se vale; de verás no se vale…
Pero en los asuntos más prácticos soñamos que sería el sustituto de Cuauhtémoc Cárdenas a la presidencia de la república que ya nos tenía hasta la coronilla por su tercera insistencia de volver a ocupar la “fortaleza perdida”. Pero muchos ilusos como yo, antes de que defeccionara como Galeano, ya con menos certidumbre, mas con misma esperanza, deseábamos el sub fuera el candidato de la Izquierda, porque Andrés Manuel López Obrador ha vuelto a andar los pasos del hijo del general, pues va por su tercer intento. Y ahora sin el Sub marcos quién podrá refrescarle, lo que Obrador le decía al pertinaz Cuauhtémoc: “Yo nunca voy a pelearme con la Historia”.
IMAGEN ÓPTICA TRIDIMENSIONAL OBTENIDA MEDIANTE HOLOGRAFÍA
Pues ya ni modo, este domingo este personaje, la botarga, el holograma”; Marcos, pues, ha dejado de existir. El subcomandante Marcos ha matado… al subcomandante Marcos, o lo ha suicidado, como se hace con algunos personajes de teatro; o lo ha tirado a la basura, como se hace con las botargas inservibles; o lo ha desvanecido, como se hace con los hologramas en las películas. Y si entiendo bien, ahora, en su lugar, surge Galeano. Por ya ni modo, se nos fue Marcos, aunque en efecto hacía tiempo que se había ido, aunque estuviera en la Selva Lacandona viendo pasar el tiempo como la Puerta de Alcalá (Juan Pablo Becerra-Acosta. Milenio, Diario. 26/05/14)
Con el mutis del Sup Marcos quizá también morirá una época en que, en medio del discurso crítico, poético, rudo y “revolucionario”, el sup desplegaba con gracia un envidiable polvorín de ironías manchadas que le arrojaba con gracia al rostro del sistema salinesco, sobre todo al pseudojefe Diego y su padawan sin gracia, Jelipillo Calderón. El humor como ingrediente fundamental del lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar, una de las grandes lecciones de Marcos, hoy tristemente olvidada por la disidencia de toda índole que chapalea gustosa en el melodrama ranchero. Más logró el sup con su punzante humor negro que todas las armas levantadas, que toda la verborrea pacificadora (Calixto Albarrán. Milenio, Diario. 26/05/14)
Con la muerte a Marcos, haiga sido como haiga sido, seguramente olvidaremos que el 1 de enero de 1994, día en que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, que simbolizaba el ingreso de México a la modernidad, la insurrección armada le recordó al país los problemas que lo anclaban al pasado. El historiador Enrique Krauze, en su libro «Redentores: ideas y poder en América Latina», lo describe así: «Era como si se precipitara sobre
nosotros un meteorito, pero no del espacio sideral sino del pasado». Esta idea de Krauze, la comparto a medias.