Melchor Inzunza
Elijo, entre muchas otras, sólo algunas nuevas falacias. Las cinco más comunes en el discurso político y en los medios de comunicación.
1. Mundo, más desigualdad
Debido a la miseria en que viven millones de personas, suele afirmarse que la pobreza y la desigualdad son ahora mayores que nunca en el mundo.
Pero no es verdad.
Y la falacia no se sostiene ante una simple comparación histórica entre las condiciones de vida actuales y las de hace uno o dos siglos. (Así lo han demostrado algunos autores, entre ellos Carlos Sabino, en su libro Desarrollo y Calidad de Vida (Ed. Panapo, 2001).
Lo que deberíamos expresar –propone Sabino–, para no distorsionar los hechos, es que los ricos se han vuelto más ricos y los pobres menos pobres.
En resumen: aumentan la esperanza de vida, el acceso a la salud, al agua potable y a la educación.
2. Globalización, más pobreza
No es así.
Aunque cueste aceptarlo, el mundo está mejor.
Según los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en los últimos años, 57 países que representan la mitad de la población mundial han logrado reducir sus índices de pobreza a la mitad. Y el índice de mortalidad infantil ha disminuido significativamente en los últimos 40 años: de 96 a 56 niños por cada mil nacimientos.
Andrés Oppenheimer cita el informe de la ONU del 2002: las inscripciones en escuelas primarias a nivel mundial han aumentado del 80 al 84 por ciento de la población en los últimos 20 años; la libertad se ha incrementado: alrededor de 140 de los casi 200 países del mundo gozan de elecciones democráticas; pero en América Latina, los progresos en el bienestar reflejados en el informe han sido menores. Muchos países de este continente están peor de lo que refleja el estudio de la ONU.
Sin embargo, en general más personas viven más y mejor que hace 50 o 100 años. Los productos de la ciencia y de la tecnología han contribuido de modo notable al bienestar de la gente.
3. Criminalidad, en ascenso
Tampoco. Al menos la interindividual ha ido a la baja. Lea las siguientes opiniones.
Contra la creencia de que vivimos en una época excepcionalmente violenta, el crimen ha disminuido mucho a lo largo de los últimos siglos, como demuestran todas las estadísticas mundiales.
Según la opinión del biólogo Henri Laborit, ha posiblemente “porque la alfabetización y la utilización del lenguaje se han generalizado hasta tal punto que, según demuestra J. M. Besette con toda la seriedad de las estadísticas, el crimen sigue siendo atributo de quienes no saben expresarse, de quienes, aun teniendo algo que decir, lo dicen mal.”
Precisamente porque consideramos la violencia como algo escandaloso, nos parece que hay mucha violencia. Pero la vida cotidiana en los países desarrollados nunca ha sido tan pacífica como ahora, cuando pocas personas llevan habitualmente armas. (F. Savater,. Diccionario filosófico)
4. Fomentan la violencia
No pocos parecen convencidos de que los actos violentos en la pantalla chica o grande propician el incremento de los actos violentos en la vida real. Relación causal, pues, entre los programas de “alto contenido de violencia” y los delitos que realmente se cometen. Eliminando a aquéllos, disminuirán éstos. Fácil, ¿eh?
Lástima que tal convicción no esté sustentada en prueba alguna.
En una entrevista Kapuscinski decía: se critica a la televisión por transmitir tanta violencia, pero no es más cruel que la transmitida por la Biblia: “en sus páginas se come a niños, se llama a matar a los enemigos, se queman casas, se sacan los ojos a los hombres”. Las televisoras no han inventado nada nuevo.
En síntesis, para algunos la violencia juvenil y aun infantil proviene de los malos ejemplos vistos en las pantallas. Puede que haya quien se tome en serio la ficción y confunda lo fingido y la vida real. Pero “sería grave dar por inevitables tales asimilaciones, combatiéndolas con prohibiciones” (F. S)
5. Los corridos
Recuerdo aquel acto donde los directivos de las estaciones radiodifusoras y televisivas de Sinaloa acuerdan, ante el gobernador, suspender la programación de corridos alusivos al narcotráfico.
Primero tomaron esa decisión y después averiguarían las razones que la justificaría. El presidente de la Cámara Industria de la Radio y la Televisión, Manuel Francisco Pérez Muñoz, anunció que llevarían a cabo “un análisis que nos permita retirar toda la música que haga apología de los vicios, violencia y narcotráfico en las estaciones de radio y televisión.” (El Debate, 28/02/2001)
Nada se supo de tal análisis.
Pero diversas investigaciones realizadas en México no han arrojado hasta ahora pruebas concluyentes de los efectos dañinos de la violenta de la tele y del cine en la niñez, en la juventud y en los adultos.
Y el himno, qué
En cualquier caso, no parece admisible que los gobiernos y los medios dictaminen qué música debemos escuchar, qué películas ver y qué libros leer.
Si los corridos son prohibidos, le seguirán los filmes violentos, los libros que cuentan asesinatos y las obras épicas, desde la Ilíada (“Canta, oh musa, la cólera de Aquiles”), la Odisea, la Eneida (“Canto a las armas y al hombre…”) y la Biblia, que canta las guerras y matazones de Jehová.
En México, tendrían que empezar por dar de baja el Himno Nacional, con todo y su masiosare enemigo.