Qué te pasa, si ya leímos a Paz.

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Luis Antonio Martínez Peña.

Corría el año de 1988 yen el PRI se había dado la ruptura. Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas, renunciaron y se lanzaron a competir por la presidencia de la república, a la brava y sin IFE que les contara los votos, los resultados ya los conoce la gente. Pero en esa jornada nos involucramos un grupo de jóvenes mazatlecos, encabezaba el grupo Heriberto Arías Suárez, íbamos entre ellos Pedro Brito Osuna y yo.

Nos lanzamos a las calles y tomamos por asalto los muros de la SAHOP para hacer una pinta expresando nuestra adhesión a la causa cardenista y el desafio al PRI gobierno. La consigna democráticamente escogida fue pintada a cordel y al bravazo con letras rojas y negras ¡SOMOS UN CHINGO Y SEREMOS MÁS!

A punto de rematar nuestra pinta y al grito de !ahí viene la polecia! con el que nos advertía una persona que viajaba en bicicleta. Pues nos cayeron los agentes del orden echando mano a sus fierros y poniendo rostros serios, adustos.

-Quedan ustedes detenidos. dijo el jefe de la patrulla y nosotros ahí parados, inmutables con la brocha en la mano y con manchas de pintura en la ropa.

-Heriberto Arias preguntó el porqué de la detención y el policía dijo que la palabra CHINGO era una grosería

–¿disculpe usted señor policía a qué le llama lenguaje grosero? le cuestionó Pedro Brito.

– Pues no ve , ahí dice la palabra CHINGO y esa es una grosería.

-Ah, es eso.

Nos quedamos viendo los tres. Cabe aclarar que la vena irreverente nos viene de matriz ideológica)

-Disculpe usted señor agente, y adoptando un tono de elevada categoría magistral Pedro Brito lo cuestionó, – pero sabe usted quién es Octavio Paz? el policía dijo que si, pero se quedó con la expresión ¿y a qué viene eso?

– Pues podría detenerlo porque él escribió un libro que se llama EL LABERINTO DE LA SOLEDAD y en su ensayo LOS HIJOS DE LA MALINCHE hace una detallada exposición sobre el elevado carácter cultural de la palabra chingar entre los mexicanos. Somos un chingo, poco tiene que ver con el que usted nos quiera chingar metiéndonos a la cárcel, o a que los mexicanos somos unos hijos de la chingada, pero a la hora del trauma somos muy chingones, todo eso lo dice el señor Octavio Paz, un gran escritor, premio Mazatlán de Literatura, hombre culto de letras.

El policía quedó destanteado ante la sucinta, clara y magistral explicación del amigo Pedro Brito.

-Esta bien escriban su pinta, pero pongan otra palabra cómo somos muchos o no sé…ustedes son los qué saben…inchis locos. Caminó rumbo a la patrulla y dijo a sus compañeros, vámonos estos cabrones no tienen remedio.

Efectivamente, hasta la fecha, Pedro Brito, Heriberto Arias y yo no tenemos remedio.

Pero somos gente de paz y no lo decimos por presumir de influyentes.