¿LA PANAMÁ O EL PANAMÁ?

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Enrique Vega Ayala

Cronista Oficial de Mazatlán

El negocio empezó en una modesta tienda de abarrotes en el viejo Mazatlán, por la calle Belisario Domínguez, esquina con el Callejón Aurora.

El establecimiento se llamaba El Canal de Panamá. Ahí, los propietarios empezaron a vender pasteles caseros. Su éxito comercial propició cambiaran la razón social a Pastelería Panamá.

Con ese nombre abrieron un expendio adicional cerca del mercado Pino Suárez, por la calle Benito Juárez; donde, además hubo mesas para comensales que quisieran acompañar el pan con café.

Casi simultáneamente, los propietarios de la pastelería instalaron un restaurante en el “Hotel Los Arroyos” en la Zona Dorada de Mazatlán, por la Av. Camarón Sábalo.

Poco después, la cafetería cercana al mercado fue movida de ubicación y se instaló, con un poco de mayor amplitud, en la esquina de Hidalgo y Aquiles Serdán, entonces todavía frente al Cine Zaragoza.

Por un tiempo estuvo a la venta el local de la Zapatería Díaz, que había perdurado por varias décadas, en Benito Juárez y Canizalez, contra esquina de la Catedral. Ahí se abrió el primer restaurante y pastelería Panamá, en el segundo lustro de los años ochenta. El carácter típico sinaloense del menú, el sabor y la calidez de la atención cautivaron a la clientela. En pocos años, el edificio fue remodelado con un segundo piso y se agregaron espacios con la adquisición de los locales aledaños, por ambas calles.

Más tarde, vinieron una nueva sucursal en la Zona Dorada y otra sobre la Carretera Internacional; así como un número creciente de expendios de Panadería en diversos puntos de la ciudad. Para entonces la compañía había incursionado en la elaboración de pan de caja. La fábrica se instaló en el edificio de la antigua Casa Drakato, (un almacén decimonónico), en Belisario Domínguez, Sixto Osuna y Callejón del Ángel, luego de una intervención ad hoc a los requerimientos arquitectónicos del proyecto de Centro Histórico.

El reconocimiento de los restaurantes y pastelerías ya había llegado a otros rincones de la entidad. Así que resultó natural su expansión a Culiacán y el primer intento de llegar a Los Mochis (dónde, digamos, falló el modelo de negocios).

En la capital sinaloense empezaron con una pastelería, que luego se amplió con servicio de restaurante. Allá refrendaron su éxito y además de crecer con más locales bajo las mismas características, se diversificó el grupo con un restaurante Gourmet y se instaló una gran fábrica de pan y para el procesamiento de otros insumos.

Sin duda, Panamá se ha convertido en una marca sinaloense de gran prestigio. Eso sí, es motivo de una curiosa controversia denominativa por el artículo que debe presidir su mención: ¿Es la Panamá, como la identificamos los mazatlecos o el Panamá como le dicen en Culiacán?