«El pueblo fantasma que se convirtió en un campo de batalla»

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San Marcos, Sinaloa, México.

Por Nadia Verde

Era 2009 cuando la gente se preparaba para dejar y abandonar sus viviendas, y no solo eso, también la tierra donde crecieron generaciones y generaciones, donde todos tenían un a vida a la cual no querían renunciar, pero tenían que hacerlo.

Todo a causa de la construcción de la “Picachos”, una presa que había hecho el gobierno muy cerca de estas tierras.

Un pueblo de más de 200 años de antigüedad, el cual tenían que dejar atrás, ya que mucha parte del año todo se inunda a causa de la presa y las lluvias, el agua cubre banquetas, escaleras, y llega a invadir las casas.

Bien lo dice el cortometraje de la mazatleca Betzabé García, es como si fuera “Venecia, Sinaloa”, el corto lo pueden encontrar en youtube con ese nombre.

El gobierno les construyó a solo menos de 10 minutos “el nuevo San Marcos”, en donde la mayoría de las familias se asentaron.

A solo casi 1 hora de Mazatlán se encuentra este pueblo fantasma, al cual había querido ir desde hace mucho tiempo, pero no había tenido la oportunidad.

Todo se me presentó gracias a un torneo de gotcha que realizan en Mazatlán año con año, esta vez tocaba ser en San Marcos, dije, está es mi oportunidad de conocerlo y explorarlo.

A 10 años de lo sucedido llegar a este pueblo se siente con una vibra de nostalgia y magia. Recorrer sus calles es apreciar como la naturaleza y el tiempo han hecho su trabajo, ganando terreno, acabando con todo lo que alguna vez fue una comunidad, hasta que solo queden ruinas.

Casi un total de 400 gotcheros llegaron al pueblo en busca de aventura, y que más emocionante que jugar entre casas abandonadas, un verdadero lugar fantasma que se prestaba para poder escenificar el tema que había tocado este año «Pandemia», las reglas consistían en explorar y buscar la cura para un virus mortal, era el clima y ambientación perfecta, digno de una  escena de walking dead. Se formaron dos equipos, el rojo y el amarillo que irían en contra.

Todos muy metidos en su papel llegaban vestidos de militares, creyéndose que estaban en una verdadera guerra, el torneo duro varias horas, las casas quedaban llena de colores, a causa de las balas de pintura, solo se escuchaba el sonido de las marcadoras, unas verdaderas ráfagas.

Escondiéndose entre las casas, maleza, hasta en una iglesia en ruinas, era el escenario perfecto para vivir esta experiencia.

Personas que todavía viven en este pueblo o cerca de él estaban fascinados admirando este espectáculo,  algunos niños formaron parte, e interactuaron con los jugadores disparando balas de pintura y observando como se desarrollaba el torneo.

Era muy emocionante y a la vez triste pensar en todo lo sucedido con este pueblo ya que algunas familias se negaron a abandonar el viejo San Marcos y aún con todo lo que pasa en él, siguen habitando sus casas, como si nada pasara.

El evento llego a su final ya cayendo la noche, y el poco tiempo que cobro vida San Marcos se fue con el anochecer, el lugar volvió a lo que era antes del evento de gotcha, sus calles se silenciaron de nuevo, y se convirtió en una zona de penumbras, de oscuridad, como si no hubiera pasado nada.

 

La vieja comunidad había muerto de nuevo.